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¿Quién necesita una lista?

¿Quién necesita una lista?

A finales del 22 José Luis Garci andaba nervioso. Y cuando eso ocurre, pone a todo el mundo a funcionar. La revista Sight & Sound estaba a punto de ofrecer a sus lectores la actualización de su lista de las 100 mejores películas de la Historia que, década tras década, en todos los años que acaban en dos desde 1952, somete al criterio de críticos de cine de todo el mundo. Y a Garci sólo el Dry Martini le gusta más que las listas. Así que pidió a los oyentes de Cowboys que enviaran al programa sus quince favoritas. Una aclaración garciana fue machaconamente reiterada. No quería las películas consideradas objetivamente mejores ni, mucho menos, las favoritas de la crítica. Lo que Garci pedía a los oyentes eran sus debilidades. Esas que producen alternativamente orgullo o bochorno (guilty pleasure lo llama mi amigo Alfredo). Y, claro, los oyentes (we happy few) acudieron a la llamada. Más de 800 listas llegaron.

"Y el caso es que no refunfuñó, no se revolvió como hicimos muchos. Simplemente intentó comprender los motivos de aquel terremoto. Así que lo primero que hizo fue ver la película"

Como en ese momento Garci ya estaba desmelenado, quiso completar la muestra con las listas de amigos, expertos, periodistas, críticos, blogueros… y lio a Balmori y Alegrete para que Notorious, que si no existiera habría que inventarla, editara un libro con los resultados de la encuesta y el mejor diseño de cubierta posible: la mano que mueve los hilos de la marioneta de Puzzo sobre Our Betters en letras de oro.

Y la lista de S&S llegó. Y todos dijimos lo mismo que los hinchas del Borussia al ver marcar a Carvajal de cabeza como si fuera Santillana: “¿Pero qué cojones…?” Entre otras desconcertantes novedades la película Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles había desbancado a Ciudadano Kane o a Vértigo como la mejor de la Historia. Del mismo modo que pienso en lo que hubiera escrito Gistau cada vez que Sánchez aprueba una ley de amnistía o Yolanda Díaz acusa a los magnates empresariales de construirse naves espaciales para abandonar la tierra, una pregunta, la elegida por Balmori para el prólogo, me asaltó de inmediato: ¿y Garci qué opinará de esto?

Fotograma de la película Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles.

Y el caso es que no refunfuñó, no se revolvió como hicimos muchos. Simplemente intentó comprender los motivos de aquel terremoto. Así que lo primero que hizo fue ver la película. A fondo. No para destrozarla en una reseña carnicera sino, insisto, para abrir más y mejor los ojos. Después Jesús Calero, que es el más listo, lo comprometió para un artículo en el suplemento Cultural de ABC y Garci, siempre solícito, se sentó a escribir.

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Flashback. La noche que Garci recibió el Cavia con su clásica chaqueta de esmoquin cruda (que no blanca), estaba sentado a la mesa presidencial distraído. No repasaba su discurso en los típicos folios escritos a máquina. Se limitaba a garabatear en una cuartilla algunas ideas sueltas. Cuando llegó el momento de recoger el premio de manos de los Reyes, me dio la cuartilla y me dijo “ahora vuelvo”. A partir de ahí todos fuimos testigos de la más loca y genial improvisación que vieron 100 años de Cavia. Enajenado, exultante, como conectado con Dios (o con Torcuato) regaló una colección de brochazos de pura inspiración que dejaron a todos los allí presentes boquiabiertos.

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"Consciente de que su artículo tenía vida propia, hizo la misma advertencia que Camba a los lectores de ABC: no me tomen demasiado en serio"

A medida que Garci iba rellenando cuartillas en su Underwood, la reseña, como en los Cavia, se fue convirtiendo en inspiración. Se va a enfadar cuando lea esto pero estaba escribiendo a lo Babylon. Consciente de que su artículo tenía vida propia, hizo la misma advertencia que Camba a los lectores de ABC: no me tomen demasiado en serio. Esa reseña se convirtió en el primer capítulo de su último libro, The Best? (Notorious), y se llama “Secuencia pre-títulos”. Yo les doy un consejo distinto: lean el capítulo y, cuando hayan terminado, vuelvan a leerlo. Como hay que hacer con el prólogo de Alcántara al Medio siglo de Ruano. Son seis páginas y pico de pura genialidad.

