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Guerra y guerra, de László Krasznahorkai

Guerra y guerra, de László Krasznahorkai

Ya conté, en la reseña de Tango satánico (1985), que la editorial Acantilado me había enviado este libro y El barón Wenckheim vuelve a casa (2016), de László Krasznahorkai (Gyula, Hungría, 1954), un autor que llevaba unos años sonando bastante como posible ganador del Premio Nobel de Literatura y que, efectivamente, se ha convertido en el ganador este 2025. Tras la grata sensación que me dejó Tango satánico de encontrarme ante un grandísimo escritor centroeuropeo, me puse con Distritos de frontera (2017) del australiano Gerald Murnane, otro nombre que también sonaba para el Nobel. Después de este libro sopesé ponerme con El barón Wenckheim vuelve a casa, pero —con sus más de 500 páginas— pensé que no me iba a dar tiempo a tenerlo terminado para el 9 de octubre, día en el que se anunciaba el nombre del ganador del Nobel, y en esta fecha me había propuesto estar en disposición de empezar algún libro de ese nuevo nombre en el palmarés del Nobel. De este modo, como quería seguir con Krasznahorkai, saqué de la biblioteca Guerra y guerra (1999), que tiene 325 páginas y sí me iba a permitir alcanzar el 9 de octubre sin tener un libro a medias. Además, El barón Wenckheim vuelve a casa es la última obra del autor, y me parecía interesante poder llegar a ella conociendo mejor su obra anterior. Si bien Tango satánico era su primera novela, Guerra y guerra es la cuarta.

"En estas primeras páginas me he vuelto a encontrar con un estilo denso y ampuloso como el de Tango satánico, con frases que se pueden alargar hasta más una página, con multitud de subordinadas"

«Ya no me importa morir, dijo Korin, y tras un largo silencio, señalando un estanque cercano, preguntó: ¿Aquello son cisnes?» es la primera frase de la novela. Desde luego, es una gran primera frase de novela. El lector sabrá —en el primer capítulo— que Korin tiene cuarenta y cuatro años. Ha tomado la decisión de «marcharse al centro del mundo, allí donde se toman las decisiones, donde ocurren y se disponen las cosas, como antaño en Roma, es decir, resolvió que haría las maletas y se marcharía a esa “Roma”, pues, se preguntó, ¿qué hacía él en aquel archivo a doscientos veinte kilómetros del sudeste de Budapest cuando podía estar en el centro del mundo, toda vez que estaba acabado?» (pág. 29). La situación inicial de Korin es complicada: ha viajado a Budapest y se ha visto asaltado por un grupo de adolescentes, casi niños, de entre once y catorce años, con navajas, que pretenden robarle el dinero. Le han arrinconado en un puente sobre las vías del tren, y él —justo cuando empieza la novela— ha decidido contarles su historia. Los adolescentes han cogido ya fama en la zona como atracadores violentos, pero no saben cómo reaccionar ante aquel tipo que les parece un loco.

En estas primeras páginas me he vuelto a encontrar con un estilo denso y ampuloso como el de Tango satánico, con frases que se pueden alargar hasta más una página, con multitud de subordinadas. Esto obliga al lector a una lectura atenta y, en más de una ocasión, es posible que tenga que volver la vista atrás y comenzar de nuevo alguna frase de la que perdió el hilo. En ningún caso, como ya comenté al hablar de Tango satánico, es esta una característica de estilo que deba alarmar a ningún lector con un mínimo de experiencia. En realidad, cuando uno se sumerge con predisposición en la página la experiencia lectora acaba siendo muy gratificante, pues la prosa de Krasznahorkai es realmente rica e inteligente.

"Korin trabajaba en un archivo en una provincia húngara. Este escenario, del que no se habla mucho, en realidad, en la novela, acaba, sin embargo, creando sobre la misma un aire de irrealidad kafkiano"

En estas primeras páginas me he encontrado con un interesante nuevo recurso: el narrador, además de mostrarnos la escena, nos informará sobre cómo los personajes se la relatarán en un futuro cercano (al día siguiente, normalmente) a terceros que no vivieron esa escena. Así nos hablará el narrador de la reacción de los siete chicos ante el monólogo de Korin: «Ellos siete no estaban por la labor ni dispuestos a responder a nada, que no les interesaba el asunto, sobre todo a partir del momento en el que el “pavo ese empezó con aquello de perder la cabeza”, como contaron más tarde a unos amigos, porque a ellos les importaba “un pijo”, dijeron» (pág. 13). Este recurso le da juego a Krasznahorkai al salirse, durante algunas líneas, de su estilo denso y ceder la voz narrativa a los personajes, mediante —como vemos— el uso del estilo indirecto libre. Hacia la mitad de la novela, Krasznahorkai usa un poco menos este recurso, pero lo cierto es que está presente durante todo Guerra y guerra.

