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La Movida, dos novelas y una enciclopedia que recuerda que Madrid fue una fiesta

La Movida, dos novelas y una enciclopedia que recuerda que Madrid fue una fiesta

La Movida surgió en un tiempo en el que todo estaba por empezar. Había necesidad de que en Madrid pasaran cosas, y hubo quien apostó por ello, jóvenes que a las ocho de la tarde se quitaban su disfraz cotidiano para potenciar su creatividad, divertirse o convertirse en otros. Hay un cierto consenso en señalar que el concierto homenaje a Canito, de febrero de 1980, es el inicio oficial de la Movida —ahí fue donde empezó a visualizarse—, y su recorrido casi coincide con la existencia de Rock-Ola, su templo.

Esta sala se inauguró en marzo de 1981 y se clausuró en marzo de 1985. Allí debutó Alaska con los Pegamoides al poco de abrirse y la misma Alaska, ahora con Dinarama, dio un concierto poco antes de que se cerrara el local, lo que significó, oficiosamente, el final, aunque sus brasas permanecieron cálidas tres años más. La Movida fue un movimiento intercultural, interclasista e intergeneracional, donde convivían desde el chico de barrio a la niña aristocrática, desde los quinceañeros Bernardo Bonezzi o Alaska al treintañero Pedro Almodóvar, y donde se mezclaba el arte, la vida y la diversión. En aquellos tiempos —la prehistoria de la Movida se remonta al nacimiento de la Constitución— había una libertad recién estrenada de la que se hizo uso de una manera original y exagerada. No había conciencia de lo que se estaba haciendo, y no la hubo hasta que Borja Casini fundó La Luna de Madrid.

"¿Es oportuno publicar una enciclopedia en un tiempo en el que ya las librerías de segunda mano no aceptan, ni regalados, los diccionarios y enciclopedias?"

Se han publicado bastantes libros sobre este fenómeno social y cultural, entre ellos —y coincidiendo con el 40 aniversario— La Movida madrileña y otras movidas, del periodista Jesús Ordovás, todo un experto en música, en el que relata de forma cronológica aquel fenómeno de los ochenta; también, los ya agotados La Movida, una crónica de los 80, de José Manuel Lechado; Ángeles de Neón, de Juan Carlos de la Iglesia, y el imprescindible de José Luis Gallero, Solo se vive una vez, esplendor y ruina de la movida madrileña, un valioso documento que recogía conversaciones —en retrospectiva— con sus protagonistas. El libro es de 1991, y en sus páginas Pedro Almodóvar ya adivinaba la proyección de este movimiento: «Es muy divertido pensar que una época que uno ha vivido va a ser mitificada».

Ahora acaba de aparecer —de ahí esta crónica— el volumen de casi 500 páginas, y una cuidada edición, Madrid sí fue una fiesta. La Movida y mucho más, de la A a la Z, que tenemos entre manos. Y uno se pregunta: ¿Es oportuno publicar una enciclopedia en un tiempo en el que ya las librerías de segunda mano no aceptan, ni regalados, los diccionarios y enciclopedias? O lo que es lo mismo: ¿qué sentido tiene, en la época de Wikipedia, escribir y editar en papel una enciclopedia cuando todos nos hemos desprendido de ellas y nos movemos de otro modo?

"También sorprende el caso de Julio Iglesias, a quien la Movida lo pilló fuera de España, según las palabras del autor, pero ahí está generosamente representado"

Es cierto que en Internet —a donde acudimos impulsivamente— está todo, pero repetitivo, muy desorganizado y no siempre de fiar. Quizás el sentido de esta enciclopedia sería, por lo tanto, el de acotar, ordenar los nombres, y señalar quiénes fueron los personajes, tanto protagonistas como secundarios, los lugares y temas de la Movida. La lástima es que esa duda no la despeja este volumen, ya que, como el subtítulo advierte, se trata de ‘la Movida y mucho más’. En ese mucho más se incluyen los que estuvieron en la Movida, siempre una minoría, los que pasaban por allí y todo músico destacado de los años ochenta. Así que el título más exacto sería: ‘La música de los ochenta, incluida la Movida y sus personajes’. De hecho, tiene una entrada la canción Eloise, una versión muy personal que Tino Casals hizo 1988 del magnífico tema de Barry Ryan.

Resulta significativo que si, por ejemplo, se le dedica casi una página —el término medio de una entrada— a Ceesepe, Ouka Lele o Ágatha Ruiz de la Prada o un pelín más a El Hortelano o las Costus, esa extensión se multiplique por dos, tres o cuatro en casos como Camilo Sesto, Azúcar Moreno, Raphael, José Luis Perales, Camarón de la Isla, El Último de la Fila y llegue hasta las seis páginas con Paco de Lucía, músicos que de la Movida no tienen ni el recuerdo. También sorprende el caso de Julio Iglesias, a quien «la Movida lo pilló fuera de España», según las palabras del autor, pero ahí está generosamente representado.

