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El vídeo inédito de José María Fonollosa

El vídeo inédito de José María Fonollosa

El pasado 4 de junio, durante la celebración de un homenaje a José María Fonollosa celebrado en la sala polivalente del Mercat de Sant Antoni (Barcelona) con motivo del centenario de su nacimiento, se proyectó un vídeo que ha permanecido inédito durante treinta y tres años. En Zenda hemos tenido acceso a ese documento, que publicamos en primicia a continuación.

Además, acompañamos la publicación de la filmación con una entrevista al poeta Daniel Busquets, amigo de Fonollosa y coprotagonista asimismo del video. Ilustramos el texto con las imágenes del acto en el que se visualizó por primera vez el vídeo. Entre los participantes destacaron Maribel Parcerisas Fonollosa, sobrina y albacea del poeta, y Montse Ordóñez, organizadora del evento, además de grandes personalidades del mundo de las letras, como José Ángel Cilleruelo, Daniel Busquets, Eduardo Moga, Anna Pantinat, Esther Zarraluki, Eduard Sanahuja, Pedro Alcarria y Jordi Valls.

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VÍDEO INÉDITO DE JOSÉ MARÍA FONOLLOSA

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ENTREVISTA A DANIEL BUSQUETS

En primer lugar ¿podrías explicarnos las circunstancias en las que se grabó el video?

—Fonollosa había publicado Ciudad del hombre en mayo de 1990 y el mes siguiente nos reunimos con él dos amigos en nuestro bar habitual, Salduba, esquina Muntaner con la Gran Vía barcelonesa. Se filmó el momento en que me dedica el libro y los minutos posteriores.

—¿Qué te pareció la reacción del público y los participantes tras la proyección del vídeo?

—Creo que provocó interés por la novedad y cierta emoción, porque Fonollosa aparece muy próximo y con gran personalidad poética.

Pedro Alcarria

Se percibe en la filmación la familiaridad y confianza propias de una larga amistad. ¿Cómo fue tu relación con el poeta?

"En aquel estudio te sentías como un pistolero de su admirado Sam Peckinpah al franquear con ambas manos la doble puerta batiente al principio del pasillo que conducía al salón"

—De veinte años, muy definida por el mutuo respeto y afecto, comunes intereses literarios y la diferencia de edad. Al conocerle, Fonollosa tenía 49 años y yo 18. Una noche de octubre de 1971 acompañé a un amigo reciente que conocía a Fonollosa al estudio del poeta en la calle de la Formatgeria. El anfitrión enseñó a los asistentes su pequeño museo erótico, que combinaba muñecas hinchables con artículos de sex shop, todo ello traído del extranjero. Faltaban cuatro años para la muerte de Franco. Luego Fonollosa nos leyó poemas de un libro en curso, originales e impactantes. En la velada disfrutamos comida, tertulia, whiskey y jazz de fondo. Como yo era aficionado a agendas y diarios anoté la dirección del novelesco personaje y la fecha del encuentro. Acabaría formando parte de su círculo de amistades cuando Josep Maria supo que yo escribía y me gustaba el jazz además de la literatura, Fonollosa fue un gran conocedor del jazz, escribió críticas e intervino em una Breve Antología de Cantos Spirituals negros (1951) con su gran aliado Alfredo Papo, indispensable figura de referencia en el tema y tenaz promotor. Ambos estuvieron implicados en la organización del Festival de Jazz de Barcelona durante un tiempo. Papo fue muy leal a la memoria de su amigo. Josep Maria también estaba presente, siempre divertido y provocador, en otros medios bohemios antifranquistas relacionados con el cine y la pintura. Ejercía la profesión de administrador de fincas, y el primer piso de alquiler que compartí con un par de amigos llegó de su mano a mediados de 1973. Sería otro punto de reunión para nuestras cenas, lecturas o proyecciones. Él vivía con la familia de su hermana menor, pero pasaba los fines de fines de semana en otro lugar, un estudio, Formatgeria primero, y luego en la calle Besalú, donde se desarrollaron la mayoría de las reuniones. Sabíamos también que era el escenario de su secreta y larga relación con una amante. En aquel estudio te sentías como un pistolero de su admirado Sam Peckinpah al franquear con ambas manos la doble puerta batiente al principio del pasillo que conducía al salón.

José Ángel Cilleruelo, Daniel Busquets, Anna Pentinat y Eduardo Moga

¿Hablaba del pasado anterior o su etapa cubana entre 1951 y 1961?

