Tal vez el origen remoto de la novela Cornamenta (Random House, 2025) tenga que ver con la respuesta de Horacio Castellanos Moya a la pregunta formulada en algunas entrevistas sobre lo que quería ser de niño: “Alcohólico anónimo, como mi padre”. ¿Respuesta tremendista o irónica? Tal vez. Lo cierto es que Clemente (Clemen) Aragón, el personaje central de su última novela, es miembro y directivo de Alcohólicos Anónimos en El Salvador de principios de los años setenta del siglo pasado. La ficción parte, consciente o inconscientemente, de la realidad.
El propio autor, en “Cuaderno de Tokio”, la primera parte de Envejece un perro tras los cristales (Random House, 2019), registra diversos episodios de borracheras con sake y whisky, además del deseo carnal abierto, lo que explica un tanto la psique de Clemen Aragón. En entrevista a El País en diciembre de 2018 afirmó que los lugares que le inspiran particularmente son los “los bares sin pantallas de televisión”. ¿Tremendismo o ironía? Quizás. “Cuaderno de Tokio”, seguido de “Cuaderno de Iowa”, son diarios imperdibles y potentes en los que se percibe la influencia de Elias Canetti en cuanto a la honestidad brutal y la agudeza de la mirada: “Has vivido con cuatro mujeres. A las cuatro les has puesto los cuernos. Las cuatro te han puesto los cuernos”.
Esta última cita nos remite a Cornamenta. Clemen se enamora de Esther cuando eran jóvenes pero a medida que pasa el tiempo, siendo su esposa, no tiene reparos en irse a la cama con Brenda, su secretaria; tampoco vacila en sentirse atraído por Yolanda, la mujer del Gavilán Migueleño, el luchador fallecido; ni por la prima Angélica; o más importante aún y eje central de la trama: se infatúa con toda naturalidad con Blanca, esposa del general Aguirre, jefe de la Policía Nacional: como jugar a la ruleta rusa —la manera, por cierto, en la que muere el luchador y que desata una investigación policial—.
Un aspecto que llama la atención es la metamorfosis de la Esther de Desmoronamiento (Random House, 2023), cuyas dos primeras partes transcurren en 1963, 1969 y marzo de 1972. De ser una mujer dulce, cariñosa y entregada con admiración a Clement, la Esther de Cornamenta, situada en febrero de 1972, se transforma de una novela a otra y en pocos años en una mujer temperamental, caprichosa y amargada; espejo parcial de su madre neurótica y castrante (Lena). Si bien Clemen ya era alcohólico anónimo, empleado de un canal de televisión y aficionado a la lucha libre en Desmoronamiento, la diferencia que pudo haber propiciado el cambio de temperamento de su mujer —deducción de lector— se debe a los cuernos que le monta Clemen. A pesar de ser él divorciado y cincuentón, con más del doble de su edad, la infatuación se desvanece.
Ahora bien, los cuernos no solo se remiten a Clemen. Blanca, otro personaje relativamente principal, traiciona a su marido, el jefe de la Policía Nacional, al acostarse con Clemen. Y se deja colar la sospecha de que ella también tiene un segundo affaire con un teniente que trabaja con su marido.
Alcoholismo y cuernos; el debate entre suicidio o asesinato del luchador y la investigación policial que se desarrolla; el posible regreso clandestino del padre de Clemen, Pericles Aragón —exiliado por razones políticas—; las diferencias de clases (un auto Austin Cooper que casi se convierte en personaje), son todos elementos que tensionan esta obra que hibrida la novela negra con la novela histórica y que cuenta con pasajes de introspección psicológica; sobre todo en cuanto a la culpa y el arrepentimiento.

Retrato del escritor Horacio Castellanos Moya. © Foto: Margarita Mejía
Los libros de la saga familiar Aragón se pueden leer independientemente, pero cuando se han leído libros precedentes se produce la intertextualidad: fuegos argumentales que estallan, se conectan, ensanchan y enriquecen el placer de la lectura; como cuando se mencionan personajes de novelas de la saga: al abuelo, Mariano Aragón; Mama Licha; Toño y Berta; o Pericles Aragón.
Así como el telón de fondo de la segunda parte de Desmoronamiento es la guerra entre El Salvador y Honduras de 1969, el de Cornamenta se sitúa en 1972 cuando se desconoce la victoria de José Napoléon Duarte como presidente electo de El Salvador y se impone al militar Arturo Armando Molina. Se trata de un golpe de Estado de corta duración y de allí que esta novela transcurra en tres días, que se corresponden con los eventos históricos: “Tarde y noche de viernes”, “La jornada del sábado” y “Al fin el domingo”. La frase larga es sello de identidad de un estilo que fluye con soltura y mantiene la atención del lector sin dificultades de ilación. La tercera persona omnisciente es la voz elegida para contar la historia. Los diálogos están marcados con guiones pero las voces de los personas también se cuelan dentro de la narración en tercera persona. Al final aparece un epílogo en el que se revela el destino y desenlace de algunos de los personajes de la novela. Quien haya leído Desmoronamiento conoce el final trágico de Cornamenta, que solo se revela en la última página tras un andamiaje de suspenso muy bien construido.
Castellanos Moya, en entrevista concedida a Radio Maconda con Julián Figueres —locutor y librero impenitente, como se define él mismo— afirmó que “Cornamenta es un eslabón más de la saga de la familia Aragón: “La escribí para desarrollar fundamentalmente ese personaje con su trama específica”. Clemen, de hecho, es un personaje con facetas oscuras pero a la vez luminoso; comprehensivo y compasivo: quiere ayudar a los alcohólicos pero no duda en acostarse con una mujer casada, colecciona encendedores y es devoto del Cristo Negro de Esquipulas. Su perfil psicológico es de los mayores logros.
En la presentación en KM América Castellanos Moya afirmó que cada novela se escribe dependiendo de las circunstancias. Y como el escritor estaba antes del 2004 dedicado al periodismo, el tiempo se imponía y se enfocaba en escribir novelas cortas (El asco, sabemos, es su obra más conocida: una novela corta magistral que escribió para sacarse de encima la obsesión por la literatura de Thomas Bernhard). Castellano Moya entra en una nueva fase cuando comienza a recibir becas o estadías en distintos países y al convertirse en profesor de escritura creativa en la Universidad de Iowa. Deja el periodismo y las circunstancias le permiten dedicarse a novelas de más largo aliento.
En “Cuaderno de Tokio” anota: “Te has inflado. Quieres la gran obra. En tus novelitas breves eras más auténtico”. Este tipo de confesiones son de una sinceridad inusual en la tradición de escritores hispanoamericanos: confesiones íntimas al estilo de los grandes narradores estadounidenses que no tienen temor de mostrar sus debilidades, obsesiones, vicios, o la tan presente ansiedad en la obra de Castellanos Moya: una literatura valiente que deja una honda huella en el lector y de las más importantes y sólidas sobre América Latina de las últimas décadas.
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Autor: Horacio Castellanos Moya. Título: Cornamenta. Editorial: Random House. Venta: Todos tus libros


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