Inicio > Libros > Adelantos editoriales > El maestro y su emisario, de Iain McGilchrist

El maestro y su emisario, de Iain McGilchrist

El maestro y su emisario, de Iain McGilchrist

Este libro, ya un clásico indiscutible, explora la división del cerebro en dos hemisferios, argumentando que la cultura occidental ha sufrido por el predominio del hemisferio izquierdo, perdiendo la conexión con la amplitud y flexibilidad del hemisferio derecho.

En Zenda reproducimos el nuevo Prólogo de El maestro y su emisario (Capitán Swing), de Iain McGilchrist.

***

Prólogo a la nueva edición ampliada

«Psiquiatra desmonta el mito del cerebro izquierdo y el cerebro derecho», proclama el titular. Siempre interesa do en saber más, sigo leyendo y descubro que el psiquiatra en cuestión soy yo.

El texto da en el clavo. No creo en el mito del cerebro izquierdo y el cerebro derecho: creo en descubrir la verdad sobre la diferencia entre ambos hemisferios. Es indudable que sería absurdo creer la mayor parte de lo que ha llegado a la cultura popular sobre las diferencias entre los hemisferios del cerebro. Y, sin embargo, sería igual de absurdo creer que, por tanto, no existen diferencias importantes entre ellos. Las hay de una trascendencia monumental y están en la base de lo que significa ser humanos, pero hemos seguido la senda equivocada.

La objeción de que ambos hemisferios intervienen en todo lo que hacemos es correcta. Inferir que eso significa que no hay diferencias entre ellos es un error. Lo importante no es qué hace cada hemisferio, sino cómo lo hace. En efecto, cada hemisferio interviene en todo, solo que de maneras muy diferentes.

*

Cuando se publicó El maestro y su emisario en noviembre de 2009, esperaba que algunas personas encontraran verdaderamente interesante la tesis que defiendo en esta obra. Incluso confiaba en que las inspirara para profundizar en estas ideas. Pero supuse que, por lo demás, pasaría en gran medida inadvertida.

Lo pensé en parte por el tema que aborda. Mis colegas y mentores en el campo de la psiquiatría y la neurología me habían recomendado desde el principio, hace unos treinta años, que no me dedicara a investigar la lateralidad, que era un tema estigmatizado dentro del mundo de la neurociencia desde que la psicología pop se había adueñado de él. También me advirtieron, y con razón, que tendría que empezar desde cero. Todas las cosas que creíamos saber sobre la diferencia entre ambos hemisferios del cerebro se habían revelado, una tras otra, falsas o, en el mejor de los casos, medias verdades. Eso había conducido (de un modo un tanto derrotista, debo decir) a abandonar esta idea por considerarla un mal trabajo. Y quienes renunciaron a ella se reconciliaron con el tiempo y el esfuerzo perdidos, proclamando a voz en grito su propio mito: que no hay ninguna diferencia significativa entre ambos hemisferios.

Sin embargo, yo sabía lo suficiente como para entender que la cuestión entrañaba enigmas intelectuales fascinantes y demasiado relevantes como para dejarlos de lado, aunque eso implicara un gran coste en términos profesionales. Era necesario investigar más sobre este asunto. Por ejemplo, todas las criaturas conocidas provistas de un sistema neuronal, por mucho que descendamos por el árbol evolutivo y que nos remontemos en el tiempo, tienen un sistema asimétrico. ¿A qué se debe, si el mundo con el que interactúan no es asimétrico? Yo ya estaba participando en un estudio de neuroimagen que estaba dando frutos evidentes sobre la pérdida de la asimetría cerebral normal en casos de esquizofrenia. Así que no pude evitar pensar que el tema podía tener cierta relevancia.

Cuando, tras veinte años de investigación, llegó el momento de publicar este libro, creí que me enfrentaría a un entorno académico y científico especializado hostil. Con la salvedad de unas pocas excepciones, no ha sido así y, por suerte, algunas de las personalidades más conocidas de la neurociencia han considera do muy en serio la tesis del libro. También contaba, por supuesto, con la facción habitual de quienes se autoproclaman «desmonta dores de mitos», personas que se complacen en superar a la incauta gran masa declarando que «no vale para nada» sin tomarse la molestia de conocer las pruebas antes de pronunciarse. Imagino que habrá habido muchas, pero eso es irrelevante.