—Había vivido la Guerra Civil y la siniestra década posterior. Mencionaba haber contemplado cadáveres tras los bombardeos de 1938 en Barcelona, cerca de la zona donde vivía. También aludió a la tertulia poética en el Términus, a mediados de los 40. Sobre Cuba hablaba un poco más, con anécdotas de tipo erótico francamente divertidas o sobre el Romancero de Martí y la etapa castrista. En la isla descubrió su paraíso de sensualidad y libertad personal que acabaría convertido en un infierno de omnipresente vigilancia y control, del cual tuvo que marchar por razones económicas y de incompatibilidad. «Ellos deseaban poseerlo todo», decía, «también tu alma». Fue su época más dura y supongo que el regreso a la Barcelona franquista también lo sería.

—¿Puedes hablarnos de su alejamiento del mundo literario y largo silencio editorial?

"Asumió alejarse de ambientes literarios y seguir escribiendo a la espera de tiempos mejores. En 1982 volvió a moverse, pero tampoco respondían premios y editores"

—El mundillo poético de la Barcelona de los cuarenta lo retrata muy bien en su novela en verso Poetas en la noche. Describe claramente sus limitaciones y pequeñas miserias. En La Habana no se acercó al medio literario, aunque conocía a las figuras. Me habló de José Lezama Lima y Virgilio Piñera. Como mínimo, se saludaban por la calle. Allí publicó el Romancero de Martí y otro libro del que he sabido después, Poemas del primer amor. Desde Cuba se presentó sin éxito al premio Ciudad de Barcelona poco antes de volver a nuestro país. Aquí se limitó a contactar por correo con el influyente poeta José Luis Cano. Le publicó cinco poemas en Poesía española, pero le dice textualmente en una carta de 1962 que Soledad del hombre “no tiene cabida en Adonais” por su “falta de poesía”. Cano era hombre de izquierdas en una época con circuitos literarios o editoriales muy afines al Partido Comunista de España. En su misiva de respuesta a Cano, Fonollosa menciona la “traición de Fidel”. Josep Maria también había escrito una carta al director de un periódico barcelonés acerca de la represión castrista. Creo que además de las divergencias estéticas con Cano, su anticastrismo resultaba problemático en un medio simpatizante con el régimen cubano. Fonollosa se declaró siempre anticomunista, ese era el primer elemento de provocación. Tampoco ocultaba su condición de poeta en activo. Mostraba una gran permisividad que los más jóvenes valorábamos y a la que otros podían oponer reparos. Asumió alejarse de ambientes literarios y seguir escribiendo a la espera de tiempos mejores. En 1982 volvió a moverse, pero tampoco respondían premios y editores. En el poema “Carrer de Pelai 4” alguien dice: Son los mismos. Están aún los mismos / que me dijeron “no” hace veinte años. Quiero subrayar que suman veinte años los transcurridos entre 1962 y 1982.

—¿Le interesaba el ambiente contracultural y underground de tu generación?

—Conocía perfectamente sus antecedentes norteamericanos y era muy permisivo, pero le interesaba básicamente lo que hacían sus jóvenes amigos. También le atrajo el cine underground cono escena alternativa e independiente. Se puso de moda filmar cortos en super 8 a mediados de los setenta. En algún poema Fonollosa alude a los rollos de Kodak Ektachrome, que en algún momento utilizó para rodar cosas suyas. Los años de la Transición fueron determinantes para Fonollosa porque había desaparecido la censura y se estaba viviendo una época con perfiles hedonistas y elementos de nihilismo. Incorpora a su obra referencias a porros, ácidos, heroína, la sala Zeleste, la bomba de neutrones que fue noticia entre 1978 y 1982, etcétera. En 1985 daba por terminada su Ciudad del hombre y aparecen dos poemas suyos, los primeros que daba a conocer desde 1961, en el fanzine underground Memoriart. Un circuito alternativo fue pionero en reconocer al poeta.

Daniel Busquets

—¿Puedes darnos tu impresión de la etapa que va desde el encuentro con Gimferrer hasta su muerte?

"La implicación de Pere Gimferrer alegró a Fonollosa por ser el candidato preferido para promover su obra"

—La implicación de Pere Gimferrer alegró a Fonollosa por ser el candidato preferido para promover su obra, en su doble condición de poeta prestigioso y lector adolescente de sus versos no premiados. También era cinéfilo, aficionado al jazz y catalanista como él. Josep Maria confiaba del todo en Gimferrer, te explicaba que iba siguiendo sus recomendaciones y le estaba muy agradecido. Celebro que Fonollosa pudiera disfrutar en vida, aunque brevemente, la excelente recepción de Ciudad de hombre; New York. Vi a mi amigo por última vez en la primavera de 1991 en el mismo bar del vídeo, muy desmejorado y sombrío, por recurrentes problemas de salud, Murió en otoño.

—¿Cómo fue tu relación literaria con Fonollosa?

