Foto de portada: Álex Grijelmo, Pedro Zuazua (entrenador), Gabi Martínez, Antonio Pacheco, Emili Albi, Jorge Salvador, Juan Navarro, Nacho Carretero, Alfonso López y Pablo García Casado. Agachados, de izquierda a derecha: Manuel Marsol, Juan López Córcoles, Fermín de la Calle, Chema Rodríguez, Manuel Aguilera, Carlos Marañón (capitán) y Enrique Criado.
La Cervantina —la selección española de fútbol de escritores y escritoras— se alzó con la copa del Torneo Internacional de Fútbol del Festival de Literatura Expandida de Magaluf, celebrado este pasado fin de semana en Magaluf (Calvià). Además de la española, participaron las selecciones de Alemania e Italia. En total, 44 escritores se calzaron las botas para saltar al césped del Estadio Municipal de Magaluf.
La gran final quedó para el domingo por la mañana. Una Cervantina mermada por las bajas salió a jugar contra un combinado alemán acostumbrado a entrenar una vez por semana en Berlín. Los alemanes dominaron el partido pero fueron incapaces de marcar en la portería defendida por Álex Grijelmo en la primera mitad y por Juan Navarro en la segunda. En una de las pocas ocasiones de gol de los españoles, Juan López Córcoles anotó el tanto de la victoria para España.
A la cita de Magaluf acudieron los escritores: Álex Grijelmo, Juan Navarro, Pablo García Casado, Manuel Aguilera, Fermín de la Calle, Enrique Criado, Emili Albi, Juan López Córcoles, Manuel Marsol, Jorge Salvador Galindo, Nacho Carretero, Carlos Marañón, Alfonso López, Gabi Martínez, Chema Rodríguez, Antonio Pacheco y Joan Sans. De entrenador ejerció Pedro Zuazua. El presidente es el editor Miguel Aguilar.
El torneo de Magaluf y la presencia de La Cervantina fue posible gracias al apoyo de Hoteles Innside Meliá, el Ayuntamiento de Calvià, la Asociación de Periodistas de las Islas Baleares y la librería Rata Corner.
La Cervantina es un proyecto cultural y deportivo que surgió con motivo de la Feria de Frankfurt 2022, en donde debutó ante el combinado alemán. En 2024 consiguieron el subcampeonato de Europa. El único requisito para formar parte del equipo es tener algún libro publicado. El proyecto cuenta con el apoyo de la Federación Española de Fútbol.
Zenda ha tenido acceso al Informe técnico de la Cervantina, en el que se resume la actuación de sus integrantes en el torneo de Magaluf:
“Álex Grijelmo. Seguridad, criterio y calma. El zorro plateado estuvo muy bien en los dos partidos. Solucionó sin problemas el trabajo que tuvo. En el gol recibido no pudo hacer nada. Casi ataja un penalti en la ronda frente a Italia.
Juan Navarro. Gran fichaje. Centrado y dando seguridad en las arremetidas aéreas finales de los alemanes. Sacó a pasear la guitarra y casi nos meten un gol desde el medio del campo, pero es un pecado de juventud que se le perdona. Portero de futuro.
Gabi Martínez. Impecable. Su torneo fue perfecto. Tanto en defensa como en ataque. En la final contra Alemania le pedía al míster todo el rato que reforzara su banda. Creemos que es un rasgo de su humildad. El míster pasó de él, porque no necesitaba refuerzos.
Carlos Marañón. Imperial. Dirá que de (más) joven jugaba de delantero y todo lo que quiera, pero él lo goza defendiendo. Estuvo muy bien en los cortes y en las anticipaciones. Tiene pendiente una sanción por sacar en corto una falta a dos minutos del final en el partido contra Alemania.
Pablo García Casado. Contundente. Estuvo muy centrado —hasta el punto que tenemos que poner en duda que, realmente, sea un poeta—. Incluso hizo algún amago de hacer despejes orientados; no sabemos si con intención o sin ella. Falló un penalti que no le importaba a nadie, pero es probable que necesite apoyo moral porque, conociendo lo en serio que se toma las cosas, puede que siga dándole vueltas.
Manuel Aguilera. Perfecto en el campo y fuera. Es un alma anarquista en el cuerpo de un señor de Mallorca. Muy seguro en el lateral izquierdo, jugando siempre con sentido e impidiendo ataques. No pidió refuerzos al míster -seguramente porque estaba lejos- pero sí que pidió otra cosa que resultó conmovedora: tirar uno de los penaltis para dedicarle el gol a su novia. Lo marcó.
Fermín de la Calle. Espléndido en el centro de la defensa y en el medio del campo. Hizo un partidazo contra Alemania, trabajando incansablemente entre líneas y ayudando a lidiar con sus mejores hombres. Al final del partido los rivales le preguntaron si jugaba al rugby. No sabemos con qué intención iba esa pregunta, pero estaremos atentos por si lo descubrimos.
