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Parábolas de la enfermedad

La Peste de Atenas. Michiel Sweerts (1652-1654)

La vida en los tiempos del coronavirus nos confina en nuestras casas. Es un momento raro, lleno de dudas y de esperanza. Miramos por la ventana, escuchamos la radio, vemos la televisión, caminamos de un lado a otro del pasillo, escuchamos música, charlamos, preparamos viejos y nuevos platos en la cocina… y leemos. Estos libros muestran algunas enfermedades que escritores de todos los tiempos usaron como argumento de sus novelas. La enfermedad como metáfora, tituló su ensayo Susan Sontag.

Decamerón. Giovanni Boccaccio (1313-1375)

El escenario es un villa florentina en la que van a confinarse, a causa de la peste, diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres, que pasarán diez días contando cada uno una historia que Boccaccio convertirá en una colección de cien cuentos morales y eróticos. Esta introducción a uno de los capítulos es un ejemplo del tono del libro: “Don Felice enseña al hermano Puccio cómo ganar la bienaventuranza haciendo una penitencia que él conoce; la que el hermano Puccio hace, y don Felice, mientras tanto, con la mujer del hermano se divierte”.

Decameron, de John William Waterhouse.

Diario del año de la peste. Daniel Defoe (1660-1731)

Esta novela, publicada en 1722, cuenta las experiencias de un hombre durante un año (1665), en el que Londres sufre una epidemia de peste. Como en otras novelas con este tipo de argumento, Defoe se adentra en el análisis del comportamiento humano, desde la heroicidad hasta el más mezquino, como puede ser el de los ricos que abandonan sus casas de campo sin preocuparse de extender en su huida la epidemia.

La montaña mágica. Thomas Mann (1875-1955)

Fue a raíz de una visita a su esposa en el Sanatorio Wald de Davos cuando Thomas Mann pensó en escribir esta novela. Cuenta la estancia de Hans Castorp en un sanatorio de los Alpes suizos. La enfermedad, aquí, es la tuberculosis antes del descubrimiento de la vacuna. La incidencia fue entonces tan grande que se la conoció como la peste blanca. El Premio Nobel tiene también otra obra, esta de mucha menor dimensión en cuanto al número de páginas, que es La muerte en Venecia, el drama interior del compositor Gustav von Aschenbach en un trasfondo de epidemia del cólera.

La peste. Albert Camus (1913-1960)

Albert Camus trata en La peste, de forma simbólica y como una representación el absurdo, una epidemia en la ciudad argelina  de Orán. Los personajes de esta obra viven más preocupados por mantener la dignidad humana que de luchar contra la epidemia. La reflexión, pues, que sostiene Camus es de tipo filosófico, ya que insiste en la idea de que el hombre no tiene control sobre la irracionalidad de la vida, y aunque el hombre absurdo pueda vivir sin Dios, también se puede dar a los demás. La plaga es en la novela aquí solo un pretexto para formular una alegoría sobre la solidaridad y cómo el Estado se convierte en un órgano represor reduciendo las libertades.

Tifus. Jean-Paul Sartre (1905-1980)

Hablar de Camus sin nombrar a Sartre no es posible, así que recordamos que Jean-Paul Sartre había escrito tres años antes que Albert Camus un guión, que no llegó a filmarse, sobre una epidemia de tifus ocurrida en una colonia de Malasia. También en esta obra se recurre al testimonio de los valores personales por encima de otros intereses, como son la moral de una mujer humilde frente al adinerado capitoste, o bien el pobre borracho que es capaz de sacrificarse por el bien de los demás.

Ilustración para la novela de Luisa Rivera.

El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez (1927-2014)

Esta es una de las novelas más celebradas, junto a Cien años de soledad, “del hijo del telegrafista de Aracataca”. Los buenos escritores no se conforman con contar un hecho aislado, sino que rodean sus historias con algo más, y en este caso García Márquez narró una historia sobre el mal de amores que sufren Florentino Ariza y Paulina Daza, los protagonistas, que tienen que separarse por imposición familiar. Parece ser que lo se que cuenta tuvo que ver con sus padres, Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez Iguarán, que tuvieron que luchar contra la oposición de los padres de ella. En Cien años de soledad García Márquez escribió sobre «la enfermedad del insomnio», lo que representa también una metáfora de lo que nos pasa: «Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste había invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles lo que sabía de la enfermedad del insomnio, y se acordaron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga. Fue así como les quitaron a los chivos las campanitas que los árabes cambiaban por guacamayas, y se pusieron a la entrada del pueblo a disposición de quienes desatendían los consejos y súplicas de los centinelas e insistían en visitar la población. Todos los forasteros que por aquel tiempo recorrían las calles de Macondo tenían que hacer sonar su campanita para que los enfermos supieran que estaban sanos. No se les permitía comer ni beber nada durante su estancia, pues no había duda de que la enfermedad sólo se transmitía por la boca, y todas las cosas de comer y de beber estaban contaminadas por el insomnio. En esa forma se mantuvo la peste circunscrita al perímetro de la población. Tan eficaz fue la cuarentena, que llegó el día en que la situación de emergencia se tuvo por cosa natural, y se organizó la vida de tal modo que el trabajo recobró su ritmo y nadie volvió a preocuparse por la inútil costumbre de dormir”.

Ensayo sobre la ceguera. José Saramago (1922-2010)

“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”. Otra parábola en forma de novela. La crítica de Saramago en este libro es la ceguera como enfermedad que ataca a todos. Novela psicológica, muestra el egoísmo humano y trasciende el significado de «ceguera», que va más allá de lo físico. Saramago describe a los personajes por alguna característica, como “la mujer del médico, el niño estrábico, la mujer de las gafas oscuras…”, como hiciera Julio Cortázar en su cuento “La autopista del sur” nombrando a los personajes atascados en la carretera por la marca de sus coches.

Mariela. Yolanda Guerrero

De esta novela ha escrito su autora: «Hace ahora más de dos años que me sumergí y aprendí a bucear voluntariamente en una pandemia: la del virus de la gripe española de comienzos del siglo XX, de la que leí (y con la que soñé) noche y día, sin tregua mental ni emocional, hasta el punto de llegar a enfermar, posiblemente adrede, para poder escribir dominada por la fiebre e invadida por el virus. Ingenua y afortunada de mí, claro está, porque ni mi virus fue el de la influenza de 1918 ni mis fiebres las que se llevaron la vida de entre 50 y 100 millones de personas (nunca se conoció la cifra real). Lo mío fue una simple gripe común, pero de los días de aquel virus y de aquellas fiebres proviene una novela, Mariela, protagonizada por una enfermera aragonesa que luchó contra la epidemia en los años duros«.

Esta es la ultima novela con la que cierro esta lista de libros para un tiempo necesitado de sentido común y de solidaridad más que nunca.

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