"Toda enciclopedia, si se aborda en solitario, es un trabajo de chinos, y como tal resulta digna de destacar la labor de Javier Menéndez Flores"

Así que ese ‘y mucho más’ del que nos habla el subtítulo del libro desbarata el posible sentido de aclarar, acotar y distinguir a los que vivieron la Movida. Pero todo tiene su por qué. Su autor lo justifica en la breve introducción: «¿Sobran nombres? Algunos podrán pensar que así es. Pero un libro, hasta que se publica, es de quien lo escribe, y esta es mi quiniela, señores». En mi quiniela de lector, por el contrario, sobrarían la mitad de los nombres citados.

Toda enciclopedia, si se aborda en solitario, es un trabajo de chinos, y como tal resulta digna de destacar la labor de Javier Menéndez Flores, periodista de larga andadura, que escribe bien y ha aprovechado su experiencia para enriquecer las entradas con declaraciones que le hicieron algunos protagonistas, y que, en las menos extensas, ha hecho una buena y eficaz labor de síntesis. En esta obra hay muchísima información. Y mucho trabajo, eso sí.

El volumen nos ha recordado el Diccionario de Autores Latinoamericanos, «totalmente personal y doméstico», de César Aira, quien justificó su infructuoso esfuerzo en «extenderse en desconocidos y olvidados». Lo elaboró en 1985 y tardó 14 años en publicarlo. Ante estas obras, la pregunta siempre es la misma: ¿cómo se lee una enciclopedia?… Ahora nos resulta insólito, porque las enciclopedias en papel ya ha dejado de ser un artefacto puntual de consulta, y si queremos saber algo de, por ejemplo, Alberto García Alix, acudimos directamente a Internet.

"De todos modos, para entender realmente lo que fue la Movida, lo mejor siempre suele ser la ficción, una novela que refleje el espíritu de ese tiempo y de sus personajes"

Si toda elección de un nombre, valoración y extensión de la entrada es subjetiva, donde la subjetividad del autor y la realidad chirrían es, a nuestro entender, en el tema referido a la prensa, como apreciamos en esa loa a El País, con una entrada que triplica en extensión a la de La Luna de Madrid, que nació como la revista oficial e intelectual de la Movida, y la del Diario 16, el periódico que más se ocupó de este fenómeno y de sus protagonistas, tanto en sus páginas de espectáculos como en el suplemento Disidencias. De hecho, Pedro Almodóvar colaboraba en las dos publicaciones, lo mismo que el periodista Juan Carlos de la Iglesia. Incluso Pedro J. Ramírez escribió en La Luna. A la fiesta del nacimiento de la revista de Borja Casani («La Luna se presentó en el Sol») asistieron los directores de Diario 16 y de ABC, no el de El País, y sin embargo, en esta enciclopedia se dedican casi dos páginas a declaraciones de Juan Luis Cebrián, al que por cierto, y así se lee aquí, no le interesaba todo aquello.

De todos modos, para entender realmente lo que fue la Movida, lo mejor siempre suele ser la ficción, una novela que refleje el espíritu de ese tiempo y de sus personajes. Me he asomado a dos títulos recientes: Los viajeros de la Vía Láctea, de Fernando Benzo, un escritor que va de un género a otro y siempre cumple; pero su historia, aunque suceda a principios de los ochenta en Madrid, es tan solo –y nada menos— una novela generacional. Esos chicos que conviven en un piso de Argüelles y esas chicas de un colegio mayor no tienen mucho que ver con la Movida, a pesar de que tomen copas en la Vía Láctea.

El otro título es Todos estábamos vivos, de Enrique Llamas, y ya nos advierte la contraportada: ‘La Movida madrileña como nunca te la habían contado’. Esta novela, plagada de imágenes —brillantes—, se apoya en dos sucesos reales: el descubrimiento del cadáver de Enrique Urquijo en un portal de Malasaña (motivo simbólico), y el concierto de homenaje a Canito, que funciona como motor narrativo sobre el que se enhebra y sedimenta la acción.

"Ana Curra, aquella otra chica de los Pegamoides, y Ángel Alvárez Caballero, El Ángel, sobrevuelan en esta novela y han dejado, y así lo asegura el autor, su notable huella"

El libro empieza con la muerte de uno de los cinco protagonistas a la mañana siguiente al concierto, y enseguida saltamos a siete días antes, en un continuo ir y venir en el tiempo, tras los pasos de estos personajes y sus andanzas por un Madrid reconocible, en el que se ha insistido demasiado —es la apuesta de la novela— en el lado oscuro, en el sórdido ambiente de la droga (heroína) y el sida, algo que fue propio de la época, no sólo de la Movida y de Madrid. Como en las grandes producciones cinematográficas, aquí también hay cameos de personajes reales, algunos haciendo de sí mismos y otros ocultando su nombre. Ana Curra, aquella otra chica de los Pegamoides, y Ángel Alvárez Caballero, El Ángel, sobrevuelan en esta novela y han dejado, y así lo asegura el autor, su notable huella.

Posiblemente haya más novelas sobre el asunto. Yo no las conozco, pero creo que aún nos falta el Patria de la Movida, esa novela que nos introduzca, nos envuelva y nos traslade al corazón y el ambiente de la Movida de Madrid, y que debería estar escrita por alguien que la vivió. La Movida, por cierto, empezó a mitificarse —y a morir— cuando muy hábilmente los políticos entraron en el juego para apropiarse de algo con lo que no habían tenido nada que ver, pero estaba ahí y funcionaba.

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