Inicio > Firmas > Ayer fue miércoles toda la mañana > Niebla en Tánger: de la ficción a la realidad
Cristina López Barrio en la Kasbah. Foto: Manuel Yllera

Cristina López Barrio en la Kasbah. Foto: Manuel Yllera

El vuelo Madrid-Tánger salió a las 11,35h del 31 de enero. Una pequeña comitiva periodística, invitada por la editorial Planeta y capitaneada por Laura Franch y Laura Verdura, acompañábamos a Cristina López Barrio para conocer de su mano los escenarios en los que transcurre la novela, Niebla en Tánger, con la que quedó finalista del premio Planeta 2017.

Ya se sabe que cualquier viaje puede convertirse en iniciático, sobre todo si, como le ocurrió a Cristina cuando recorrió las calles de la ciudad marroquí para que formara parte de la trama de la novela, acudes al lugar como a la Ítaca de Kavafis: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/pide que el camino sea largo/lleno de aventuras, lleno de experiencias.”

Manuel Yllera, Miguel Munárriz, Nuria, Palmira Márquez y Cristina López Barrio. Foto de Abdelkhalak Najmi

Manuel Yllera, Miguel Munárriz, Nuria Sierra, Palmira Márquez y Cristina López Barrio. Foto de Abdelkhalak Najmi

Iniciábamos, pues, el camino a la ciudad que iluminó durante los años 50 del siglo XX la imaginación de algunos de los escritores más destacados de la Generación Beat, que un buen día llegaron a la ciudad en tropel y se quedaron algún tiempo, entre ellos Kerouac, Burroughs, Ginsberg y otros que no pertenecieron a esa corriente, como Capote y Tennesse Williams. Paul Bowles se instaló permanentemente en Tánger en 1947 (la que luego sería su mujer, Jane Auer, llegaría dos años después con Truman Capote, que entonces tenía solo 25 años). Muchos de los viajeros que un día recalaron en la ciudad lo hicieron atraídos por la libertad y por la sencillez en que se vivía, “por el kif que en aquella época se vendía libremente en los estancos, por el estatus de zona internacional, por la libertad, el encanto de la leyenda, el exotismo…”, como dice Mohamed Chucri (Beni Chiker, 1935-Rabat 2003), amigo y biógrafo de Bowles, aunque luego añade que es absurdo tener una nostalgia exagerada por el Tánger de antes y suspirar por su pasado como zona internacional. Algo así dice Cristina López Barrio en su novela:

"Caminar con Cristina López Barrio por el Tánger que conoce tan bien es imaginar a Flora Gascón, la protagonista de su novela, en busca de Paul Ringle."

–Aquel mundo, el Tánger de la ciudad internacional, tú lo sabes, Armand, se desvaneció. Vive en nuestro recuerdo, en la nostalgia. Es como un estado de ánimo, ¿verdad, querido? Un Camelot que ya no se volverá a repetir.

Sea como fuere, ir a Tánger en 2018 supone lo mismo que advierte Kavafis en su poema: “Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado./ Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,/ entenderás ya qué significan las Ítacas”.

Ante el antiguo campo de fútbol del España de Tánger. Foto: Manuel Yllera

Ante el antiguo campo de fútbol del España de Tánger. Foto: Manuel Yllera.

Al bajar del avión lo primero que nos trajo un lejano aroma antiguo fue que tuvimos que caminar desde la escalerilla hasta la puerta de entrada del pequeño aeropuerto. Afuera nos esperaba Eduardo Calvo, director del Instituto Cervantes, que nos acompañó hasta el El Minzah Hotel, en el 85 de la rue de la Liberté, muy cerca de la plaza de Francia en donde aún sigue abierto el Café de París, que durante la Segunda Guerra Mundial fue nido de espías y después punto de encuentro de escritores, en donde Bowles y Jane se sentaban en la terraza y podían oír cantar las cigarras en los eucaliptos. “Hoy día solo oirás el ruido ensordecedor de los motores”.

Cristina López Barrio fue en todo momento la perfecta cicerone. Su carácter apacible contrastaba con el bullicio permanente de las estrechas calles de la Medina, en las que los comerciantes nos proponían entrar en sus tiendas y nos ofrecían alfombras, henna, bisutería, aceite de argán… Caminar con ella por el Tánger que conoce tan bien es imaginar a Flora Gascón, la protagonista de su novela, en busca de Paul Dingle, en pos del enigma de un hombre que desaparece un 24 de diciembre de 1951 en el puerto de Tánger. La novela arranca en diciembre de 2015 con una Flora Gascón que ha pasado la noche con un hombre al que acaba de conocer. En penumbra y a hurtadillas, sale de la habitación, no sin antes haber cogido de la cartera del hombre un colgante “con una forma parecida a la de una cruz” y haberse dado cuenta de que “junto al bolso hay un libro (…) con “varias páginas marcadas con post-it y anotaciones a lápiz, escritas en francés. Se titula Niebla en Tánger, y la autora, Bella Nur”. Todo lo que a partir de aquí comienza a vivir Flora la sacará del pequeño mundo doméstico que rutinariamente vive con su marido, cuyo principal aliciente es sentarse en el sofá a ver la televisión. Flora debe elegir entre la seguridad conyugal y la libertad de la aventura.