—Leíamos nuestros respectivos textos y se comentaban. Lo mío eran relatos en catalán y algún que otro poema. A lo largo de los años, oí de su voz muchos poemas. Como él iba revisando o añadiendo, todo era oral. Me pasó en los últimos años Poetas en la noche y El ascensor, relato de ciencia ficción, género que nos gustaba a los dos. Fonollosa no leía solamente al Marqués de Sade y La Vanguardia, como se dice en el prólogo de Gimferrer. Su biblioteca de poesía era notable. Compraba asimismo cómics de calidad, libros sobre artes visuales y tratados sobre erotismo o sexualidad, Volviendo a nuestra relación literaria, Fonollosa te animaba a publicar. Me dedica su libro con estas palabras: “Al singular bibliotecario al que le falta un libro: el suyo. Con todo el amical afecto”. En el vídeo observarás que insiste verbalmente: “Falta que esté entero. Y acabado”. Mis publicaciones llegarían bastante tiempo después.

El vídeo es un documento valioso porque se ha llegado a dudar de la existencia real de Fonollosa o a plantear que se trataba de un heterónimo de Pere Gimferrer. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

—La realidad desmiente esa clase de dudas, Unos periodistas concretos conocieron personalmente a Fonollosa en 1990. La prensa local anunció su fallecimiento. Familiares y amistades le despedimos en el cementerio de Montjuïc en octubre de 1991. Ignoro si Fonollosa llegó a conocer las dudas sobre su existencia. Le habrían divertido, al fin y al cabo, eran reacciones. Fonollosa amaba incomodar o escandalizar. La variedad de voces de sus poemas le permite jugar con ambivalencias, paradojas y contradicciones. Desembocan en un impacto que a veces invita a mirarte en el espejo.

—¿Cómo has valorado su recepción?

"Yo había considerado útil aguardar a tener un perfil literario propio para sumarme algún día a la reivindicación de Fonollosa y también esperaba esta edición para dar el paso"

—Desde 1990 hasta 2001 fue sin duda importante. La seguí de cerca y tengo buenos recuerdos de actos, presentaciones y homenajes, especialmente el que tuvo lugar con una asistencia masiva en mayo de 2001 dentro del Festival de Poesía de Barcelona. Fonollosa ha contado con buenos aliados iniciales, como Pere Gimferrer y Jaume Vallcorba, el editor de Sirmio. Resulta decisivo que Joan Manuel Serrat y Albert Pla musicaran sus poemas, porque así se ampliaba el número de lectores. Me pareció perfecto también leer a Fonollosa en DVD ediciones de Sergio Gaspar y que José Ángel Cilleruelo fuese el editor literario. Resultó inevitable esperar unos años para su edición íntegra de Ciudad del hombre (EDHASA, 2016). Por fin pude realizar la ansiada lectura del material inédito. Tantos años después recordaba los poemas que nos había leído. Yo había considerado útil aguardar a tener un perfil literario propio para sumarme algún día a la reivindicación de Fonollosa y también esperaba esta edición para dar el paso. Se ha ido tejiendo una red de complicidades desde entonces, y el reciente Homenaje incluyó a poetas en castellano y en catalán muy cercanos a Fonollosa.

Maribel Parcerises, sobrina de José María Fonollosa

—¿Era Fonollosa consciente de la condición de poeta de culto que iba a alcanzar?

—Creyó que su obra tendría reconocimiento, lo dice en una entrevista. Por cierto, a Fonollosa algunos le llaman ahora “poeta de ultraculto”.

—¿Hay influencia de Fonollosa en tu trilogía poética?

—José Ángel Cilleruelo menciona en el prólogo de la edición bilingüe de La intriga constante la influencia despersonalizada de Fonollosa relativa al sujeto poético y añade el matiz diferenciador de un «yo generacional» en mi caso.

¿Por último, Daniel, crees que se reconoce ahora la importancia de Fonollosa?

—Me ha parecido una buena señal el libro homenaje Ciudad Fonollosa, presentado en Logroño, Madrid y Barcelona. Por supuesto, convendría editar su obra completa, pero todo lo relativo a Fonollosa parece transcurrir con lentitud. Un ejemplo es su peripecia editorial. No dudo que llegará en su momento. Para terminar, Pedro, te explicaré una anécdota. A principios de 1971, con mi profesor de Preuniversitario, el poeta y crítico Ignacio Prat, habíamos comentado en clase y fuera de ella “Notas parciales sobre la poesía española de posguerra”, reciente y polémica publicación de Pere Gimferrer. Unos meses después conocí a Fonollosa, al que ahora considero un poeta fundamental de la segunda mitad del siglo XX. En casos como el de Fonollosa, la gran poesía es resistencia teñida de misterio.

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