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Proyecto Itinera (LXXII): Visiones del mito

A comienzos del siglo XX el estudio de los mitos experimentó una profunda renovación. Hasta entonces, este bello conjunto de relatos no habían constituido un foco de investigación por sí mismos, sino como fuente de inspiración de innumerables obras artísticas y literarias. Dioses y héroes eran estudiados, simplemente, como temas de hermosas esculturas o protagonistas de trepidantes historias. Formaban un evocador universo estético que había constituido desde el siglo XVIII el supremo ideal de la belleza, tal y como lo concibieron eruditos como Johann Joachim Winckelmann. Sin embargo, aquel mundo idílico de mármoles blancos comenzó a desmoronarse ante la irrupción de nuevos enfoques, que trataban de despojar al mundo clásico de la sugerente corteza que ocultaba una realidad mucho más profunda.

Entre aquellos investigadores pioneros se encontraba una mujer: Jane Ellen Harrison (1850-1928). No solo fue una de las renovadoras del estudio de la religión griega, sino también una de las primeras académicas profesionales del panorama universitario británico. La piel bajo el mármol: Diosas y dioses del mundo clásico, reeditado en castellano por Siruela en este 2022, fue uno de los ensayos que contribuyó a despojar al mundo griego de su halo inmaculado para indagar en su prístina realidad. Tras la pálida frialdad de las esculturas se escondía un mundo de creencias complejo y confuso, descarnado y violento. “Nos damos cuenta, por ejemplo, de que Dioniso no es solamente el joven y hermoso dios-vino, sino también un antiguo dios-árbol, adorado en su aspecto de poste” (p. 14). En otro pasaje asegura que “Hermes, pues, para empezar, no es más que una herma, una columna o piedra cuadrada utilizada para conservar la memoria de los muertos y señalar su lugar de reposo; en su forma, es idéntica a la piedra que se coloca en las lindes” (p. 108).

"Ellen Harrison fue una de las personas que propició un necesario cambio de perspectiva en el estudio de la religión griega"

Bajo esta pionera mirada de principios de siglo, Ellen Harrison escrutó todo el panteón griego —el libro incluye la semblanza de trece divinidades—, y a lo largo de esta disección divina, la académica británica trata de huir del filtro romano o alejandrino que había tamizado los estudios sobre la religión clásica para liberar al mundo griego antiguo de postreras contaminaciones y alcanzar cotas de profundidad desconocidas hasta entonces (p. 9-13). Una nueva mirada que pasaba por comprender que la mitología es una compleja red de relatos que materializan lo que el hombre piensa e imagina. Un proceso que deviene, de forma inexorable, en la creación de imágenes. Harrison sostiene que los griegos fueron los iconistas supremos (p. 18), responsabilidad que tiene su germen en el genio literario de Homero y Hesíodo (p. 20-22), atribución que no es propia de la autora sino del mismo Heródoto (II, 53).

Ellen Harrison fue una de las personas que propició un necesario cambio de perspectiva en el estudio de la religión griega, un camino que luego transitaron con éxito célebres investigadores como Károly Kerénki, Walter Burkert, Eric Robertson Dodds, Joseph Campbell o Karen Armstrong, autora, esta última, de otra reedición de Siruela: Breve Historia del mito (2020), una sintética, pero lúcida obra, en la que la profesora inglesa analiza con precisión los resortes más íntimos del mito. Galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2017, Armstrong inició sus estudios sobre historia de las religiones después de haber sido monja católica durante seis años. Aquella vocación trascendente le ha permitido aportar una visión única y personal al estudio de la religión y, en particular, del pensamiento mítico. En la obra editada por Siruela analiza este fenómeno de forma diacrónica. Desde los albores del sentimiento religioso humano, al calor del fuego que reunía a las sociedades del Paleolítico, hasta nuestros días. Dilatado periplo religioso dividido en siete estadios, que transcurren desde el imaginario mítico de los cazadores-recolectores hasta la gran transformación operada por las religiones monoteístas.

"Estas ediciones de Siruela no constituyen una novedad en el panorama del estudio de la religión griega, pero tienen un valor incalculable"

“Los humanos siempre hemos sido creadores de mitos”, comienza el discurso de Armstrong, que alcanza cotas de inusitada intuición. “La mitología y la ciencia amplían las posibilidades del género humano” (p. 11), ya que nos capacitan para vivir de forma más plena en el mundo. La investigadora británica trata de indagar en las motivaciones más profundas del relato mítico, en el resorte psicológico que nos lleva a concebir y comprender un universo trascendente. “La mitología no trataba sobre la teología, en el sentido moderno, sino sobre la experiencia humana” (p. 14). Nos dice Armstrong que “la mitología señala lo de hay de eterno en la existencia humana, ayudándonos a traspasar el caótico flujo de sucesos fortuitos y entrever la esencia de la realidad (p. 17). Estamos, por tanto, ante “una guía que nos dice qué debemos hacer para enriquecer nuestra existencia” (p. 20).

Estas ediciones de Siruela no constituyen una novedad en el panorama del estudio de la religión griega, pero tienen un valor incalculable. Ambas nos proporcionan sendas visiones del universo trascendente del mundo heleno. Universo que encuentra como vía de expresión una tupida red de relatos protagonizados por dioses y diosas, héroes y heroínas, criaturas y seres fantásticos, pero que, detrás de su belleza estética, artística y literaria, dejan entrever, con la distancia temporal que nos separa, un conjunto de motivaciones que nacen de lo más profundo de la naturaleza humana y que, por tanto, siguen ofreciendo valiosas enseñanzas al descreído hombre del siglo XXI.

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