La tarde transcurre entre las estrechas y coloristas calles de la Medina que desembocan en el Zoco Chico, que un día lejano fue el lugar en el que se concentraron españoles de ambos bandos: los republicanos en el Café Fuentes y los nacionales en el Café Central.

Así, como llevados por la magia de la historia que López Barrio escribió, como unos nuevos personajes que entran en la novela para seguir los pasos de Flora Gascón, nos dejamos llevar por la voz amable de la escritora, por el olor característico de las calles y las plazas de la Kasbah, por el Zoco Grande, los Jardines de la Mendoubia, y ya, en el Bulevard Pasteur, la arteria moderna de la ciudad, entramos en la librería Des Colonnes, en la que sus estanterías atesoran miles de historias escritas en francés, en árabe y en español.

A mí me queda pendiente una historia que me hará volver a Tánger. Se trata de conocer a Rachel Muyal, alma durante 25 años de la librería Des Colonnes, a quien no pude ver entonces y a quien Cristina quería presentarme. Rachel Muyal fue amiga de los escritores asiduos a la librería, nada más y nada menos que de Paul Bowles, Tahar Ben Jelloun, Latifa Toujani, Mohamed Chukri, Juan Goytisolo… Muyal es toda una institución de las culturas francesa y española.

"Niebla en Tánger es una novela que fusiona realidad y fantasía para hablarnos de búsqueda de identidad en una ciudad preciosa y mágica"

Esa misma noche se presentó la novela en la Biblioteca Juan Goytisolo del Instituto Cervantes. Con Cristina se sentaron el director del centro y el hispanista Abdelkhalak Najmi. “Hay muchas ciudades en el mundo”, comenzó diciendo Najmi”, como París, Madrid, Nueva York, Dublín, Estambul, Alejandría, Praga, Beirut, Buenos Aires, Barcelona… que ejercen una verdadera fascinación sobre los escritores, poetas, artistas, cineastas, periodistas, pintores. Es el caso también de Tánger, muchas veces anhelada y soñada”.

La casa de Paul Bowles desde la terraza del Salón Blue, Foto: Manuel Yllera

La casa de Paul Bowles desde la terraza del Salón Blue, Foto: Manuel Yllera

Quiero imaginar que la sala donde se presentó este libro está siempre como aquel día en donde no cabía un alma más. Continúo con esta pequeña parte de todo lo que dijo Najmi en el Cervantes: “Y como si de un protagonista más se tratara, la ciudad de Tánger se dibuja para el lector en toda su belleza, tanto la actual como la pasada. Una ciudad mágica que la autora, Cristina López Barrio, despliega ante nuestros ojos con todo su exotismo, haciéndonos pasear por las estrechas calles de la Medina, el casco antiguo, oyendo la llamada del muecín a la oración e impregnándonos de sus olores. Es también en el seno de la ciudad y su pasado donde encontraremos las distintas culturas que en su día convivieron en paz y armonía en aquel lejano Tánger internacional, rescatando la autora, por ejemplo, diversas tradiciones y costumbres e historias sefardíes de Tánger. En fin, Niebla en Tánger es una novela que fusiona realidad y fantasía para hablarnos de búsqueda de identidad en una ciudad preciosa y mágica, mientras introduce al lector en un juego literario con dos narraciones que se necesitan la una a la otra para entrelazar realidad y ficción y desvelar el misterio que se nos plantea desde el inicio de la historia”.

Cenamos en el Riad Nord-Pinus, en el número 11 de la rue du Ryad Sultan Kasbah, a espaldas de la casa de Paul Bowles, frente a un atlántico abierto y misterioso, y brindamos por Cristina López Barrio, por su novela, por el periodismo, por la literatura, por la amistad y por Tánger.

Y prometimos volver.

Palmira Márquez, Nuria, Cristina López Barrio, Abdelkhalak Najmi y Miguel Munárriz en una calle de Tánger. Foto: Manuel Yllera

Palmira Márquez, Nuria Sierra, Cristina López Barrio, Abdelkhalak Najmi y Miguel Munárriz en una calle de Tánger. Foto: Manuel Yllera.

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