Los hijos de la viuda (Sexto Piso), de Paula Fox, no se lee: se escucha. Se escucha como si fuera una conversación entre familiares y amigos en la que todos se disfrazan y mienten con ferocidad. Una conversación que se extiende durante una noche y un día. Una conversación que airea traumas, reproches, amores, plegarias no atendidas.
Quién era Paula Fox. Cuál era su poder.
El poder de Paula Fox es su realismo devastador. Su retrato de las diversas y originales formas en que los seres humanos consiguen vivir con las mentiras que se cuentan a sí mismos.
Sobre contarse mentiras sabe mucho Fox. Vivió eso que llamamos “una infancia difícil”. De padres alcohólicos, un guionista de Hollywood y una mujer cubano-española que se movían en el entorno de Scott Fitzgerald, fue abandonada en un orfanato. Después, la niña pasó de mano en mano por distintas familias de parientes, vivió años en Cuba con su abuela, se quedó embarazada muy joven y dio a su hija en adopción. Se casó tres veces. Se reencontró con su hija años después y conoció a su nieta, Courtney Love (viuda de Kurt Cobain). Una vida trepidante. Mientras, su carrera literaria oscilaba entre libros de niños, con los que obtuvo un gran éxito, y novelas de adultos, que pasaron más desapercibidas. En los 2000 Jonathan Lethem, sí, el gran Lethem, la redescubrió, le pidió que le enviara copias de sus novelas, ya descatalogadas, las envió a todo el mundo, et voilà, Paula Fox renació de sus cenizas como la gran escritora de los conflictos familiares y de pareja de la clase media.
Fox es a la literatura como Woody Allen al cine.
Fox suelta cosas tan sutiles y ensortijadas como esta:
“… una frialdad glacial animada por la hostil convicción de que él era un tipo sensato en un mundo de locos”.
O esta:
“… entre las macetas rojas que proyectaban hojas y zarcillos como si se hallara en un lunático sueño forestal”.
Algo de lunático sueño tiene Los hijos de la viuda. Fox hace avanzar a sus personajes —siempre con una copa en la mano— por un paisaje urbano, de una habitación de hotel a un restaurante, a un cementerio. Los hace avanzar por una suerte de laberinto íntimo, y avanzan sorteando sus conflictos, sus conflictos entre ellos, sus conflictos internos. El grupo es variopinto, una mujer hermosa y salvaje de origen cubano-español, su complaciente marido millonario, una hija atraída por su madre como una polilla por la luz, un viejo editor, un hermano atractivo y retorcido. El grupo avanza y se escapa, en una especie de danza macabra, que sabes —lo sabes—, acabará mal.
Mientras, Fox observa. Disecciona. Entra en la cabeza de cada uno de ellos y sale cuando crees que está a punto de desentrañar su misterio. ¿Quiénes son los Maldonada? Esa familia cubano-española que parece maldita. ¿Quién es la hija, que mira con terror y admiración a su madre? ¿Qué ha pasado con la abuela, que crio a su nieta en un piso destartalado de Nueva York? ¿Qué busca el marido, un alcohólico que tiene que recoger los pedazos de su bella esposa cuando estalla? Todos tienen su pregunta. Todos tienen su misterio.
La novela de Fox es profundamente chejoviana: lo que no se dice a menudo es más importante que lo que se dice. La novela de Fox es una pieza de cámara de una intensidad dolorosa. El elenco es reducido y sutil, lo que nos permite observar a cada personaje en detalle. Sufrir en detalle. Temer en detalle. Amar lo insoportable en detalle. Callar en detalle.
La novela de Fox es un viaje a las nieblas del alma humana. A veces, por ahí, intuyes una luz. Y sigues leyendo.
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Autora: Paula Fox. Título: Los hijos de la viuda. Editorial: Sexto Piso. Venta: Todos tus libros.


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