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Los Lobos: “Nos ha dicho mucha gente que hagamos un partido político”

Los Lobos: “Nos ha dicho mucha gente que hagamos un partido político”

El ingeniero de montes Erundino Alonso, el crítico de cine Manu Zapata y los profesores Valentín Ferrero y Alberto Sanfrutos —sustituto del ganadero José Pinto—, “Los Lobos” del concurso de Antena 3 ¡Boom!, se llevaron el mayor premio jamás dado en un programa de televisión en todo el mundo: un bote de 4.130.000 euros, más los 2.559.700 que habían acumulado, desde el 16 de mayo de 2017, durante las 505 tardes que reinaron en esta ínsula cultural que imanta a una más que notable legión de espectadores. El libro Guinness de los récords 2020 refleja uno de sus logros: el de acumular el mayor número de victorias consecutivas en un formato de este tipo. Con este pretexto, Zenda conversa con ellos sobre su aventura, sobre cultura y sobre sus filias y fobias literarias.

—Tras el bocado que, como canta Sabina, “el tiburón de Hacienda” le ha pegado a su bote, ¿cuánto han conseguido, finalmente, cada uno de ustedes?

—Manu (M): El bocado nos lo pega el año que viene realmente. Para pagarnos ha habido una retención del 21%, creo. Pero el bocado gordo será en la declaración de la renta del año que viene.

—Erundino (E): En números redondos, no vamos a llegar al millón. Serán alrededor de 900.000 euros.

—M: Eso para Valentín, Erundino y para mí. Lo de Alberto, como se incorporó más tarde, será algo menos. 

—¿Y qué es lo más inteligente que puede hacer un hombre con tanto dinero?

"Cada uno hará lo que le parezca con el dinero. Cada uno tiene sus aspiraciones (Erundino)"

—E: ¡Joé! ¡Si tienes la respuesta nos la das! Llevo buscando la respuesta…

—Alberto (A): Gastarlo con conocimiento. Y no es ningún farol, pero conocimiento se supone que tenemos. Lo que no puedes hacer es ponerlo en manos de financieros, de bancos…

—M: Hay que administrarlo con sensatez.

—E: Tu pregunta es la pregunta del millón. Cada uno hará lo que le parezca. Cada uno tiene sus aspiraciones. Luego, espero que no sea en una cosa, sino en muchas.

—A: Yo estoy seguro de que no me lo voy a gastar en pescar.

—E: Yo estoy convencido de que me lo voy a gastar en pescar (risas). En mi caso, estoy centrándome y dándome un tiempo para saber qué quiero hacer.

—¿Cómo han cambiado sus vidas desde que consiguieron el bote?

—M: La mía, hasta ahora, no ha cambiado mucho. Lo que ha cambiado es la falta de urgencia. Cuando empecé el concurso estaba desempleado. Ahora sigo desempleado, pero el premio me da tiempo para pensar y capacidad para decir sí o no a ciertas cosas. Al margen de eso, he seguido escribiendo mis críticas de cine semanales, me ha salido un taller de crítica de cine y he estado preparándolo… Realmente, he seguido con la vida que tenía antes. Igual tendría que tomarme mi tiempo: no me ha dado tiempo a descansar o a hacer un viaje.

—A: Antes de llevarnos el bote, la gente nos saludaba por la calle, nos felicitaba, nos decía “a ver si os lleváis el bote de una vez”, y ahora te da la enhorabuena. Salvo ese reconocimiento, ahora mismo mi vida es exactamente la misma que antes de participar.

—E: La pregunta estándar, cuando te encontrabas a alguien en una acera, era: “¡Secundino! (sic) ¿Cuándo os lleváis el bote?” (risas). Fuera de broma, necesito un tiempo. Creo que es imprescindible un tiempo y tomártelo con calma. Desde luego, la tranquilidad de haber estado dos años y dos meses persiguiendo el bote, sin tener absolutamente ninguna certeza de conseguirlo, es más, en algunos momentos, flaqueando al respecto, aunque nos daba igual, porque seguíamos adelante de la misma manera y con la misma energía… pero el decir: “Hostia, ya está”. Eso sí que cambia de un día para otro a lo bestia. Siempre me vuelve a la cabeza, y es una tranquilidad, decir: «Creo que hemos hecho algo chulo. Nuestro paso ha sido chulo». Estoy orgulloso, de verdad.

