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Juliette Binoche: «Antes de ser fiel a los demás una debe ser fiel a sí misma»

Juliette Binoche: «Antes de ser fiel a los demás una debe ser fiel a sí misma»

Foto de portada: Jorge Fuembuena. SSIFF.to

Nacida en París, en 1964, Juliette Binoche lleva cuatro décadas siendo un referente indiscutible del cine europeo y también de la industria internacional. Su segunda película, Yo te saludo María (1984) rodada cuando apenas tenía 20 años la puso ya a las órdenes de un cineasta de primer nivel como Jean-Luc Godard. Después vendrían otros nombres como los de André Techiné o Leo Carax, que le dieron sus primeros personajes de peso y con los que desarrolló una relación de complicidad. A la amplia nómina de ilustres del cine francés con los que ha trabajado (Louis Malle, Jean-Paul Rappeneau, Olivier Assayas, Bruno Dumont) se suman directores de otras latitudes con un sólido prestigio autoral como Krzysztof Kieslowski, Michael Haneke, Naomi Kawase, Hou Hsiao Hsien, Abbas Kiarostami o Hirokazu Kore-Eda. Galardonada con el Premio a la Mejor Actriz en Venecia, Cannes y Berlín, obtuvo además el Oscar a la mejor actriz de reparto por El paciente inglés y una nueva candidatura a la dorada estatuilla por su trabajo en Chocolat.

Su última película, Fuego (tercera vez que trabaja a las órdenes de Claire Denis) llegó hace unos días a las pantallas tras su proyección en el Festival de San Sebastián donde Binoche recibió el Premio Donostia como reconocimiento a una carrera a la que no se vislumbra punto final. De ahí que la actriz rehúya la pregunta sobre la falta de buenos papeles femeninos para actrices en edad madura. No es su caso. En Fuego, además, Juliette Binoche encarna las incertidumbres que genera el deseo en una mujer de más de 50 años, toda una declaración de intenciones que vale como síntesis de los riesgos asumidos por una de las intérpretes más prestigiosas del cine contemporáneo.

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—Este año usted ha sido la protagonista indiscutible del Festival de San Sebastián. No solo le han concedido el Premio Donostia sino que ha llevado al Festival dos películas como Le Lycéen y Fuego y además su rostro ha ilustrado el cartel de esta 70 edición. No sé si todo este reconocimiento le hace sentirse abrumada.

—Hay que aprender a relativizar el valor de los premios. En este sentido lo que más ilusión me hace es que este galardón me lo de un Festival como éste al que le tengo tanto cariño. Obviamente, es un honor que te reconozcan pero eso no genera una presión ni una exigencia adicional. Este premio me pilla en mitad de un rodaje y es ahí donde mi sentido de la responsabilidad aflora.

—De todas maneras, aunque usted confiese que le gusta centrarse en el presente, supongo que un premio como el Donostia le lleva inevitablemente a echar la vista atrás y a repasar su carrera. Desde este punto de vista ¿qué directores y qué personajes cree que son aquellos que han contribuido a hacer de usted la actriz que es hoy?

"Aunque trabajar con Jean-Luc Godard no fue nada fácil, fue un gran aprendizaje"

—Pues déjame que piense…. Yo creo que el primer nombre que tendría que citar es Jean-Luc Godard. Es cierto que cuando me eligió para Yo te saludo, María, fue para un papel pequeño, pero aquella vez fue la primera ocasión en la que me enfrenté a un gran director y aunque trabajar con él no fue nada fácil, fue un gran aprendizaje. Luego debo mencionar a Andre Techiné y a Leo Carax, que me ofrecieron mis primeros papeles protagonistas y con los que trabajé en varias ocasiones. Indiscutiblemente uno de los personajes más importante en mi carrera fue el de Azul, a pesar de ser un papel muy dramático, lo disfruté mucho, Kieślowski era de esos directores que te ponían las cosas fáciles. También fue el papel que me abrió las puertas al mercado internacional donde después pude hacer películas como El paciente inglés o Chocolat. De esta película tengo un recuerdo muy bonito porque me hizo entrar en contacto con una audiencia más joven. Y, por supuesto, no puedo dejar de citar a cineastas como Claire Denis, Bruno Dumont o Abbas Kiarostami que me brindaron papeles preciosos en películas como Un sol interior, Camille Claudel o Copia certificada… La lista es larga.

—Tan larga que a la hora de seleccionar sus grandes interpretaciones hay películas o directores de los que hoy nadie se acuerda, por ejemplo Patrice Leconte con el que hizo un trabajo memorable en La viuda de Saint Pierre, Louis Malle con el que rodó Herida…

—Bueno, en el caso de Herida no estoy de acuerdo en que se trate de una película olvidada, de hecho fue un gran éxito cuando la estrenamos.

