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Ian McEwan: «Si la novela tuviera que morir, hace años que habría desaparecido»

Ian McEwan: «Si la novela tuviera que morir, hace años que habría desaparecido»

El escritor británico Ian McEwan, que acaba de publicar en España su última novela, Lecciones (Anagrama), considera que «si la novela tuviera que morir hace años que habría desaparecido».

En una rueda de prensa virtual desde Gran Bretaña, McEwan ha subrayado que piensa que «la novela no desaparecerá, a pesar de que los intelectuales tendemos a ser pesimistas».

Amante de las series de televisión, McEwan reflexiona que «a priori, parecería que nadie puede resistirse a tantos capítulos que componen series como The Office o Succession«, y añade que cuando va a festivales literarios, incluso con mal tiempo, «hay personas apasionadas» y tiene una explicación: «Aún no hemos encontrado una forma superior de investigación del entorno humano como la novela, ni siquiera la poesía ni el teatro». Y añade el autor de Operación Dulce: «Las novelas tienen realmente tentáculos muy largos y entrar, penetrar en las mentes de otras personas es realmente un gran regalo, algo que no creo que proporcionen las series de televisión».

En su opinión, la novela es «la mejor manera de ilustrar el flujo de la conciencia, el poder ser otra persona o hasta qué punto nos parecemos también en ocasiones entre nosotros». Lecciones (Anagrama) se centra en el personaje de Roland Baines, con el que el autor comparte algunos elementos, que fue enviado por sus padres a un internado, donde tomó lecciones de piano con una joven profesora, con quien tuvo una experiencia fascinante y traumática a partes iguales, que marcaría su vida para siempre.

Con el tiempo, Roland viaja y vive en distintos lugares, se casa y tiene un hijo, pero su vida se desmorona cuando su mujer, Alissa Eberhardt, lo abandona sin dar ningún tipo de explicación, y se ve empujado a reconstruir sus recuerdos para tratar de entender lo sucedido, desde su infancia en Trípoli, donde su padre militar estaba destinado, pasando por los grandes acontecimientos de los últimos setenta años: «La crisis de Suez, los misiles de Cuba, la caída del Muro de Berlín, Chernóbil, el Brexit, la pandemia».

Admite McEwan que «muy pocos de nosotros nos encontraremos nunca en la posición para hacer algo como lo que hace Alissa, que igual nos parece condenable y, de hecho, en ese sentido se condena más a las mujeres que a los hombres», un doble rasero que el autor quería explorar. Al igual que al protagonista, el propio McEwan vivió en Trípoli «un acontecimiento tan importante para Gran Bretaña, Francia, Israel o Egipto como fue la crisis de Suez», que vivió con ocho años: «Sólo ahora al escribir la novela he entendido lo importante que fue para mí, que significó el final del engaño del sueño imperial», explica. Aquello forjó un carácter, una sensación de libertad que le empujó a imaginar que «sólo como escritor podría experimentar la vida más libre posible».

Asiste con escepticismo y preocupación a los recortes de la libertad de expresión y de creatividad, no solo en estados autocráticos, sino también en otros democráticos, como Estados Unidos, «donde jóvenes y mayores no quieren leer ciertos libros para no sentir incomodidad, y si no quieren leer, pues que no lo hagan, pero que no impidan a otros hacerlo».

Preguntado por su generación literaria, la conocida en España como «Armada Invencible» del editor Jorge Herralde, confiesa que con la muerte de Martin Amis o de otros compañeros tiene la impresión de que «una parte de mi vida se va con ellos». Sin abandonarse a la nostalgia, McEwan cree que toda esa generación tuvo su época, «una generación dominada exclusivamente por hombres, algo que no debía haber sido así, pero que ha de dar paso al relevo de una nueva».

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