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Proyecto ITINERA (XLIV): Pitágoras: el hombre-divino

Proyecto ITINERA (XLIV): Pitágoras: el hombre-divino

El Proyecto ITINERA nace de la colaboración entre la Asociación Murciana de Profesores de Latín y Griego (AMUPROLAG) y la delegación murciana de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Su intención es establecer sinergias entre varios profesionales, dignificar y divulgar los estudios grecolatinos y la cultura clásica. A tal fin ofrece talleres prácticos, conferencias, representaciones teatrales, pasacalles mitológicos, recreaciones históricas y artículos en prensa, con la intención de concienciar a nuestro entorno de la pervivencia del mundo clásico en diferentes campos de la sociedad actual. Su objetivo secundario es acercar esta experiencia a las instituciones o medios que lo soliciten, con el convencimiento de que Grecia y Roma, así como su legado, aún tienen mucho que aportar a la sociedad actual. 

Zenda cree que es de interés darlo a conocer a sus lectores y amigos, con la publicación de algunos de sus trabajos.

Los pitagóricos solían decir que de entre los seres racionales “hay un tipo divino, uno humano y un tercero como Pitágoras”. El célebre filósofo y matemático de Samos fue vinculado desde la antigüedad con numerosos thaúmata o milagros. De él se decía que tenía el don de la bilocación, que disponía de un muslo de oro y una naturaleza proclive a la ascesis, que era capaz de recordar vidas pasadas, que entendía el lenguaje de los animales, que dominaba la naturaleza, adivinaba el futuro, sanaba mediante la palabra y conocía los secretos de la muerte. Una atenta lectura de los testimonios que las fuentes nos han transmitido sobre su vida nos permite hacernos a la idea de un personaje muy diferente al imaginado por el gran público, para el que será conocido por el teorema matemático que lleva su nombre y su lado más “científico”.

El currículum milagroso de Pitágoras se parece mucho al de otro destacado filósofo presocrático, Empédocles. El fragmento III de la colección Diels pone en boca del pensador de Agrigento estas palabras: “De cuantos remedios hay para los males y resguardo para la vejez te informarás, porque para ti solo realizaré yo todo esto. Apaciguarás la furia de los infatigables vientos que sobre la tierra se agitan y destruyen con sus soplos los campos cultivados. Y aun, si quieres, dirigirás sus soplos en sentido favorable; y colocarás después de la lluvia sombría una sequía oportuna para los hombres, y después de la sequía estival dispondrás las corrientes que nutren a los árboles y que irrigan el éter, y retornarás del Hades el vigor de un hombre muerto”.

"Pitágoras y Empédocles son dos de los más brillantes exponentes de un tipo especial de personaje del mundo arcaico griego: el Theios aner, hombre-divino"

Pitágoras y Empédocles son dos de los más brillantes exponentes de un tipo especial de personaje del mundo arcaico griego: el Theios aner, “hombre-divino”, un perfil que fue relacionado por E. R. Dodds con la tradición chamánica, con la que el mundo heleno pudo entrar en contacto a través de escitas y tracios (Los griegos y lo irracional, Alianza Editorial). Peter Kingsley los consideraba una suerte de magos depositarios de un saber no solamente orientado a conocer los poderes de la naturaleza, sino también a controlarlos. Portadores de un conocimiento de la cosmología y de la naturaleza de aplicaciones prácticas. Un saber inserto en una tradición ancestral, heredera de tiempos míticos, que algunos grupos, como los pitagóricos, trataron de mantener como partes y portavoces (Filosofía antigua, misterios y magia, Atalanta).

Bryant expuso abiertamente el problema que presenta la figura de Pitágoras a nuestros ojos de una manera muy sintética: “Tanto la figura del hombre como su mensaje son difíciles de recuperar de las leyendas que estuvieron desde el principio ligadas a su nombre, pero nuestras fuentes confirman dos hechos esenciales: en primer lugar, que enseñó la doctrina de la transmigración de las almas y la inmortalidad del alma, y en segundo lugar, que fundó una secta religiosa y aristocrática que, con el tiempo, se elevó a una posición de dominio político en la mayoría de las ciudades-estado griegas en el sur de Italia […]. El papel de Pitágoras como reformador religioso y como chamán acreditado, con viajes ad infernos, encarnaciones anteriores, actos de bilocación y otros milagros, es difícilmente conciliable con su reputación como filósofo y matemático. Pero como no hay duda de que estos diversos aspectos formaron una unidad en su biografía, es esencial que evitemos el error común de darle más valor a un ámbito que a otro” (Intellectuals and Religion in Ancient Greece, British Journal of Sociology).

"Ser sophós consistía en dominar una o varias áreas de conocimiento, sin importar su naturaleza"

Estamos acostumbrados a parcelar las áreas de conocimiento a través de etiquetas un tanto artificiales. Una división que se ha trasladado incluso a los planes de estudio, en los que se ha abierto una profunda grieta entre ciencias y letras. Pero para los antiguos griegos el término sophós (sabio) no estaba vinculado a ningún contenido particular. Podría tratarse de cualquier saber, ya fuera compartido por toda la comunidad, o solo por unos pocos miembros. Ser sophós consistía en dominar una o varias áreas de conocimiento, sin importar su naturaleza, así que podemos encontrar este término aplicado a artesanos, magos, políticos, navegantes o médicos. En lo que sí había unanimidad era en que, de alguna manera, esta capacidad emanaba de forma directa de la divinidad. El que por sus conocimientos llegaba a dominar con maestría una determinada disciplina adquiría lo que los griegos denominaban tecné, palabra que nos resulta conocida porque está en la raíz de nuestro término “técnica”. Con ella se referían al “saber hacer”. En época arcaica esta palabra servía para designar la destreza de un metalúrgico, pero también la de un mago. La de una tejedora y la de una hechicera. No se diferenciaba entre logro técnico y éxito mágico, pues todo encajaba en el ámbito de la praxis.

En estos días se ha publicado la tercera edición del que es, probablemente, uno de los mejores y más completos ensayos sobre la controvertida biografía de este personaje. Vidas de Pitágoras, de David Hernández de la Fuente, editado por Atalanta. Un amplio análisis del estado de la cuestión, desde que en 1962 Walter Burkert rescatara a la escuela pitagórica del olvido hasta nuestros días, ilustrado con una completa selección de textos de Aristóteles, Jámblico de Calcis, Porfirio, Diógenes Laercio, Diodoro de Sicilia o Focio de Constantinopla. Una edición que actualiza la bibliografía de la primera, publicada en 2011, y que, hoy por hoy, constituye una herramienta fundamental, rica y de amplias perspectivas, para aproximarse a una de las figuras más determinantes en la historia del pensamiento filosófico y religioso griego.

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