—Sí, bueno, igual no es el mejor de los ejemplos pero es un filme que aunque tuvo muy buena acogida en el momento de su estreno hoy apenas es mencionado. En este sentido lo que quería preguntarle es ¿qué llega a sentir una cuando un trabajo en el que ha puesto tanto no perdura en la memoria de la audiencia?

"La verdad es que cuando una acepta un papel lo que hace es asumir una serie de riesgos, nunca juega sobre seguro"

—No, definitivamente Herida no es un buen ejemplo para ilustrar eso que comentas ¿Qué puedo decirte al respecto? La verdad es que cuando una acepta un papel lo que hace es asumir una serie de riesgos, nunca juega sobre seguro. Lo importante es dar lo mejor de ti, vaciarte en la defensa del personaje y hacer un buen trabajo. Si consigues todo eso no hay motivos para no estar en paz contigo misma, Luego que tu trabajo conecte o no con el público es algo que no está en tu mano. En este sentido creo que todos los que nos dedicamos a esto deberíamos ser un poco budistas, ponernos en fase zen e intentar no dejarnos llevar por las emociones ante algo sobre lo que no podemos intervenir.

—¿Ha habido algún cineasta con el que le hubiera gustado trabajar y no ha tenido opción de hacerlo?

—La verdad es que nunca me he dejado llevar por esos apremios. De hecho, cuando me presentaron a Kore-Eda en el Festival de Cannes de 2004 le expresé mi deseo de poder trabajar algún día con él y aquello no se materializó hasta pasados quince años, cuando rodamos juntos La verité. Como te acabo de decir, yo soy una mujer que vive sobre el terreno, nunca voy más allá del aquí y el ahora. Las cosas al final salen adelante cuando se dan las circunstancias. En estos momentos, por ejemplo, voy a rodar una película con Lance Hammer. Él en 2008 hizo una película como Ballats que me gustó mucho pero cuando la vi no pensé que acabaríamos trabajando juntos, de hecho él no había vuelto a rodar nada desde entonces.

Juliette Binoche y Vincent Lindon Fotograma de «Fuego» de Claire Denis

—Fuego, que acaba de estrenarse, refleja muy bien esas tensiones que se generan en torno a un concepto como la fidelidad, que para los hombres parece una opción y, sin embargo, para las mujeres hasta hace muy poco era casi una obligación. No sé si a través de su personaje en esta película quiso rendir homenaje a esas generaciones de mujeres que la precedieron y que desarrollaron su proyecto de vida constreñidas por ese tipo de mandatos sociales.

"Algunos dicen que hay que saber resistir, que la pasión es algo que se enfría con el paso de los años"

—Para preparar mi papel en la película tomé como modelo a mi madre, una mujer que, en un momento dado, descubrió que su matrimonio le hacía infeliz y optó por romper con aquello y lanzarse a buscar la felicidad. Eso me enseñó que, más allá de las exigencias morales y de los mandatos sociales, lo importante es ser honesta: antes de ser fiel a los demás una debe ser fiel a sí misma. Admiro a aquellas personas que, dejándose llevar por un ideal de perfección, dan muestras de aguante y de abnegación en aras de conservar aquello que tienen, intentando que no se deteriore, pero al mismo tiempo me pregunto si al final de sus días no les pesará una cierta sensación de culpa ante estas renuncias. Se trata de una cuestión compleja para la que no existe una respuesta sencilla porque el deseo nunca va a dejar de estar ahí, condicionando nuestros actos. Algunos dicen que hay que saber resistir, que la pasión es algo que se enfría con el paso de los años, pero para mí meterme en la nevera nunca ha sido una opción, lo que hay que hacer es saber gestionar nuestros propios deseos.

—Antes ha citado a Claire Denis como una de las cineastas más determinantes en su carrera. Fuego es la tercera película que hacen juntas ¿cómo valora la experiencia de trabajar a sus órdenes?

—Este no ha sido un papel sencillo, me ha exigido mucho, pero ha sido un proceso muy bonito al lado de una directora con la que me une una relación de confianza. Yo creo que esa es la palabra clave: confianza. De hecho, la primera versión del guion contenía una serie de matices que fueron perdiéndose en el proceso de creación y aunque como actriz eso sea algo que puede llegar a frustrarme, mi confianza en Claire, en su trabajo de puesta en escena, hace que esas pérdidas al final no sean tan dolorosas. Hay algo en lo que me siento muy unida a Claire Denis y es en el hecho de que ambas afrontamos nuestros respectivos trabajos guiadas por el objetivo de encontrar la belleza en aquello que hacemos.

