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Pura contradicción

Me siento como un cretino escribiendo sobre la banda y sobre mí mismo como si yo fuera un icono semidivino del pop rock americano o un producto confeso de una rebelión de preelaboración corporativista.

Kurt Cobain en ‘Diarios’ (Reservoir Books, 2016)

Acceder a la obra inédita de un autor fallecido tiene mucho de falta de respeto. Siempre he creído que no hay que publicar lo que el creador decidió no compartir con los demás, tiendo a huir de los discos póstumos. Son un buen negocio, claro está, pero son piezas que el artista descartó de su catálogo intencionadamente. Las razones de esos descartes nos pueden parecer injustas como seguidores del autor, pero forman parte de su criterio, y qué menos que respetar su voluntad si ya ha muerto.

Pasándome mis creencias por el forro y empujado, como todos, por el morbo, he abierto las páginas de los diarios de Kurt Cobain. La excusa para leerlos no es otra que conocer mejor al personaje, aun cuando eso implique sumar a su memoria escritos que él no quiso dar a conocer en vida.

Con esta aproximación, bastante hipócrita por mi parte, el libro no defrauda. Sus páginas son puro fetichismo: cartas a amigos, reflexiones personales, borradores de letras que aún necesitaban más trabajo, dibujos,… Nada importante, ni nada necesario, salvo desde el punto de vista de las herederas, que hicieron caja, y de los que queremos saberlo todo, hasta lo irrelevante, del músico que nos hizo estallar la cabeza a principios de los años 90.

Los textos íntimos del líder de Nirvana no sorprenden. Muestran a un obseso de la música, incluso del negocio de la música, que combina la actitud más punk con una visión bastante comercial del asunto. Pura contradicción, como este texto.

Kurt Cobain ya nos había contado todo esto, pero de un modo más pulido, más contundente. Nos lo había cantado en una obra que sigue viva con el paso del tiempo, que no precisa de matices en forma de borrador listo para ser enviado a la papelera de reciclaje. Pero claro, es lo que tiene alcanzar el estatus semidivino, que quienes lo seguimos en su momento buscamos entre sus descartes novedades imposibles que alimenten el mito, aunque para eso haya que leer notas que, con razón, no nos quiso enseñar.

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