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Soledad Córdoba: «Veo la incertidumbre y la conciencia de las emociones como las vías para alcanzar el conocimiento»

Soledad Córdoba: «Veo la incertidumbre y la conciencia de las emociones como las vías para alcanzar el conocimiento»

Zenda publica un extracto de la conversación entre Soledad Córdoba y Zara Fernández de Moya, artista y comisaria, respectivamente, de la exposición «Trilogía del alma», recogida en el libro Tránsito por los estados del alma: Cuadernos de viaje (editorial Huso).

Desde que iniciamos juntas este camino, siempre soñamos en un espacio para los cuadernos de viaje de Soledad Córdoba y, como tantas veces, Marifé Santiago nos impulsa y nos ofrece habitar esta espléndida colección de la editorial Huso, junto a su editora Mayda Bustamante: los cuadernos, como lugar de pensamiento, reflexión y aprendizaje, donde las ideas se hacen visibles, donde los pensamientos se hilvanan en una combinación de líneas, gestos, color y palabras.

Así, antes y durante el viaje por los desiertos del oeste de Estados Unidos, los cuadernos no solo son un diario imaginario de momentos clave y reveladores de esta experiencia —más de 26.000 kilómetros de soledad, silencio y paisajes de indómita belleza— sino que en las páginas de estos cuadernos residen los pensamientos mágicos que evocan días y días de tránsito por las carreteras infinitas y solitarias en busca de “los lugares” donde hacer fotografías, donde el cuerpo y el alma se imbrican para crear nuevos rituales de paso. Los estados del alma son un lugar de búsqueda, de emoción y de libertad que invitan a vivir esta experiencia de viaje iniciático.

El después de este tránsito por los desiertos y los estados del alma concluye con su gran Trilogía del alma, en tres movimientos: Trascendencia, Purificación, Renacimiento.

—¿Cómo surge la idea de esta travesía hacia la inmensidad, hacia ti misma?

"De este modo concibo el cuerpo, imperfecto, como una máquina precisa de nuestra alma"

—Siempre he estado sumergiéndome en estos lugares invisibles a nuestros ojos, no sé si como reto o como una inquietud en búsqueda de respuestas. El ser humano lo entiendo inabarcable en su parte emocional. Es imposible el autoconocimiento, cada paso que damos nos lleva a una nueva forma de nuestro ser. ¿Cómo puedo saber todo de nosotros o de los otros si siempre me veo como otra? Por eso creí que indagar en la parte más espiritual y mística podría ser una posible vía de entendimiento para comprender la naturaleza de nuestras emociones. Con esta idea de búsqueda me sumerjo y transito en este inmenso proyecto, y digo inmenso porque no sé si puedo darlo por finalizado: con él no he hecho más que abrir nuevas cuestiones. Veo la incertidumbre y la conciencia de las emociones como las vías para alcanzar el conocimiento. Es en las emociones y las sensaciones donde el cuerpo se queda relegado a mero soporte u objeto sobre el que acontece lo vivido. El cuerpo como lugar donde residir, como herramienta de desplazamiento hacia la conciencia. De este modo concibo el cuerpo, imperfecto, como una máquina precisa de nuestra “alma”. Así que esta “travesía hacia la inmensidad”, como bien dices, no solo me lleva a mí, sino a todo aquello que no se revela a simple vista, todo aquello oculto en nuestras formas y modos de ser y estar. Este proyecto no deja de ser un itinerario hacia formas de sentir y un anhelo por entender lo que somos.

—Eliges el desierto como lugar propicio para la revelación, para la trascendencia. ¿Cómo fue esta experiencia tan directa, expuesta al desierto a temperaturas elevadísimas?