—Su aventura televisiva duró 784 días y 505 programas. Su récord ha sido publicado en el libro Guinness de los récords 2020

—E: Esas son cantidades. Yo hablo de la calidad. Estoy muy contento de la calidad que hay en esos números.

—A: Y el Guinness refleja 300.

—M: El Guinness se imprime antes del verano. Entonces, está el dato de cuando nos dieron el diploma del Guinness de 300. El año que viene imagino que apareceremos con 505. Erundino hablaba de la calidad. Es el estar orgullosos de lo que hemos hecho porque es algo que nos parece que está bien, pero también por lo que ha trascendido. La gente que se acerca, el cariño que te da…

—A: Aquí, por la plaza de Santa Ana, fui a tomar unas cervezas al lado del Teatro Español. Cuando nos vieron, se acercaron a pedirnos fotografías los empleados, y nos decía el jefe: “Esto no ha pasado nunca. Mira que estamos al lado del Teatro Español, que aquí vienen actores y tal y nadie se atreve a pedirles fotos. Y con vosotros viene la gente…”. Somos muy cercanos.

—Que el mayor bote que se haya dado en una televisión sea en un concurso cultural, en la época de Gran Hermano y demás marcas blancas, roza lo antipatriota.

"Los cuatro, o los cinco, incluyendo a José Pinto, compartimos la curiosidad por el mundo que nos rodea. Si un mensaje te llega y es verdadero o falso… Quieres saber el qué, el cómo, el cuándo… (Alberto)"

—E: (Risas) Yo no lo hubiera dicho mejor. No tengo nada que añadir, porque lo has clavado.

—M: Mola que nos haya costado, que hayamos tenido que sudarlo, y que los niños y niñas vean que las cosas cuestan. Que no se gana sólo por estar ahí. La vida no es un Gran Hermano VIP.

—E: O sí, pero que se den cuenta de que hay más vidas. Las cosas ahora mismo se logran por muchos caminos, pero el nuestro es uno.

—A: Los cuatro, o los cinco, incluyendo a José Pinto, compartimos la curiosidad por el mundo que nos rodea. Si un mensaje te llega y es verdadero o falso… Quieres saber el qué, el cómo, el cuándo…

—¿Está hablando del periodista utópico?

—A: Sí, las seis Ws. El periodista utópico lo único que tiene que hacer es las 6 Ws con uno, luego hacerlas con el contrario y comparar las dos versiones. En la escuela, era lo primero que les enseñaba a los chiquillos. Les pedía crónicas, reportajes, y ellos tenían que saber lo que eran las 6 Ws. Somos muy críticos con lo que nos rodea.

—E: Otra de las claves de nuestro éxito es que nosotros cuatro, o cinco si incluimos a José, es que siempre hemos sintonizado. Hemos tenido una visión muy parecida. Con matices.

—A: Estamos ubicados en la misma orilla del río.

—E: Y no es poco, Alberto: que hemos sido cinco.

—M: Lo bonito y lo enriquecedor es lo que nos diferencia. Si no, seríamos robots.

—A: Unidos en la diversidad.

—Parece que está en campaña electoral.

—A: Nos han propuesto alguna vez formar parte de algún partido político, ir en alguna candidatura y cosas.

—¿Pueden decir quién?

"Me ha dicho mucha gente que hagamos un partido político. (Erundino)"

—E: Yo prefiero que no.

—A: Hombre, el PP de mi pueblo, de Úbeda, seguro que no me lo iba a pedir, porque nos conocemos todos. Pero estuve en un pueblo y me lo propusieron.

—E: Lo que te quería decir es que a mí lo que me ha dicho mucha gente es que hagamos un partido político. Me lo han dicho pero unas cuantas veces.

—A: Pero sería un partido político muy aburrido.

—E: No es nuestro mundo. 

—Valentín, usted dijo en un programa que “la escuela tiene la triste desgracia de querer hacer a los ciudadanos muy parecidos”. ¿A qué se debe esto? ¿Es por pereza, por dejadez, o es intencionado, interesa forjar rebaños?

