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La ficción está ahí fuera: Ballard y la escritura como invención de realidad

La ficción está ahí fuera: Ballard y la escritura como invención de realidad

Escribir sobre Ballard siempre es complicado. Su propuesta es tan transgresora, profética, iluminadora que cualquier intento de acercarse a su obra corre el peligro de quedarse a mucha distancia de la esencia ballardiana. Más difícil es si, más allá de adentrarte en parte de sus pasajes, el objetivo es poner en circulación algo que, más que escritura, pretende ser un dispositivo hecho de retazos, experiencias, fragmentos, cuyo fin último es, por un lado, traducir algo, aunque sea un halo casi imperceptible, del espíritu ballardiano y, por el otro, conmocionar, trastocar, dislocar al lector con una propuesta reivindicativa y arriesgada. Pues bien, este ejercicio, audaz, temerario, radical, es el que han ejecutado tanto Beatriz García Guirado como Andreu Navarra en su obra Ballard Reloaded.

Título de reminiscencias cinematográficas (Matrix Reloaded), pero sobre todo zizekeanas, puede decirse que toma determinado modus operandi de las reflexiones del pensador de Liubliana: vínculo de anécdotas, referencias cinematográficas, literarias, históricas, análisis y reflexión del presente, humor negro, algo de cinismo y mucha crítica, con la finalidad de ahondar en el espíritu de nuestro tiempo, a partir de algo que podría denominarse lógica ballardiana. Hay momentos destacables, brillantes, como por ejemplo la relación que se encuentra entre Jesús Gil, José Polo y Ballard, luego hay alguna que otra imprecisión sin importancia (momento en que se habla de que en el pase de Cannes de Crimes of the Future los asistentes querían abandonar la sala, cuando en realidad la obra fue ovacionada, o bien cuando hay una confusión de personajes, en el momento en que hablan de Blue Velvet, confundiendo el personaje de Frank Booth, interpretado por Dennis Hooper, con Boby Peru, que interpeta Willem Dafoe en Wild at Heart…), pero más allá de esto, la obra es una magnífica exposición del espíritu de Ballard.

"Nuestro tiempo, trufado de veleidades, inseguridad, frustración, complejidades emocionales, saturación, hartazgo de virtualidad... es un tiempo ballardiano"

Y es que Ballard, como se destaca en más de una ocasión en el libro, fue un auténtico visionario. Se anticipó como nadie a nuestro presente, no ya líquido, sino evanescente, errático y descoyuntado. Profeta de una contemporaneidad out of joint, se adentró como pocos en la oscuridad de nuestro tiempo. Por ello es un autor incómodo y peligroso, como muy bien apuntan García Guirado y Navarra. Ballard estaba obsesionado por la muerte, por la pulsión de muerte (seguramente, una forma de metaforizar su culpabilidad de superviviente), y por cómo esta se liga al sexo y a lo tecnológico. Su escritura plasma el nomadeo de unos sujetos que merodean por un tiempo y espacio volatilizado, permutado en una escenografía fantasmagórica que se asemeja más a una prisión que no a un espacio de actuación, y donde, por si no fuese suficiente, su sensibilidad ha sido extirpada, amputada, remarcando en todo momento, con su conducta, que transitan perpetuamente en un estado de muerte de los afectos.

Tal vez esa visión profética le venga por sus aciagas circunstancias biográficas: su infancia en el campo de concentración de Lunghua, su incorporación posteriormente a la normalidad, que será vivida como un verdadero acontecimiento disruptivo, sus trabajos más o menos alienantes, la prematura muerte de su esposa Mary (de neumonía, en Alicante…), hacerse cargo de sus tres hijos después de una viudez forzada con el único recurso de la literatura… Su escritura, mas que un refugio o un punto de fuga, fue un lugar de transmutación de traumas.

"Para Ballard, lejos de ser un mecanismo discursivo, simbólico, de escapismo de la realidad, verdaderamente la ciencia ficción se erige en el dispositivo perfecto para problematizar y sacudir las imposiciones y delirios del presente"

Tal vez por eso Ballard es capaz de ver como pocos autores o intelectuales pueden hacerlo, los resortes de lo real. Nuestro tiempo, trufado de veleidades, inseguridad, frustración, complejidades emocionales, saturación, hartazgo de virtualidad… es un tiempo ballardiano. Por ello es tan peligroso. Conoce como nadie los secretos que se esconden en los recovecos más angostos de nuestra alma. Y los conoce porque traspasó todas las fronteras: reales y ficcionales, imaginativas, delirantes y factuales. Capaz de rasgar y ver tras el velo de Isis, y no cegarse, pudo penetrar en la oscuridad de nuestro espíritu para así mostrarnos la absurdidad de nuestro mundo. En esta puesta en escena, a su vez, los surrealistas (Breton y Dalí mayoritariamente) jugarán un papel crucial, así como su apuesta literaria, en mayor medida, por la ciencia ficción. Para Ballard, lejos de ser un mecanismo discursivo, simbólico, de escapismo de la realidad, verdaderamente la ciencia ficción se erige en el dispositivo perfecto para problematizar y sacudir las imposiciones y delirios del presente.

Y es que, para Ballard, la normalidad es efectivamente un desastre, la realidad se ha transfigurado una macroficción, las ciudades se han convertido en verdaderos no-lugares, espacios de anonimato y de paso, el sexo ha mutado a espacio en el que la fantasía y el posterior relato configuran el verdadero goce… Ante esta situación, ante este desastre, dirá Ballard, la única misión que puede tener la literatura y la escritura es introducir realidad a esta ficción generalizada e indiscriminada.

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Autores: Beatriz García Guirado y Andreu Navarra. Título: Ballard Reloaded. Editorial: H&O. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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