"Creo que este ha sido el gran regalo de este proyecto, hacerme consciente de una libertad total de cuerpo y de mente"

—El desierto es el lugar ideal al que acudir para despojarse de todo lo que en nuestro día a día nos rodea. Por eso he acudido a los desiertos, porque es donde el alma se revela a sí misma. El desierto se evoca en todo este proyecto como ese espacio para recogerse y apartarse, al tiempo que implica tener una estrecha relación con la naturaleza física del entorno. Un lugar propicio donde el alma y el cuerpo están presentes, se elevan y transitan, se funden y se desprenden… Enfrentarse a la naturaleza indómita de estos lugares de inasible belleza es, sin duda, un acto de despojamiento y desprendimiento de todo lo innecesario con lo que vivimos. En estos lugares desérticos e inabarcables te sientes pequeña, desprotegida, y es ahí donde se hace posible la conexión con el propio cuerpo. En las condiciones extremas nuestro cuerpo suplica, habla, es frágil y fuerte a partes iguales, lucha por sobreponerse y no decaer. Esa lucha de la que hablo está conectada con algo más que el propio cuerpo. Es en ese lugar, donde conectan la parte corporal y la espiritual, donde aflora eso a lo que he llamado “estados del alma”. Además, el desierto me dio la oportunidad de sentir la libertad como nunca la he sentido antes. Creo que este ha sido el gran regalo de este proyecto, hacerme consciente de una libertad total de cuerpo y de mente. He experimentado en este transitar por lugares desérticos una sensación de libertad y una conciencia creadora en conexión con la amplitud inconmensurable e inabarcable, sin límites, que ofrecen los lugares en los que he vivido. Algo inexplicable que nacía dentro de mí, y no era físico, ejercía una energía vital de paz, libertad, admiración y alegría por estar ahí a pesar de la sed, el calor extremo, el cansancio o el miedo.

—Y en este viaje (y en tu proceso creativo en general), tus cuadernos: ¿cómo se van haciendo?, ¿cómo te acompañan? ¿Y los ritos? ¿Cómo van surgiendo en tus cuadernos?

—Mis cuadernos siempre están en todos mis proyectos, los necesito para crear, para visionar y proyectar, son el lugar de las primeras reflexiones, anotaciones y dibujos, datos necesarios para solucionar y visualizar las futuras obras. En mi proceso de creación hay un gran trabajo de abstracción, que deviene de la observación profunda del entorno. Este proceso lo considero como una forma de desmenuzar la realidad y a modo de collage presentar nuevos símbolos que germinan en una nueva imagen. Sigo una estructura, aunque no siempre es igual, depende de muchos factores, pero por lo general sería la siguiente:

"Esta búsqueda habla de nuestras necesidades físicas y emocionales, pues en el cuerpo y en la energía que nos embriaga están nuestros modos de hacer, de ser y estar"

Visiono la idea, la imagen aparece, provocada muchas veces por la búsqueda en la que me sumerjo a través de lecturas. Por ejemplo, en este proyecto he leído diversos escritos en los que el tema principal era el alma: Aristóteles, Santa Teresa de Jesús, María Zambrano, Gustav Fechner, Étienne Souriau, entre otros. Sin embargo, de las más inspiradoras ha sido la obra de Clarice Lispector Agua viva, muy sugerente, desgarradora y visionaria. Su lectura ha llegado a dar palabras a lo que he vivido en estos lugares. En mis cuadernos tomo anotaciones, pequeñas descripciones de mis visiones o de las experiencias y los encuentros con los espacios localizados. A veces todo se desenvuelve tan rápido que es sólo un dibujo rápido, una palabra con la que dejo constancia de esa idea que no quiero que se me escape. Por eso, para mí es esencial el cuaderno, es parte de la obra, es el proceso.