"Es más fácil dominar las sociedades con pensamiento único (Valentín)"

—Valentín (V): Esta cuestión es compleja. Además, va a la raíz de lo que son los sistemas educativos. Sabes que estudié Pedagogía, me apasiona, vengo de una familia de pedagogos y he trabajado 20 años en una escuela infantil. Yo he sentido en carne propia cómo es el desarrollo humano, cómo llegamos a ser personas completas. Y he visto cómo los niños, en las primeras edades, son completamente creativos, y cómo los sistemas educativos nos van cortando los canales de expresión individual y propia. Podríamos pensar: “Bueno, es por una cuestión de simplificar las cosas, que sea más fácil y sencillo normalizar los programas”. Pero creo que hay una intención política de uniformizar. Así, las personas serán mucho más fáciles de manejar. Es más sencillo que todos tengamos la misma opinión a que tengamos una opinión creativa sobre cualquier cuestión que pueda aparecer. Es más fácil dominar las sociedades con pensamiento único. Sí: hay una intención de uniformizar y de convertirnos en réplicas, en clones.

—¿Y cómo peleamos contra esto?

—V: Mira, uno de los problemas que tiene la educación, conceptualmente, es que del mismo modo que es la herramienta más poderosa para hacer ciudadanos libres, es la herramienta más poderosa para hacer esclavos. Y como toda la sociedad está implicada, no sólo los docentes y los alumnos, al final los sistemas educativos son un reflejo de las sociedades en las que se desarrollan. Entonces, si nuestra educación es así, es porque nuestra sociedad es así o aspira a ser así. ¿Cómo se puede combatir? Luchando por conseguir modelos educativos mucho más creativos. En lugar de tener un plan de educación como el que tenemos, en el que se quita del currículum la filosofía y se introducen más horas de religión, en el que se quitan las humanidades y el arte, ya no hay arte, sino economía. Incluso, en Andalucía he oído que van a meter toreo y caza. Entonces yo creo que cualquier persona que tenga un pensamiento crítico puede entender que la balanza se pierde. ¿Se podría arreglar? Sí, pero hace falta una voluntad política que en España no existe. Y poner fondos: en vez de comprar armas, comprar maestros. Entonces, sí se puede pero no se quiere. Mira, estoy convencido, como pedagogo, como profesional de esto, que únicamente en una generación, una, se podría revertir esto. Ya sucedió durante la II República. Y antes, con la Institución Libre de la Enseñanza.

—De Francisco Gíner de los Ríos.

—V: Y el krausismo español, que nadie sabe qué es. Y las cosas cambiaron. Y fue una institución privada. Eso llevado al ámbito público… Insisto: con una sola generación, cambiaría el país. Pero no se quiere. Necesitamos…

—¿Borregos?

—V: Borregos. 

—Zenda es, ante todo, una revista literaria. Permítanme hacerles un breve cuestionario sobre libros y autores. ¿Recuerdan cuál fue el primer libro que leyeron?

"El primer libro que me sobrecogió fue la Metamorfosis. (Valentín)"

—E: ¡Uf, qué pregunta más buena!

—V: El primer libro que me sobrecogió fue la Metamorfosis. En mi casa había muchísimos libros, y ese lo leí con doce o trece años. Y quedé sobrecogido. Y recuerdo también mucho uno de Jack London, que se llama Antes de Adán, que no lo he vuelto a ver editado. Es un libro fascinante. Es una historia de prehomínidos que todavía no hablan. Me llamó mucho la atención.

—A: Mi padre compró una colección de cuatro volúmenes de una editorial mejicana, UTEHA, y había unos que eran de Historia y otros de mitología. Esos libros me los empapé de chico. Y aprendí un montón de cosas de los cuentos de Andersen, de los hermanos Grimm, de Perrault, y toda la mitología griega. Tenía diez añitos y como ya era miope le pedía a mis padres las gafas para leer. Uno se rompió del uso que le di.

—M: Recuerdo haber leído de niño uno de esos libros que te cautivan, que era Los escarabajos vuelan al atardecer. Era literatura infantil-juvenil de misterio, muy cinematográfico. De Barco de Vapor leía también. Me acuerdo de El rey de Katoren.

—E: Leía muchos libros de Enid Blyton, de Los Cinco. Y de Emilio Salgari. Pero recuerdo que el primer libro que me sobrecogió fue Vacaciones en Saltkrakan, de Astrid Lindgren. 