Juliette Binoche. Foto: SSIFF Ulises Proust

—Fuego es una película que afronta de manera muy cruda y real un tema como la crisis de pareja, pero ese naturalismo expresivo también se da en el retrato del mundo en el que habitan los personajes. De hecho, es de las pocas películas donde estos aparecen portando mascarilla. Hasta ahora, en las películas, parecía como si la pandemia no hubiera existido ¿este detalle responde a un compromiso con la verdad por parte de ustedes?

"El hecho de que nuestros personajes lleven mascarilla cuando salen de su casa refleja la realidad que estábamos viviendo mientras rodábamos la película"

—Fue una decisión de Claire Denis y a mi me parece acertada porque, más allá de que para los actores sea algo incómodo, el hecho de que nuestros personajes lleven mascarilla cuando salen de su casa refleja la realidad que estábamos viviendo mientras rodábamos la película. Cuando revisitemos Fuego, dentro de algún tiempo, la película tendrá un valor testimonial como expresión de lo que fueron estos años, eso si para entonces no vivimos situaciones parecidas con nuevas pandemias de por medio.

—En una entrevista usted comentó que elegir participar en una película es, en su caso, una decisión política ¿en qué sentido?

—A la hora de aceptar un papel, para mí lo fundamental es que leyendo el guion sienta ganas de embarcarme en un viaje hacia lo desconocido, ganas de descubrir un mundo nuevo. No me interesan, en principio, aquellos papeles llamados a reforzar un estereotipo o a alimentar un cliché. Cuando digo que se trata de una decisión política me refiero a eso, a la necesidad de romper con los convencionalismos. Pero más allá de eso, está la confianza que me inspire el realizador, a su capacidad para escuchar y, sobre todo, para mirar. Si compruebo que es alguien que aúna esas dos cualidades me convenzo a mí misma de que vale la pena tirar para adelante.

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ricarrob
ricarrob
1 año hace

Tristes. Tristes ojos y triste mirada la de esta bella mujer. Nos mira desde una distancia y una profundidad voluntariamente asumidas, como analizándolo todo con un prisma muy personal. Irradian sabiduría, eterna sabiduría del eterno femenino, ese envidiable y eterno femenino por el que nos llega el espíritu de la divinidad y que las ultra feministas están intentando cancelar. Belleza clásica, de esas bellezas clásicas que perduran en la madurez y en la vejez, inmarcesibles e inalcanzables en un vano intento de eternidad.

Josey Wales
Josey Wales
1 año hace

Ah, vale, entonces los que somos fieles a nuestro matrimonio, aunque por supuesto podemos sentirnos atraídos por otras mujeres sin que haya nada más que atracción, estamos en una nevera. Bueno, pues más vale estar en una nevera que ser tan gilipollas de traicionar y posiblemente perder a la mujer de tu vida cuando te has casado por amor, y no por otra cosa. Esa disyuntiva entre ser fiel a ti mismo o ser fiel a tu mujer es falsa.

Ricarrob
Ricarrob
1 año hace
Responder a  Josey Wales

Yo soy de los de la nevera, sr. Wales y creo que la fidelidad, en estos tiempos, está pasada de moda y es una virtud depreciada. Depreciada no solamente respecto al amor simo en sentido màs amplio. La fidelidad en la amistad, en lo político, en lo religioso y la fidelidad hacia las propias convicciones morales, todo ello depreciado. Hasta en la naturaleza hay muchos casos encomiables en este sentido, como uno que siempre me pruduce profunda atracción a pesar de su agresividad: el de las orcas.

Saludos.

Josey Wales
Josey Wales
1 año hace
Responder a  Ricarrob

Tal vez entre cierta gente sea una virtud despreciada, amigo Ricarrob, pero ya sabe que la virtud no consiste en el aprecio de los tontos, sino que tiene valor por sí misma.

basurillas
basurillas
1 año hace
Responder a  Josey Wales

A ambos. Lo que la entrevistada indica es que la primera fidelidad debe ser para con una misma. No es una alternativa o una contraposición con lo que ustedes defienden: si una persona es fiel a si misma siendo fiel a otras, a su pareja, a sus convenciones, a sus convicciones, a la opinión social, etc, pues no traiciona a nada ni a nadie; pero si traiciona cuando mantiene esas convicciones o fidelidades sufriendo, desperdiciando su tiempo y su vida y se arrepiente de ello pues su posición no era diáfana, era casi una pose, una obligación que engaña si misma y a cuantos la rodean.

Josey Wales
Josey Wales
1 año hace
Responder a  basurillas

Si es así, estoy de acuerdo. Pero si su posición no era diáfana… No sigo. Afirmo y defiendo el principio general, pero lo que cada uno haga con su vida no es asunto mío.