Korin trabajaba en un archivo en una provincia húngara. Este escenario, del que no se habla mucho, en realidad, en la novela, acaba, sin embargo, creando sobre la misma un aire de irrealidad kafkiano. Korin ha descubierto en su archivo un documento que, en principio, no debería estar allí. Ha descubierto una novela sin firma, y considera que hacer que ese texto, que encuentra sublime, sea conocido, se va a convertir en la misión de su vida, una vida que hasta entonces pensaba sin alicientes. Korin se divorcia de su mujer, vende su casa y sus bienes y con el dinero que ha obtenido va a viajar a Nueva York, esa «Roma», donde ocurre todo, como se anunciaba en la cita que he recogido en esta reseña. Una vez cumplida su misión (dar a conocer el manuscrito que acabará llamando Guerra y guerra) piensa que su vida dejará de tener sentido y sucumbirá (esos son sus planes) a sus tendencias suicidas.

Guerra y guerra se publicó en 1999, en un momento en el que el uso de internet comenzaba a popularizarse. La idea de Korin es crear una página web y dejar ahí el texto que ha encontrado, para que pueda aspirar a la inmortalidad. Además, esto debe hacerlo desde Nueva York, el centro del mundo.

"Uno de los temas de la novela es el de la incomunicación, puesto que Korin casi no sabe nada del idioma inglés y le contará sus impresiones sobre la novela a la mujer en húngaro, idioma que esta desconoce"

Según Korin empieza a teclear el texto, el lector lo irá conociendo. Korin ha quedado fascinado por la historia de cuatro hombres que, en cada capítulo de la obra, aparecen en algún contexto histórico (la antigua Grecia, la Alemania medieval, Venecia, etc.) en el que está a punto de comenzar una guerra. Korin también le irá relatando lo que lee y pasa a ordenador a una mujer portorriqueña, en cuya casa empezará a vivir en Nueva York, junto a un húngaro.

Uno de los temas de la novela es el de la incomunicación, puesto que Korin casi no sabe nada del idioma inglés y le contará sus impresiones sobre la novela a la mujer en húngaro, idioma que esta desconoce. Además, el lector intuye que ese texto en húngaro que Korin vierte en la recién estrenada red lo más probable es que no llegue a nadie y que, por tanto, sus deseos de inmortalidad o trascendencia, a través de su perdurabilidad, acaben resultando vanos. De todos modos, cuando Korin consigue encontrar a interlocutores húngaros tampoco acaba teniendo mucho éxito, puesto que sus interlocutores le consideran un loco.

Como ya conté, en la primera escena Korin sufre la violencia de un atraco y, en su primer día en Nueva York, según está saliendo del aeropuerto, alguien le agrede sin ningún motivo. La historia de la humanidad, parece decirnos este libro, es una historia de violencia, muerte y guerra.

"Korin es un ser absolutamente vulnerable en la ciudad de Nueva York, un ser existencialista que enfrentará al lector al misterio de la violencia y el sinsentido del mundo"

Guerra y guerra es un libro, en principio, de lectura más sencilla que Tango satánico, puesto que en esta nueva novela el narrador sigue casi exclusivamente las andanzas de un único personaje —Korin— y en Tango satánico la novela era más coral. También, en la segunda parte de Tango satánico había algún capítulo un tanto desconcertante, que parecía salirse de la lógica de la historia contada y que requería que el lector pusiera de su parte alguna hipótesis sobre lo que estaba ocurriendo. El lector de Guerra y guerra, una vez superado el tema de las frases larguísimas, como ya he comentado, va a adentrarse en un texto más lineal, aunque con varias analepsis, donde el narrador nos explicará el pasado de Korin, y la novela se irá haciendo algo más oscura en su segunda parte (como ocurría en Tango satánico), cuando nos acerquemos a las páginas del manuscrito que fascina a Korin aunque, como él mismo afirma, no acaba de entender todos sus significados, llegando a decir que se encuentra ante un manuscrito ilegible.

El lector acabará sintiendo simpatía hacia Korin y su deseo de ser inmortal a través de la obra de un artista desconocido. Korin es un ser absolutamente vulnerable en la ciudad de Nueva York, un ser existencialista que enfrentará al lector al misterio de la violencia y el sinsentido del mundo, con algunos ecos finales de novela de Thomas Bernhard.

Como ya me pareció Tango satánico, Guerra y guerra es, de nuevo, una grandísima novela.

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