Menos de un año después de haber recibido el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2024, la autora argentina Gabriela Cabezón Cámara vuelve a México para seguir haciendo justicia a través de sus novelas a mujeres y escritoras que han sido menospreciadas a lo largo de la historia.
Por suerte para la sociedad y el mundo de la literatura en concreto, esto ha cambiado y pueden surgir iniciativas como Las Moiras (del grupo editorial Penguin Random House), que pretende destacar a autoras latinoamericanas reconocidas y emergentes. “En los últimos 50 años, y especialmente los últimos 15 más o menos, un montón de mujeres tuvimos acceso a publicar. Ya no se nos despreciaba por ser mujeres. Somos consideradas sujetos capaces de escritura como cualquier varón, y eso, sin duda, es algo para festejar”, celebra Cabezón.
Escritoras como la mexicana ganadora del Pulitzer, Cristina Rivera Garza (El invencible verano de Liliana), o la también argentina Samantha Schweblin (El buen mal) editadas por Random House en Latinoamérica, resaltan entre las narrativas diversas que se están publicando. “Escribimos cosas muy distintas, con muchos temas distintos, con personajes de cualquier género”. La autora advierte la “maravilla” que es poder hacer libros como mujer, a pesar del crecimiento de la censura en países como Estados Unidos o Argentina, territorio donde recientemente se forjó una polémica en torno al intento de retirar por parte del Gobierno argentino el libro Cometierra (2019), de Dolores Reyes.
“En un momento histórico tan curioso en el que, por un lado, avanzan las ultraderechas con la censura (y) también se empieza a publicar a personas que tradicionalmente ni siquiera son consideradas personas por la gente del poder. Es un momento histórico rarísimo”, reflexiona con curiosidad.

Efe / Mario Guzmán
Esta diversidad, apunta, se consigue buscando en cada “grupo de personas a uno, dos, tres, diez o cien grandes escritores” que si no habían accedido a la publicación “era por mera discriminación”. Además, Cabezón alerta de que estos movimientos de censura observados en escuelas públicas y bibliotecas no son “espontáneos e inocentes” y tampoco son provocados porque a “algún padre no le guste” un libro, sino que es una tendencia “internacional de ultraderecha”.
Tras la muerte del último gran exponente del boom latinoamericano, el peruano Mario Vargas Llosa, la autora no se atreve a confirmar si la escritura del continente está en su mejor momento. “Lo que sí puedo decir es que estamos produciendo una literatura muy potente, muy rica, muy diversa, que tiene de todo”, expresa sobre la corriente actual a la que no se puede calificar con un solo “es esto”. Un momento de “mucha ebullición, creatividad y hermosura” perfecto para cultural y políticamente contra aquellos que “están tratando de volver a formas casi medievales”.


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