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Robert Kolker: «No quería exagerar nada, porque la esquizofrenia no se ha curado»

Robert Kolker: «No quería exagerar nada, porque la esquizofrenia no se ha curado»

Poco a poco, conversando durante horas con todos los implicados, dedicando mucho tiempo a la lectura de informes médicos y científicos, andando sobre el terreno y anotando datos anodinos sobre una calle perdida de Colorado, ha armado el periodista norteamericano Robert Kolker la monumental Los chicos de Hidden Valley Road.

Considerado uno de los libros del año en Estados Unidos y en la tradición del mejor periodismo de investigación, deja sin aliento al lector que se enfrenta a sus páginas al ir descubriendo de forma minuciosa qué ocurrió en la familia de Donald y Mimi Galvin, que fueron padres de doce hijos, seis de ellos diagnosticados con esquizofrenia, desde que se conocieron en los años cuarenta y hasta la actualidad.

En una entrevista con Efe, Kolker que participa en Barcelona en La Setmana del Llibre en Català y en un acto en el CCCB relacionado con la exposición «Cerebro(s)», ha reconocido este martes que es «fácil entristecerse» ante lo sucedido en una familia como ésta, pero así que iba escribiendo vio que «la historia de los Galvin no es solo un proceso de sucesos trágicos, sino también una historia humana, de familia, de supervivencia e, incluso, de progreso y esperanza».

Publicada por Sexto Piso en castellano y Periscopi en catalán, en Los chicos de Hidden Valley Road Robert Kolker, finalista del National Magazine Award y premio Frank Guggenheim a la excelencia en periodismo sobre justicia penal, retrata a una familia del sueño americano, en pleno baby-boom, instalados en una idílica casa de Colorado, donde hay música clásica y mucho deporte y diez niños y dos niñas, nacidos entre 1945 y 1965, de un padre militar de las Fuerzas Aéreas y una madre, hija de una familia acomodada de Texas.

Un día, tras una serie de extraños comportamientos diagnostican esquizofrenia al mayor, Donald, y en años sucesivos, otros cinco de los chicos desarrollarán la enfermedad, de manera que su caso llamará la atención del Instituto Nacional de Salud Mental, mientras la matriarca Mimi pasará media vida tratando de ocultar el horror y la desdicha de puertas adentro, con crisis nerviosas, violencia descontrolada, abusos sexuales y muerte.

El escritor ha apuntado que lo primero que hizo fue hablar con los supervivientes de esta prole porque «no quería generar ninguna disputa interna, ninguna pelea entre ellos. Se trataba de ver lo que el lector podría aprender de su caso, de su estigma».

En sus investigaciones, intentó entender primero todo lo relacionado con la enfermedad mental «y si sería capaz de comprender qué ha aportado esta familia en la investigación, porque en principio no era tan evidente hasta qué punto los Galvin han ayudado a hacer progresar la ciencia».

«No quería exagerar nada, porque es evidente que la esquizofrenia no se ha curado, por tanto, no quería hacer creer que su experiencia había marcado un antes y un después, aunque sí son un caso representativo», ha subrayado.


Por otra parte, no esconde que contar con diferentes testimonios muy directamente implicados, como las dos hermanas pequeñas Margaret y Mary, le ha servido para mostrar diferentes «enfoques, escribir sobre dos mujeres con traumas muy parecidos, procesados de una manera muy distinta».

Antes de llevar el libro a imprenta, los Galvin han podido leerlo y «quedaron aliviados cuando vieron que no era una obra sensacionalista y que podría inspirar a muchos otros», aunque le han confesado, especialmente Michael, el quinto hermano y el que vive más cerca de la casa de Hidden Valley Road, que hay quien le aborda en sus compras para mostrar su sorpresa, puesto que la imagen que tenían de ellos los vecinos era de familia perfecta.

En este rompecabezas que ha ido construyendo, tiene un papel predominante Mimi, que siempre quiso tener una familia numerosa, aficionada como su marido Don a la cetrería, y figura «complicada».

Para Kolker, «muchas de nuestras historias de la cultura occidental siempre acaban culpando a la madre, señalándola como la mala de la familia, pero en este caso, no era tanto ni mala, ni buena, sino compleja«.

Los capítulos más científicos, muy centrados en la esquizofrenia, los ha reescrito en innumerables ocasiones porque «no quería un manual de texto».

Respecto a si irán apareciendo nuevos «secretos» sobre los Galvin, Robert Kolker indica que no lo cree «aunque podría ser posible» y ha desvelado que ahora están trabajando en un documental para televisión sobre su peripecia: «Y lo harán sin mi —afirma—, yo no formo parte del proyecto y serán ellos directamente los que ofrecerán su punto de vista».

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