Volviendo a los dibujos de los cuadernos de este viaje, existen dos cuadernos. El primero es anterior al viaje. Por mi forma de entender el proceso de creación no podía ir a este viaje sin haberme empapado de todas las cuestiones que me inquietaban. Esto supuso un proceso de inmersión proyectándome virtualmente —a través de visionar fotos de los lugares o viajar por Google Earth— en los lugares desérticos por los que, posiblemente, iba a viajar. Este cuaderno previo al viaje es un ejercicio de proyección desde la distancia, desde el desconocimiento, desde la “inocencia” de no conocer el lugar, no saber de su olor, de su sonido, de su calor… A pesar de estar trabajando desde la imaginación, albergaba la ilusión de que era mi primer viaje a estos lugares, y en esa ilusión del que conoce y encuentra por primera vez, residía gran parte del espíritu de este cuaderno. Puedo decir que este cuaderno es la ilusión del desierto, de los estados del alma, de los olores y los sonidos por conocer. Pero dentro de esa idea de encuentro y deseo estuve construyendo una sólida estructura de la idea de “alma”. El proceso de interiorización que supone preparar un proyecto así es muy amplio y el motivo por el que se empieza va desplazándose, transformándose o evolucionando. Es decir, por fin va cobrando vida, va hablando y pidiendo ser hecho, así que al final el alma se convierte en una excusa para enfrentarme a la naturaleza del ser humano. Esta búsqueda habla de nuestras necesidades físicas y emocionales, pues en el cuerpo y en la energía que nos embriaga están nuestros modos de hacer, de ser y estar. En definitiva, este tránsito por los estados del alma es un recorrido por los diferentes estados que experimentamos física y emocionalmente, como resistencia, sacrificio, desprendimiento, trascendencia, purificación y renacimiento.

 

—En los cuadernos van apareciendo los símbolos que conforman tu mitología personal: la piedra, las cuerdas, el velo negro o el hilo-oro. Háblanos de ellos, Soledad.

"Todo este universo silencioso e indómito, me ha servido de medio expresivo, son elementos que aportan algún significado"

—Me gusta que me comentes lo de mitología personal porque en todo este proyecto, y en general en mi obra, siempre he trabajado con simbología y elementos que revisitan espacios míticos e imbricados con nuestra naturaleza. Además, me gusta crear mis propios símbolos. En este caso, todos los elementos como las piedras, el velo negro, los cristales, el humo o las cuerdas de oro tienen una conexión directa con los lugares y con los ritos realizados in situ. Y de algún modo, los estados del alma que he ido trabajando y experimentando a lo largo de este viaje físico y espiritual están explicados desde esta simbología mítica y elemental. Los objetos o elementos que me han ofrecido estos lugares han sido una vía, conducto o canal transmisor. Estos lugares, aparentemente desnudos, están llenos de cosas. Todo este universo silencioso e indómito me ha servido de medio expresivo. Son elementos que aportan algún significado y que, en definitiva, se unirán al mundo de lo simbólico. Cuando hablo de símbolos no me refiero únicamente a los símbolos de la tradición y cultura de la humanidad, sino de nuevos símbolos surgidos de la experiencia directa, vivida y experimentada en los lugares donde realizo cada acción. Me interesa, especialmente, la creación de una simbología relativa al espacio y tiempo vivido y experimentado. A lo largo de todo este proyecto las piedras se configuran como los hilos conectores de todos los estados del alma. Las piedras volcánicas tienen relación directa con los lugares en los que he estado trabajando. Además, estas piedras simbolizan nuestros orígenes, lo primigenio, la creación. Las piedras volcánicas son expulsadas de las entrañas incandescentes de la tierra. Antes de ser éramos piedras, polvo cósmico. Son nuestra conexión con el universo y con la tierra, son el principio y el fin. Son símbolo de fuerza, permanencia y trascendencia.

—¿Qué te ha inspirado la obra Piedras, de Roger Caillois?

"Es necesaria esa minuciosidad y ese dejarse llevar por la fascinación de lo que acontece ante nuestros ojos"

—Esta obra de Caillois apela a la observación minuciosa de las piedras como elementos milenarios y originarios. Las piedras guardan una memoria ancestral y contienen poderes, energías y propiedades esotéricas. Habla de la vida de las piedras, los mundos posibles dentro de las cavernosidades de muchas de ellas. La posibilidad de abstraerse bajo su influjo y llegar a viajar por sus crestas, montículos y oquedades. También habla, por ejemplo, del poder hipnótico de las vetas de una piedra semipreciosa, influenciarse por las geometrías bellas, precisas y caprichosas. Además, Caillois hace una selección de las cualidades místicas, sanadoras y de las mitologías y simbologías en muchas de ellas. En definitiva, ver en las piedras algo más que un objeto inerte. Esta visión ofrecida por Caillois se asemeja a mi interés por la observación de los lugares, más allá de la mera observación visual. Es necesaria esa minuciosidad y ese dejarse llevar por la fascinación de lo que acontece ante nuestros ojos. Todo esto forma parte del estímulo necesario con el que construyo mi lenguaje poético, tan necesario en mi trabajo.