A partir de ahí el libro se divide en tres bloques. En el primero Garci se lamenta de su falta de conexión con el cine de los últimos 30 años. Dice que el futuro lo ha alcanzado, lo ha adelantado y lo ha dejado atrás sin una maldita gasolinera en la que refugiarse. Pero, acto seguido, como discutiendo consigo mismo, ametralla al lector con películas, directores y actores que en el último cuarto de siglo lo han dejado sin palabras. Cada uno que entienda lo que quiera pero a mí me parece que Garci no rechaza la modernidad. Lo que detesta es la impostura, la pose vacía, la corrección política, la pacatería, la falta de talento disfrazada de valores post-modernos.

En esta parte del libro Garci también aprovecha para proponer un verdadero vademécum de la historia del cine. Como la canción de Billy Joel We didn´t star the fire, en la que las estrofas son una sucesión de protagonistas y acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, es decir, la era pop (Harry Truman, Doris Day/ Red China, Johnnie Ray/ South Pacific, Walter Winchell, Joe DiMaggio/ Joe McCarthy, Richard Nixon/ Studebaker, Television/ North Korea, South Korea/Marilyn Monroe) Garci pasa por todas las épocas, por todas las películas de todos los directores y sus actores y los hilvana con el mismo mimo y la misma pasión con que cuenta siempre sus historias. Y de memoria, que recuerdo que hablamos de un hombre “desconectado”.

"Si compran este libro y lo empiezan a leer, ya no van a parar hasta terminarlo pero, después, no lo dejen muy lejos del mando a distancia"

En la segunda parte del libro, con la seriedad que el desafío merece, hace una disección profunda de la película acreditada como la “mejor de la Historia”, que a esas alturas ya ha estudiado milimétricamente, y ofrece al lector todo lo que, a su juicio, tiene de bueno y de malo. Para conocer el veredicto, van a tener que comprar el libro pero, créanme, mucho de lo que Garci concluye les va a sorprender.

Y, como no lo puede remediar, en la tercera y última parte del libro se recrea en sus clasificaciones: 48 obras maestras de los últimos 30 años, todas las películas que se deben ver antes de morir desde 1930 hasta 1959 (los años dorados), trece películas que él adora (sus debilidades) y, obvio, su lista manuscrita enviada a Sight & Sound.

No sé si se habrán enfrentado al problema de tener que elegir una película para ver el sábado por la tarde de entre la infinita oferta de los canales de suscripción. Si compran este libro y lo empiezan a leer, ya no van a parar hasta terminarlo pero, después, no lo dejen muy lejos del mando a distancia. Lo van a necesitar.

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Autor: José Luis Garcí. Título: The Best?. Editorial: Notorius. Venta: Todostuslibros

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Francisco Menéndez
Francisco Menéndez
1 año hace

Ansioso espero ver lo que dice Garci aunque en Cowboys de Medianoche nos ha dado bastantes anticipos

manuel
manuel
1 año hace

Gracias Luis Enríquez. Que precisión! Y al margen del MAESTRO GARCI, me acabo de comprar las Memorias de Ruano y el PROLOGO de MANUEL ALCANTARA es impresionante! Que forma de escribir!

Eduardo Expósito Rodríguez
Eduardo Expósito Rodríguez
9 meses hace

Lo único malo del libro va a ser el tíulo. Luego dice Garci que “los españoles nos queremos poco”. Pero él rinde pleitesía a la colonización culural anglosajona que no es más que una muestra de una supeditación en todo lo demás.

