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La España decadente y dispersiva

La España decadente y dispersiva

Leo en la prensa que un célebre hispanista cree que el mito de España es humo: la Reconquista no existe, reza el titular. Añade el autor, además, que los Reyes Católicos no continuaron proceso alguno, sino que dieron comienzo a una etapa distinta. Pienso en el estado de este páramo de asceta previo al 711, a medio camino entre el romano y el bárbaro, una península que guarda un sistema de unidad en torno a cuatro conceptos básicos de los que aún hoy bebe nuestra cultura: las calzadas, el derecho, la religión y, sobre todo, la lengua. Estas cuatro realidades, estos cuatro elementos cohesivos, se vieron interrumpidos con el desembarco de Tariq en la bahía de Gibraltar. No son conceptos abstractos, sino componentes históricos que están en cualquier reliquia y en cualquier documento. Tampoco sé si a eso se le puede llamar España, pero sí sé que era lo que buscaban terminar de reconquistar (utilizo el verbo adrede) aquella pareja de monarcas. Por mucho que a las cifras de venta que persigue el célebre hispanista les convenga decir lo contrario.

"Nunca olvidaré la respuesta de Vila-Matas: España es una eyaculación al alimón entre Isabel y Fernando"

Cuando promocionaba mi primer ensayo, una revista me ofreció que respondiera a un cuestionario bastante curioso. Siguiendo el orden del alfabeto, había que definir los conceptos que por la letra correspondiente empezaran. El departamento de prensa de la editorial me deslizó el cuestionario que habían publicado en el numero anterior: lo respondía Vila-Matas. Al llegar a la «E», el periodista le había pedido al autor que definiese «España». Nunca olvidaré la respuesta de Vila-Matas: es una eyaculación al alimón entre Isabel y Fernando. No le falta razón al bueno de Enrique: mucho hay de voluntad en ese tanto monta a la hora de ponerle nombre a lo que sea que es esto de lo que hablan tantos libros, incluido el de este caballero hispanista.

"En otro libro diferente, Ortega habla del estupidismo al que estaba condenada esta sociedad de hombres masa, de gente que pontifica en alpargatas, por utilizar palabras llanas"

La frase que da título a esta columna es tramposa por incompleta. La soltó, como casi toda protorreflexión en idioma castellano, Ortega, y en su totalidad reza así: «Hasta su cima, la historia de España es ascendente y acumulativa; desde ella hacia nosotros, la historia de España es decadente y dispersiva». La cima la data el filósofo en la época del bisnieto de Isabel, es decir, en 1580. Lo importante viene después: hacia nosotros, la decadencia y la dispersión. Decadencia intelectual, me atrevo a añadir. Porque algunos titulares no se explican de otro modo. En otro libro diferente, Ortega habla del estupidismo al que estaba condenada esta sociedad de hombres masa, de gente que pontifica en alpargatas, por utilizar palabras llanas. Murió pronto el bueno de Ortega. No pudo ver este altavoz que es internet para tanta imprecisión, ni pudo ver cómo cualquiera publicaba un ensayo ninguneando el trabajo de algunos maravillosos miembros de su generación: véanse Sánchez-Albornoz, Américo Castro o Menéndez Pidal. Puestos a hablar de británicos hispanistas, yo me quedo con un español anglófilo: Luis Cernuda. Y con aquellos versos parafraseados: «si uno es español, lo es a la manera de aquellos que no pueden ser otra cosa». Pero se es, me temo.

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