—Tu cuaderno también está recorrido por las que serían las protagonistas de tu Trilogía del alma: la mujer peregrina, guerrera, maga; la mujer trascendida, purificada, renacida. Háblanos de ellas.

"El velo tiene una gran carga simbólica: el velo tapa, cubre, protege y desvela"

—En los cuadernos aparecen todas esas mujeres que nombras, son las protagonistas necesarias para que la obra sea posible, porque este proyecto es un viaje del alma donde chamanas, magas, iniciadas, sacerdotisas, peregrinas y guerreras son las guías en este viaje. A través de ellas se depositan las infinitas cuestiones acerca del alma. A través de ellas se experimentan los estados del alma. Todas estas mujeres nos introducen en un mundo místico y espiritual totalmente abstracto. La Chamana es el vehículo que conecta el mundo terrenal con el espiritual, su presencia es necesaria para esta conexión. Es un canal o espacio liminal entre el aquí y el más allá, se conecta con el mundo de los vivos y los muertos. Habla un lenguaje secreto y además lleva una indumentaria especial para el rito. Ese lenguaje secreto me da pie a trabajar lo abstracto y lo poético que aparecen en estos rituales inventados. Otra de las mujeres que considero esenciales y conectan con otros dos proyectos anteriores, Devastación y Resistencia, es la peregrina. La peregrina arrastra un largo velo negro en una actitud solemne, misteriosa y bella, y en contraste con el paisaje se la ve como una estela o una huella. Su peregrinar es una búsqueda espiritual, es símbolo de la fe en una misma, y de algún modo ese peregrinaje es el camino de nuestra propia existencia. El velo tiene una gran carga simbólica: el velo tapa, cubre, protege y desvela. Llevar el velo, en este caso, es síntoma de recogimiento, de solemnidad y le da a la peregrina una actitud regia y misteriosa.

—¿Se podría decir que tus series anteriores, Devastación y Resistencia, son el germen de esta Trilogía del alma?

—Exactamente. Mi obra la considero una obra extendida en el tiempo, es un gran proyecto del que nacen muchas ramificaciones. Devastación habla del dolor desde su asimilación y curación. Cada una de las fotografías de este proyecto son ejercicios y acciones para la curación, actos catárticos. Resistencia plantea la cuestión de si resistir es existir. Habla de la fe en una misma y de los diferentes tipos de resistencia a las que estamos supeditadas. Además, la voluntad se presenta como un “estar en el mundo” que es un “ser para cambiar el mundo” como dice Sartre. Estos dos proyectos con orígenes distintos confluyen en la imagen de una mujer que, pese a todo, es resiliente, resiste y sale adelante. A nivel simbólico esta mujer va vestida de negro y aparece en ambos proyectos con un velo negro guipur, exactamente el mismo que lleva la Peregrina. El velo se configura como hilo conductor: la mujer que recorre el camino, el camino de esta vida llena de aventuras, experiencias y emociones encontradas.

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La exposición de Soledad Córdoba Trilogía del alma se expone en la Fundación Vila Casas, Museo Palau Solterra, en Torroella de Montgrí, desde el 20 de junio al 21 de noviembre de 2021. Comisarias: Zara Fernández de Moya, y Natália Chocarro.

Autoras: Soledad Córdoba y Zara Fernández de Moya. Título: Tránsito por los estados del alma: Cuadernos de viaje. Editorial: Huso. Venta: Todostuslibros y Amazon

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