Gonzalo Casanova
Gonzalo Casanova
20 ddís hace

LISTAS DE MEJORES PELÍCULAS
¿Quién ha ganado?, ¿cuál es el número uno?, ¿quién es el favorito del público?, ¿eres tú mejor yo?, en tal caso ¡te vas a enterar guapetón! La competitividad es omnipresente en nuestra sociedad, y con ello no me refiero a la burguesa occidental capitalista masiva (de masas, no de Newton), sino que denoto la humana, sin más.
Pues sí, en estas fechas (y en las Otras igualmente) se rivaliza por cualquier cuestión, se apuesta no sólo a quién va a ganar La Liga, el Tour, la audiencia televisiva de la jornada, los Oscar o Eurovisión, sino por quién será el próximo Papa …, ¿quién da más, en Las Vegas?
En esta atmósfera es comprensible que haya listas sobre cuáles son las mejores películas, al igual que pinturas, esculturas, sinfonías, grabados, ballets, óperas, novelas, piezas teatrales, poesías etc. Sí, es normal y debemos asumirlo: poseemos tendencia innata a erigir escalafones.
Por mi parte ya me he pronunciado en cuanto a El Séptimo, en el texto Jeanne Dielman vs. Ciudadano Kane, en el cual me posiciono con la firmeza del general Custer por el último frente a la dama bruselense. Así que ahora mismo proveo sólo de unos resúmenes.
El gran Roger Ebert llegó a afirmar que, tras decenios de supremacía en la lista de las mejores, Ciudadano Kane es oficialmente la mejor película de la Historia: en mi lado de las vías, pleno acuerdo, desde siempre. Nuestro crítico vivió lo justo para ver como la de Orson era desbancada por Vértigo. Por mi perfil, desacuerdo, pero admisión de que es asimismo de lo mejorcito.
Pero nuestro historiador no contempló la entronización de Jeanne Dielman. Aunque Bruselas es la capital de Europa, en este respecto mi disconformidad es tan enorme como las pirámides de Gizeh, puestas las unas encima de las otras. Pero en fin, para gustos están los colores, y para disentir se ruedan largometrajes.
No sólo estimo Jeanne Dielman peor que Ciudadano Kane y Vértigo, es que debo realizar un tremendo esfuerzo mental y visual para imaginar a qué producto fílmico es superior. ¡Es una opinión!
¿Cuáles son mis argumentos?, porque después de muchos decenios contemplando largometrajes algunos albergaré, esto es criterios para determinar y jerarquizar.
Pues bien, yo soy de ésos que prima la Forma sobre el Fondo en El Séptimo, y básicamente en los Seis precedentes. Por ir a alguien reciente, me asimilo a lo de Denis Villeneuve: el cine es un medio visual, con un uso expresivo del sonido, donde los diálogos desempeñan un papel secundario. Una posición diametralmente enfrentada a los espectadores que priman ante todo el mensaje, el contenido político/social, la destrucción de las máscaras machistas y/o capitalistas; línea muy querida por la Corrección política y/o izquierda brahmán. Desde este prisma las preguntas son: ¿en qué contribuye esta obra a la liberación del proletario?, ¿en qué medida denuncia el machismo?, ¿cuánto impulsa la protección de Gaia y de los animales?, ¿hasta qué punto desenmascara la brutalidad del capitalismo selvático?, ¿favorece realmente los derechos de aquellos con opciones sexuales alternativas? En fin, ya saben Vds. a qué me refiero.
Por mi parte a la pregunta (primordial, cargada) ¿qué significa esta película?, ¿qué propósito la caracteriza?, mi respuesta es otra pregunta: ¿para qué sirve La Gioconda, Las Meninas, La Venus de Milo, La Escuela de Atenas, La Ronda Nocturna, El Discóbolo de Mirón, El Moisés, El Nacimiento de Venus? Para nada; su objetivo es ninguno, o mejor manifestado, generar belleza. Considero que esto es el arte cinematográfico, y el resto de ellos.