Chema Rodríguez. Pulmón. Se desfogó por el equipo. Trabajó incansablemente en defensa e intentó ayudar en ataque. Cuando ya está al límite hace una cosa increíble: saca fuerzas de no se sabe dónde y es capaz de romper una línea contraria echándose en balón en largo; ni tan siquiera él sabe muy bien hacia dónde va. Pero va. Su hijo está escribiendo un libro. Tiene sus ojos y su planta. Hay que estar atentos a la cantera. Y a la genética.
Nacho Carretero. Incansable y con gol. Jugó diez minutos lesionado (los últimos, se entiende). Cuestión de orgullo. Su carrera estuvo a punto de venirse abajo en los cinco segundos que tuvo para pensar qué hacer con el balón mientras encaraba al portero italiano. Lo solucionó tan bien que ni él mismo se lo creía. Al salir le mandó una nota de voz a su sobrino contándole el gol. Su sobrino no le creyó.
Enrique Criado. Decisivo. Jugó un gran partido contra Alemania. Estuvo peleón, incisivo y mejoró mucho en la toma de decisiones. De hecho, su mejor decisión fue no chutar ese balón que había robado y dársela a Marsol en la jugada que terminó con el gol de la victoria ante Alemania. Esas piernas maratonianas nos dieron segundos de respiro cuando nos apretaban.
Alfonso López. Trabajo oscuro y muy de agradecer. Se aplicó en defensa y dio apoyos en ataque. Se manejó como gato panza arriba en el medio del campo, incorporándose al medio para echar un cable en la defensa de las estrellas germanas. Terminó roto. Se compró unas botas nuevas en Magaluf. Quizás está ahí el secreto de su progresión.
Juan López Córcoles. Goleador. El gol se tiene o no se tiene. Y él, con la Cervantina, lo tiene. Llegaba tocado y con dudas. También algo embrutecido después de tres meses en esa tierra ignota que es Asturias. Cogió pronto el ritmo y anotó un gol en cada partido. El segundo con una tranquilidad -tal vez- excesiva. O puede que fuera el susto de ver que íbamos a marcar después de no haber chutado a puerta en todo el partido. Hay que acordarse de enviar la ofrenda floral anual a la editorial de El Riazorazo.
Emili Albi. Generoso. Cada partido se adapta mejor al equipo. Jugó de mano contra Italia y ayudó con minutos frente a Alemania. En la final fue al suelo en una jugada que demuestra que está a tope en el compromiso con este equipo. Va cogiendo su espacio. Es importante que no lleve al resto del equipo al vicio del tabaco. Aunque a él no se le notó en los esfuerzos que hizo para recuperar el sitio.
Manuel Marsol. Importante. Nos da gol, nos da recorrido, hace los carteles de los torneos y ahora, además, lleva el Instagram de La Cervantina. Poco más se le puede pedir. Pero creemos que (aún) puede dar más. Se le nota que siente la camiseta. Debe soltarse más. El mejor Marsol está por llegar.
Antonio Pacheco. Una bendición para este equipo. Sobre todo porque los fans le traen ensaimadas y así nos podemos alejar de la dieta blanda que pretendía imponer el entrenador. Excelente compañero —no como el resto—, empático y práctico a la hora de dispones de minutos. Un tipo necesario.
Jorge Salvador Galindo. Con horas de vuelo. Gran fichaje. Sabe jugar al fútbol. Se nota que se ha curtido en los campos asturianos. Dio una gran asistencia en el gol de Carretero e hizo el amago clave en la jugada que dio lugar al primer gol de Juan. Es una pena su lesión. En la próxima convocatoria, cada jugador hablará un 1% menos para que él pueda hablar algo. Un 1% de esta banda de cotorras es mucho.
Joan Sans. Hallazgo clave. Su participación fue muy importante en el partido frente a Italia. Se fajó arriba, mantuvo el balón y ayudó en defensa. Está muy bien físicamente. Es una pena que no estuviera contra Alemania, porque podíamos haber jugado al despiste con él: con esa planta y ese porte parece alemán. Lo echamos de menos en la final.
Pedro Zuazua. El míster. Fantástico en todo. Todas sus decisiones fueron acertadas, todas sus intervenciones oportunas y afinadas. Se ganó, obviamente, gracias su plan B. Era tan bueno que ni lo tuvo que utilizar. El esfuerzo y el talento de los jugadores fue claramente secundario en esta ocasión (no como en las derrotas). Hay que tener cuidado, no lo vaya a querer fichar Polonia”.
*** Informe elaborado por la secretaría técnica de presidencia en el que el entrenador no ha tenido nada que ver.


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