—¿Alguno que despertara o alimentara sus vocaciones?

—V: No tengo un libro concreto que me haya despertado ninguna vocación, porque de niño y de joven me interesaba todo y nunca tuve una vocación muy definida. Es verdad que siempre me gustó mucho dibujar y, quizá, los cómics de El Capitán Trueno y El Jabato, los tebeos que me compraba mi padre en el quiosco de la esquina me ayudaron a interesarme por el dibujo. Me fijaba más en los dibujos que en la historia. También los libros de Las aventuras de Tintín siempre me regalaban un tomo en los cumpleaños y Reyes me influyeron. Me apasionaba copiar los aviones, los coches y los barcos de Hergé, con esas líneas tan limpias y elegantes. Todo eso me gustaba muchísimo.

"No sé si fue el cine el que me llevó a leer o leí para ir al cine. (Manu)"

—M: Yo no era muy lector ni de ir a la biblioteca. Pero cuando empecé con el tema del cine, leí Drácula y después fui a la biblioteca y cogí El Padrino. Y cuando fui a devolver El Padrino, el bibliotecario me dijo: “Lee este, que te va a gustar”. Era un libro delgadito: El halcón maltés, de Dashiell Hammett. No sé si fue el cine el que me llevó a leer o leí para ir al cine.

—E: Yo más que un libro, dos autores. Miguel Delibes, sin duda. Leía todo lo que tenía que ver con mi cuestión, después profesional, de montes. Había uno que se llamaba Mis amigas las truchas. No puedo decir más (risas). He dedicado más de media vida a pescar.

—A: Y te lo leías con el quinteto de Schubert La trucha (risas).

—E: Pues mira, te parecerá una tontería, pero mi padre compró ese disco específicamente porque se llamaba así. Y luego, un poquito mayor, Gerald Durrell y la Trilogía de Corfú: Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses.

—A: Mi vocación la descubrí trabajando en la escuela. Hice Magisterio porque no podía hacer otra cosa. Pero sí recuerdo que en los años setenta, yo tendría 17 ó 18 años, mi hermano se compraba los libros de Samuel Beckett: El innombrable, Malone muere… El monólogo que tiene la última parte del Ulises de Joyce

—El de Molly Bloom.

—A: Eso es. Su discípulo, Beckett, lo lleva a sus novelas. El innombrable, que es una persona que me recordaba mucho al protagonista de Johnny cogió su fusil, porque tiene un cerebro pensante… Y aquello me impactó. Luego leí Esperando a Godot y fue más digerible. Y, en aquellos años, las novelas de García Márquez: La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba

—¿Algún libro que amen por encima de todos los demás?

"Yo le pondría un marco a La evolución de las especies, de Charles Darwin. Hay un antes y un después de ese libro en la concepción del mundo y en el desmoronamiento de los dogmas de la Iglesia. (Alberto)."

—V: Desde el punto de vista de la belleza, Cien años de soledad; desde el punto de vista de la reflexión, En busca del tiempo perdido. Y luego me gusta mucho Cortázar, por la creatividad tan grande, lo divertido que es… Me resultó muy divertido Las aventuras del soldado Švejk. No recuerdo el nombre del autor, pero era contemporáneo de Kafka, murió muy joven, dejó el libro inacabado, pero es fascinante. Siempre me han encantado los autores irreverentes, y yo creo que este sería la cumbre de la irreverencia.

—M: Amar, amar, no sé. Yo le tengo mucho cariño a El camino, de Miguel Delibes. Lo tuvimos que leer en clase y se lo agradecí al profesor. Fue el primer contacto con la literatura española, una literatura más profunda, y le tengo un cariño especial.

—E: Yo te digo dos: El barón rampante, de Italo Calvino, y Un mundo para Julius, de Bryce Echenique.

—A: Yo le pondría un marco a La evolución de las especies, de Charles Darwin. Hay un antes y un después de ese libro en la concepción del mundo y en el desmoronamiento de los dogmas de la Iglesia. Y otro, de un autor que me gusta muchísimo, de Albert Camus: El primer hombre. Era una especie de autobiografía. Ahí viene una carta que yo tengo como cabecera que le escribió su maestro gracias al cual él fue Albert Camus. Él era un niño muy pobre, de una familia destinada en Orán, estaba destinado a ser obrero pero, como destacaba, su maestro hizo todo lo posible para que fuera al Lycée, al instituto. Convenció a su abuela, porque vivía con su abuela… Y el orgullo del maestro de que ese al que había rescatado de su destino, que fuera premio Nobel de Literatura…

—¿Algún autor u obra que no soporten?