La otra razón por la que no esperaba que el libro tuviera una gran acogida era porque, he de admitirlo, no es una lectura fácil. He procurado escribirlo con la mayor claridad posible sin caer, eso espero, en la condescendencia, sino tratando de mantener un nivel que permita familiarizarse con ciertos temas de neurociencia y filosofía, pero sin presuponer ningún conocimiento previo. Mi objetivo ha sido explicar lo que he visto de un modo comprensible para cualquier persona interesada y no especializada en estos asuntos. Aun así, es probable que la neuropsicología y la fenomenología no se ajusten a la idea más extendida de lo que es una lectura fácil.

*

Diez años después de aquello, me siento verdaderamente asombrado por la inesperada difusión que ha encontrado la obra entre personas de todas las disciplinas y condiciones sociales. Ya se han superado los cien mil ejemplares vendidos y ha encontrado público en todo el mundo. Creo que esto se debe a que las diferencias estructurales y funcionales que describo entre ambos hemisferios cerebrales tienen, como tiene que ser, sus correlatos en la mente; y a que de manera intuitiva reconocemos estas diferencias estructurales y funcionales en nuestra consciencia, aunque solo, al parecer, una vez que nos las señalan.

Una de las reacciones más comunes ha sido esta: «Usted ha expuesto ideas que yo conocía, pero para las que nunca había encontrado palabras. Me ha transmitido algo que me ha convencido de inmediato porque, en cierta medida, ya era consciente de esos patrones que expone y de las asociaciones que establece». Esto no puede deberse tan solo a que estas personas estuvieran familiarizadas con la idea popular sobre el cerebro izquierdo y el cerebro derecho, ya que el cuadro que emerge de este libro difiere mucho de cualquier otro que pudieran conocer con anterioridad. Y tampoco puede deberse sin más a que aquí haya distinciones filosóficas con las que ya estuvieran familiarizadas, al margen de cualquier correlato mental, ya que el patrón de diferencias no es el mismo que los que emergen en cualquier debate filosófico convencional, aunque algunas partes de él ciertamente encuentran reflejo en diferentes puntos de la historia de las ideas, que es el tema que abordo en la segunda mitad del libro.

La gran diferencia entre esta exposición y la idea más extendida sobre el cerebro izquierdo y el derecho se aprecia con la más simple de las observaciones. Así, por ejemplo, no es cierto que el hemisferio izquierdo sea ajeno a las emociones, tal vez algo aburrido, pero al menos con los pies en la tierra y de fiar: de hecho, el hemisferio izquierdo es más propenso que el derecho a enfadarse o a ser despreciativo, a sacar conclusiones precipitadas, a hacerse ilusiones o a quedarse anclado en la negación. Tampoco es cierto que en el hemisferio derecho no haya lenguaje (cosa distinta es que carezca de discurso): entiende mejor que el izquierdo muchos de los elementos más sutiles e importantes del lenguaje. Tampoco es verdad que el hemisferio izquierdo sea incapaz de manejar imágenes visuales: en ciertos aspectos puede hacerlo de un modo muy evidente. Las matemáticas y la ciencia no dependen en primera instancia del hemisferio izquierdo, sino que recurren a ambos he misterios para distintas facetas. Y no, ni el cerebro izquierdo es masculino ni el derecho es femenino.

La hipótesis de los hemisferios trasciende y reemplaza —pero no perpetúa— las viejas dicotomías de razón frente a sentimiento, racionalidad frente a intuición, «sistema I frente a sistema II», cerebro masculino frente a cerebro femenino. Cada hemisferio desempeña una función particular a uno y otro lado de cada una de esas dicotomías.

[…]

—————————————

Autor: Iain McGilchrist. Título: El maestro y su emisario. El cerebro dividido y la conformación del mundo occidental. Traducción: Dulcinea Otero-Piñeiro. Editorial: Capitán Swing. Venta: Todos tus libros.

4.1/5 (12 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios