Inicio > Poesía > Flores secas de una orquídea

Flores secas de una orquídea

Flores secas de una orquídea

Antes de cerrar la puerta de mi casa por más de un mes, miré por última vez la orquídea del salón. Las flores todavía no habían abierto y, mucho me temía, este año no iba a disfrutar de su magnífica floración.

Camino al aeropuerto, de madrugada, pensé en aquellas flores blancas que busco, al llevar el desayuno a la mesa, todas las primaveras desde hace unos años.

Me dio pena, pero la emoción del viaje, el ajetreo de aviones, escalas, esperas,… me hizo olvidarme la planta más de 30 días.

La recordé de nuevo en el ascensor, de vuelta a casa. Qué pena, abrir la puerta y ver las flores secas sobre la mesa.

Pero no: como si la orquídea lo supiera, retrasó su floración —algunas de sus flores todavía no habían abierto a mi regreso— y, este año, nos ha regalado una vara inmensa, con más de una docena de blancas alegrías.

Ha tenido una larga vida. Más que nunca.

Como si notara que es la única ilusión de vida vegetal que tengo en casa. Como si notara mi minúscula tristeza y hubiera querido darme una sorpresa. Como si esas flores abriéndose fueran algo importante para mí —lo son, de algún modo— y la propia maceta lo entendiera.

He contado la gesta de mi planta en varias ocasiones. Ha querido esperarnos, digo siempre. Y he pensado en los versos de un poema de Maribel Andrés Llamero: «Observa y admira bien / la naturaleza que reclama tu calor / como todo lo que germina».

Releo el poema al que pertenecen, «Origen de la floricultura», estos días, cuando las flores secas de la orquídea, agotadas, han ido cayendo sobre la mesa. Es un escrito hermoso, que reivindica la belleza que atesora la nada, lo pequeño, lo impresvisto:

Habrás de cuidar tú solo

de este bosque que te cerca,

sin esperar nunca que sea

geométrico jardín.

 

Atiende a los árboles, a las plantas,

a las flores, a sus frutos con pausa

y dedicación

para que sean.

Observa y admira bien

la naturaleza que reclama tu calor

como todo lo que germina.

Acaricia su futuro,

yema contra yema,

y también frente a la biología

confía siempre en el verbo:

las corolas quieren de tu voz

palabras agradecidas que las haga estallar.

(…)

Los inútiles es el tercer poemario de Maribel Andrés Llamero. La escritora salmantina, que inaugura el sello Isla Elefante, dirigida por el poeta Ben Clark, se abalanza sobre el tiempo para detenerlo; sobre lo brillante para retirarlo y dar protagonismo a lo opaco; sobre lo íntimo para convertirlo en protagónico.

Reivindica lo inútil, porque es lo que verdaderamente importa. Pareciera que la misión de la poeta es destacar la nada, lo aparentemente intrascendente, que va descomponiendo en capas hasta mostrar atisbos de lo esencial. Y todo ello en un verso fácil, rítmico y estético, con el que consigue iniciar al búsqueda más compleja de todas, la de «aquello/ que tan solo se insinúa».

Lo hace en un libro que divide en tres partes y en el que, además de celebrar «lo inútil’, que leeremos aquí como «lo improductivo» desde un punto de vista mercantil, capitalista, mira hacia la sustancia del pasado, se acerca a la médula del amor o se recrea en las memorias que construyen lo único que acaba por ser importante cuando ya nada más lo es.

Basta con leer las citas que abren la propuesta de esta profesora universitaria para entender el alma del poemario. Voltaire dice, en una de ellas, Le superflu, chose très nécessaire. Y en esa tesis trabaja la autora, que ya en sus anteriores libros  —El autobús de Fermoselle o La lentitud del liberto— ha indagado, siquiera de perfil, en estas cuestiones que comienzan a convertirse en el centro de su propuesta literaria, estética y ética:

Esta tarde yo también quiero confesar,

como Sá de Miranda,

que gusto de lamer mis versos

con el mismo amor y dedicación

que la osa a sus hijos

más necesitados.

ARMAS QUE SUSURRAN

Aunque no lo parezca por su propia naturaleza, leo Los inútiles como un libro combativo: la poeta lucha por mostrar la hermosura de lo que ni siquiera se reivindica como tal. El vuelo final de un pájaro, el barro que nos conforma, la risa espontánea, el milagro de unir unas letras y que surja una palabra… Todas estas imágenes son como armas que susurran y sostienen al hombre, a la mujer, aunque estos ni siquiera sean conscientes.

Cada uno de los 37 poemas de este libro se nutren de esta idea: el arte creador del ser humano o de la propia naturaleza, el pasado visto en forma de lugar que da cobijo, el futuro que se asume como la esperanza de lo que se está por vivir… En todo ello construye Maribel Andrés un mundo lleno de inutilidades que, si se observan bien, son capaces de colmarnos de una felicidad sosegada, como si todo estuviera cumplido.

Lo que ando buscando incansable,

a tienda siempre, con tanto afán,

es solo la lucidez para habitar

este preciso instante

de ahora en que respiras

y me miras,

y descubrir

que en este sencillo estar

se revela y se levanta

tímida pero gloriosa

toda la alegría.

—————————————

Autor: Maribel Andrés Llamero. Título: Los inútiles. Editorial: Isla Elefante. Venta: Todostuslibros

4.4/5 (37 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios