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Los oasis de Almásy

Los oasis de Almásy

Se empezó encargando artículos, reportajes, opiniones, notas a Javier Gómez, uno de los historiadores/editores de Desperta Ferro, y se ha terminado quedando con él para tomar café por Huertas y los aledaños de la Casa de Lope de Vega, por donde los huesos sin encontrar de Cervantes, que es un callejero muy apropiado para quienes les gusta hablar de arqueologías, el siglo de Oro, invasiones napoleónicas y otros apuntes del pasado. El periodismo, que muchas veces se hace a pie de barra, que aunque suene a topicazo tampoco deja de tener un punto de verdad, le da al gacetillero una agenda de contactos que con el tiempo se convierte en una de amigos.

Javier Gómez, que ya va teniendo el pálpito de los gustos y querencias de uno, me regala El oasis perdido, de Saul Kelly, que da cuenta de los exploradores y exploraciones del desierto de Libia y Egipto y de los hombres que se internaron en sus arenas para encontrar la legendaria Zarzura y el ejército perdido de Cambises, pero que, por ironías del destino, acabaron fundando el Long Range Desert Group, colaborando con la Abwehr (la inteligencia militar alemana) y montando operaciones a través del norte de África durante la Segunda Guerra Mundial, como esa de Salam, que infiltró a una pareja de espías en El Cairo.

"La comprensión de una tierra siempre pasa por entender las palabras que definen sus particularidades"

Una lectura que constata la influencia que los mitos han ejercido en el ideológico y racionalista hombre del siglo XX. Ahí están los ejemplos de Schliemann, que encontró Troya (y las demás troyas sucesivas que el tiempo depositaron en la colina de Hisarlik) fiándose de esa biblia que era para él la Iliada, de Homero; Arthur Evans, que dio con Knossos, internándose por otros senderos intelectuales (peripecias que Dilys Powell narraba en su ensayo The Villa Ariadne, un libro que aún no parece gozar de una traducción por estos lares o, al menos, uno no lo ha encontrado) o estos hombres de acción y letras que nos trae Saul Kelly y que contaban con Heródoto como conductor y aliento de sus pasiones.

La comprensión de una tierra siempre pasa por entender las palabras que definen sus particularidades, y así el lector aprende en estas páginas que ain es fuente; wadi valle, waddan la oveja de Berbería, los yinn los espíritus que habían morado entre las rocas, alamat los hitos de piedra, y zerzur un pájaro pequeño, que cabe en la palma de la mano, que es de donde viene Zerzura (oasis de los pajarillos).

Saul Kelly recupera aquellas expediciones del Sahara, que desde hace ya varios años cuentan con ese sobredorado cinematográfico que es la figura del conde László Almásy que El paciente inglés eternizó. Lo bueno del cine es que cuenta lo que nos gustaría ver o creer, y lo mejor de la literatura es que nos muestra la verdad, nos guste o no, que ese ya es nuestro problema. Y aquí se troquela el personaje de ficción a la medida justa de la historia, la real, con todos sus drapeados, y los que le dio su época, que fueron abundantes y de muchos colores, algunos más oscuros que otros, incluida la famosa Katherine, aunque su apellido no era Clifton.

"Lo que pasa con esta literatura histórica, pero de cierto aire aventurero, es que a uno lo retrotrae hasta los patios de la infancia"

Lo que pasa con esta literatura histórica, pero de cierto aire aventurero, es que a uno lo retrotrae hasta los patios de la infancia, esa época en que la palabra escrita era como una cerradura personal por la que echar el ojo y escrutar otros mundos y territorios. Y es que la vida, al final, va resolviéndonos en una sola existencia, aunque dentro se convivan con muchos héroes, de navío o de aeroplano, esto da igual, que vigorizan nuestra imaginación y nos dan aliento para sobrevolar las dificultades cotidianas, tan esterilizadoras y monótonas. Saul Kelly nos devuelve, con estas existencias intrépidas, al imaginario de las dunas con sus riesgos y hazañas. Una rendija por la que escapar del cotidiano, esas tardes en que se llega a casa con la voluntad desgarrada, y nos traslada a ese mundo, tan cercano y lejano a la vez, de espías, expediciones, camaradas y remotas cuevas con pinturas rupestres.

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