Ciertamente en el cine hay muchos muchos elementos; empezamos con una buena música, que eleva no pocos productos. Y está el argumento, que salva a una cinta técnicamente mediocre. No me voy a complicar con los ejemplos: La Herencia del Viento y Vencedores y Vencidos, ¡madre mía!, ¡que fuerza en los diálogos!, ¡qué consistencia ética! Igualmente propongo Cadena Perpetua, que no me sorprende esté n.1 en algunas listas, pero por la historia, no por el lenguaje fílmico. Éste último es desde mi vertiente lo esencial para realizar la jerarquía el cine; tampoco me complico, y voy a lo típico: planos secuencia con desplazamiento, y pulido montaje. Si realizamos nuestra investigación según esto, ¿qué encontramos?: Ciudadano Kane & Vértigo; además El Acorazado Potemkin, La Regla del Juego, La Quimera del Oro, El Hombre con la Cámara, M, La Dolce Vita, 2.001 … Éstas son las mejores, ¡desde este perfil!; pero hay historiadores & críticos que favorecen otros.
Pues sí, producir hermosura, ni más ni menos, ni menos ni más. ¿Y qué es ello?; sigo con lo habitual …, simetría, armonía, regularidad, aquello que resulta placentero a nuestros sentidos (aisthesis). No hay Mensaje, sólo disfrute; algo connatural a los homínidos, y especialmente a los cromañones. Bueno, bueno, ¡no nos precipitemos muchachotes!
Retorno a lo que requetesabido …, todo esto de la proporción, el equilibrio (visual y auditivo) seguramente tuvo un papel fundamental en la supervivencia de los homínidos, allá por la sabana al este del Valle de Rift. Incluso Roger Penrose lo considera, lo cual no puede sorprendernos, porque además de matemático es platónico.
¿Ideas-Formas platónicas?, ¿por qué no? Sí, nos adentramos en el delicado apartado de los Universales, no exactamente del Ser, sino del Gusto. Si atendemos p.ej. a la pintura y escultura contemporáneas, de Universales ¡ná de ná!; cada loco con su tema. Pero no me rindo, y sé que no estoy como Robinson Crusoe en esto. Suelo pedir auxilio frecuentemente a la música; estoy convencido, a través de contrastación empírica, que prácticamente a todos los Humanos nos deleita lo mismo, y nos chirría lo Otro. Sí, sí; y mi proposición, atrevida, no sólo la aplico a la música ligera/popular …, los mínimamente versados en la música clásica también coinciden en lo que es Bueno, grato al oído.
Continúo, cada vez más allende y con riesgo de extraviarme … Me atrevo a sostener que si colocamos la pintura abstracta & derivaciones en una epojé husserliana, si ponemos el foco en Romanticismo, Realismo, Academicismo, Naturalismo, habrá consenso (¡si lo pillaran los políticos!) en lo relativo a lo que es satisfactorio a la vista.
El cine como “pintura” me resulta un buen leitmotiv, aunque haya más dimensiones; el encuadre como un buen lienzo … En El Estudio del Pintor de Gustave Courbet encuentro un plano general (casi panorámico) y enfoque profundo, como en Orson y David Lean. ¡Hermosura!, sin significado ulterior. Por supuesto estamos inmersos en kinema, ¡hay movimiento!; aquí topamos con el seccionar/empalmar las tomas, con lo cual creamos un tempo, que asimismo es parte constitucional del placer de lo visual. Pinturas (planos), y su circulación en el tiempo, ni muy lenta ni muy precipitadamente …, en consonancia con nuestra percepción de una cadencia fluida. Porque todos pertenecemos a la misma especie, conformados por la misma herencia genética, y los mismos cinco sentidos: somos similares en los que nos complace sensorialmente.
Si aplicamos estos baremos ¿qué descubrimos? Pues los artistas/obras de más arriba, y algunos (muchos) otros: Murnau, Griffith, Carné, Walsh, Ford, G. Stevens, Capra, Hawks, Resnais, Antonioni, Visconti, De Palma …, Ridley, Leos Carax, Fincher, W. Anderson, Sorrentino. D. Villeneuve, et alii.
El Infierno está lleno de buenas intenciones, y lo mismo el acervo de largometrajes, carentes de acertada Forma/técnica; y de pinturas, esculturas, grabados, ballets, canciones, sinfonías y Otros. Los buenos propósitos en Arte (incluido El Séptimo) no son un sustituto (ni excusa) para la destreza: esto no es el Reino de la Ética, sino de la Estética. No me aleccione, instruya (hay enseñantes), desvele y revele, libere (existen marxistas), adoctrine (abundan los políticos), salve (curas), muestre el Bien (profesores de ética), redima, ilumine (labor de profetas) etecé, etecé, ¡deléiteme!