—V: Pocos, pero la literatura española del siglo XIX no me gusta mucho. Los autores del XIX me resultan insoportables, ñoños… No puedo con ellos.

—A: Vargas-Llosa. Es un gran escritor, pero yo soy muy prejuicioso, y desde que se puso a hablar de liberalismo dejé de leerlo. Quizá me estoy perdiendo algún libro bueno, pero me da igual.

—E: He dejado un montón de libros a medias. Al principio no era capaz. Pero luego he dicho: “Qué coño, la vida no es ilimitada”.

—M: Yo tiendo a leer lo que me va a interesar. Elijo las cosas que leo. Me gustaría leer tanto como vosotros.

—¿Algún personaje literario del que se hayan enamorado?

"Me enamoré como personaje del vizconde de Valmont que hizo John Malkovich en Las amistades peligrosas. (Manu)"

—V: Jim Hawkins, de La isla del tesoro. Werther me parece muy interesante. Y el malo de Crimen y castigo.

—A: Del Oliver Twist de la película del 68. Interpretado por Mark Lester.

—M: Mira: dices “personaje literario”. Yo te diría un personaje de cine, no me leí la novela, pero me enamoré como personaje del vizconde de Valmont que hizo John Malkovich en Las amistades peligrosas. Hace poco hice un taller de crítica de cine, puse una secuencia de la política, y es impresionante.

—E: La protagonista de El jardín de los Finzi-Contini, de Giorgio Bassani, y otra, Justine, de Lawrence Durrell.

—¿Alguno al que hayan querido asesinar?

—A: ¿De ficción? (Risas)

—V: Me caía muy mal el de Niebla, de Unamuno. Me pareció un personaje al que le faltaba alma. Unamuno en general no me gusta.

—M: Valmont no es un compendio de virtudes, pero como personaje es la leche.

—A: Tarzán de los monos. Si me lo cargo, no voy a perder mucho. Me regalaron todos los libros y no.

—E: Joder… ¡Es que haces preguntas que requieren pensar! (Piensa) Me producía mucha tensión mala Humbert Humbert, de Lolita. Me producía un desasosiego total esa novela.

—¿Qué están leyendo ahora?

"En los ochenta había libertad para contar cosas bestiales. Ahora, en EEUU no se puede hacer ese cine. (Manu)"

—V: A Fred Vargas. Acabo de terminar Cuando sale la reclusa y acabo de coger Bajo los vientos de Neptuno. Me gusta mucho, me divierte mucho. Más allá de la policíaca, mete el discurso feminista, una sabiduría del personaje… Retrata muy bien la masculinidad, la entiende muy bien.

—A: La nueva biología de la mente, de Eric R. Kandel.

—E: Tengo dos calentitos: Los asquerosos, de Santiago Lorenzo, y Corazón de Ulises, de Javier Reverte.

—M: Un ensayo sobre el feminismo en el cine de los ochenta, sobre todo en las comedias románticas, que se titula en España The Time of My Life, el título original no sé cuál es, que está escrito por una periodista y mola mucho. Me encantan las comedias románticas de los ochenta y es otra manera de ver cómo lo que nos parecía cine banal nos hizo feministas. Nos contaba cosas más profundas de lo que creíamos. En los ochenta había libertad para contar cosas bestiales. Ahora, en EEUU no se puede hacer ese cine.

—E: Ni en España.

—Para finalizar: ¿tienen ya los billetes para visitar el golfo de Botnia?

—E: Tenemos dos viajes que necesitan el mismo momento del año: son el de Patagonia y el de Botnia. Vamos a hacer primero el de Patagonia, pero el de Botnia no vamos a dejar de hacerlo.

—M: Es la guinda del pastel. Tenemos que ir, hacernos la foto allí y poner el cartel de “The End”.

—E: Por si acaso el apocalipsis llega antes, puedo decir que he estado en Bosnia (risas).

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