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Qué hacer si encuentras un tesoro

Qué hacer si encuentras un tesoro

A través de las fotografías, las cartas y los objetos acumulados a lo largo de más de cien años, esta novela traza el retrato de la gente de orden que dominó la vida local de las pequeñas ciudades del interior en la España del siglo XX.

En este making of Severino Pallaruelo cuenta cómo escribió Querido Materno (Xórdica).

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Hace quince o dieciséis años un amigo me llamó para decirme que una tía suya había fallecido y él había heredado el piso donde ella había residido. Me pidió que fuera a verlo porque contenía muchas cosas que me iban a interesar. Tardé en responder a su petición pero, finalmente, acudí. Se trataba de una vivienda amplia donde se amontonaban los muebles, las vajillas, la lencería y miles de objetos acumulados a lo largo de un siglo y medio. Todo lo que allí se guardaba reflejaba la vida de cuatro generaciones de una familia de la buena sociedad provinciana. Había dos grupos de materiales especialmente interesantes: las fotografías y las cartas.

Desde el primer momento me embargó la sensación de encontrarme ante un tesoro. No me importaba nada el valor material de lo que veía ni me pregunté si tenía alguno, pero me sedujo la información que ofrecía el conjunto para trazar el retrato, en primer lugar, de unos personajes y, después, el de una clase social, el de un tiempo y el de una pequeña ciudad de provincias. Enseguida supe que quería escribir algo partiendo de lo que había hallado en el piso heredado por mi amigo.

"Comprendí que en realidad lo que estaba haciendo era buscar la manera de conocer a fondo a la gente que había vivido en aquella casa y la forma de darla a conocer a los demás"

Al principio el proyecto se orientó hacia un estudio de carácter erudito: un trabajo científico con muchas citas y muchas notas a pie de página, una tesis que se pudiera inscribir en los campos de la sociología, de la historia y de la etnografía. Trabajé en esa dirección a lo largo de un par de años, hasta que abandoné el proyecto porque dudé del interés que pudiera despertar en el mundo académico. Después decidí redactar un informe en el que de manera clara y escueta, como si se tratara de un expediente judicial, describiera lo que había encontrado: los objetos y las fotos aparecerían con la fría prosa de un inventario y de las cartas se citarían solo los datos del que la había escrito y del que la había recibido, la fecha y un breve resumen del contenido. Trabajé algunos meses siguiendo ese camino y lo abandoné cuando comprendí que en realidad lo que estaba haciendo era buscar la manera de conocer a fondo a la gente que había vivido en aquella casa y la forma de darla a conocer a los demás. Entonces supe que quería escribir una novela.

"Mis relatos o mis novelas siempre han partido de sucesos y de personajes reales. Siempre he sentido que debía algo a los tipos en los que me he inspirado para crear los protagonistas de mis libros"

El que hace un inventario debe ajustarse rigurosamente a la descripción de lo que halla. El historiador tiene también las manos, léase la pluma, atadas: debe atenerse al contenido de los documentos y aunque puede explicar el contexto no tiene derecho a imaginar ni a poner en boca de los protagonistas algo que no esté sólidamente documentado. El novelista, en cambio, es dueño de su texto y de sus personajes: él los crea, él les proporciona el nombre y, aunque se inspire en personas que existieron de verdad, el autor de una novela no está sometido a las obligaciones que rigen la tarea del historiador. Sin embargo, como novelista nunca he sentido que disponía de una libertad absoluta, nunca me ha parecido que no debiera nada a los personajes, ya desaparecidos, en los que me he inspirado para crear mis relatos.

Me parece que la realidad ofrece una materia literaria insuperable: no consigo imaginar una ficción más atractiva que la realidad, no encuentro acontecimientos inventados más sugerentes que los reales ni personajes ficticios más atractivos que los que de verdad viven o han vivido. Mis relatos o mis novelas siempre han partido de sucesos y de personajes reales. Siempre he sentido que debía algo a los tipos en los que me he inspirado para crear los protagonistas de mis libros. Esta sensación es particularmente fuerte en Querido Materno. A lo largo de la lenta redacción de la novela sus figuras me han pesado como si se tratara de personas vivas que estuvieran a mi lado, escrutando las cuartillas en las que iba escribiendo sobre ellas. No sé si he sido realmente libre. He llegado a apreciar a gente a la que no conocí pero que quiero dar a conocer. No ha sido una tarea fácil la de escribir Querido Materno. Ha hecho que me preguntara muchas cosas acerca de la memoria de los que ya no están y acerca de a quién pertenece. También acerca de los objetos que uno acumula durante toda una vida: quizá deberíamos hacerlos arder antes de desaparecer. O no.

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Autor: Severino Pallaruelo. Título: Querido Materno. Editorial: Xórdica. Venta: Todos tus libros.

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