Ninguna línea recta te llevará allí

El camino inesperado comienza contándonos la historia del violín de uno de los miembros del grupo Kronos Quartet. En cada una de sus etapas en el texto va transformándose: en un trozo de madera, en el tronco o la rama de un árbol, en parte de un bosque… Hasta que un laberíntico viaje en el tiempo y en el espacio, recorriendo países y épocas muy distantes, desemboca en nuestro mundito actual, para recordarnos las bondades de la sostenibilidad, los peligros inherentes al calentamiento global y la ecuación de que solo con militancia se lucha contra la injusticia. Luchar contra la injusticia, obviamente, se trata de mucho más que de la defensa del feminismo, se trata del respeto hacia el mundo animal y vegetal, se trata de repartir recursos y riqueza, y se trata de no descuidar ni el pasado ni el presente si queremos tener un futuro. Así es como suena la música entre las páginas de este libro, siempre de manera inesperada y aun así inspiradora.

A Rebecca Solnit difícilmente la podríamos colocar en las huestes de pensadores apocalípticos de nuestro tiempo. En este libro, sin ir más lejos, nos explica cómo la desesperación es un lujo donde no puede caer el pensamiento, sobre todo cuando es un pensamiento transformador, poco o nada conforme con ciertas categorías e ideas contra las cuales solo se puede luchar desde la esperanza. El fin del mundo es siempre una tentación para las ideas, para las viejas ideas. Sin embargo, el fin del mundo ya se escenificó durante la Guerra Fría y se está escenificando en estos momentos en Gaza y Ucrania. Esa sensación de que estamos cerca del final, de nuestro final, sucede cuando nos centramos demasiado en cuanto sucede a nuestro alrededor y no nos preguntamos cuáles pueden ser las acciones correctivas que podemos llevar a cabo para mejorar lo presente. Ahí es donde la lectura de este libro se vuelve luminosa, además de muy inteligente. No se centra únicamente en cosas que están mal, también se centra en cómo conseguir que mejoren. Poner de relieve lo que está mal sin proponer al menos una manera de corregirlo habría sido una pérdida de tiempo y de energía.

Hay muchos territorios perdidos que debemos recuperar, según leemos en las páginas de El camino inesperado. Algunos de ellos serían los espacios públicos libres de imposiciones consumistas, son parques y bosques sin bares ni terrazas, lugares donde nuestra capacidad para rentabilizar y masificar todo no es operativa. Volver a comunicarnos con la naturaleza, aprender de nuevo los nombres de los árboles y los pájaros, observar las plantas y los insectos. Caminar y no quedarnos paralizados. Descubrir cuál es nuestro lugar en el mundo, más allá de nuestro desastroso comportamiento durante este antropoceno, cuando nunca antes el planeta se había visto afectado por nuestro comportamiento como se está bien afectado ahora, al borde de la extenuación. Para corregir eso, no obstante, Rebecca Solnit nos sugiere que el territorio más importante que debemos recuperar es el de nuestra imaginación.

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Autora: Rebecca Solnit. Título: El camino inesperado. Traducción: Clara Ministral Riaza. Editorial: Lumen. Venta: Todostuslibros