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Tarzán, Dante y los terroristas

Tarzán, Dante y los terroristas

El Tarzán de las pelis siempre fue algo ñoño. Daba igual quien lo interpretase. El bueno, el genuino, el duro de pelar, salió de la pluma de Edgar Rice Burroughs y lo bordó.

La novela original Tarzán de los monos (Tarzan of the Apes, A.C. McClurg & Co., 1914) sería hoy vetada a los niños. Incluso muchos ofendiditos no resistirían su lectura. Desde el primer capítulo, relata brutales palizas, torturas y hasta homicidios, entre la patibularia tripulación del Fuwalda. En ese bergantín, Milord John Greystoke y Milady Alice Rutherford —aristocráticos papis del prota— navegan a cumplir una misión diplomática, que Inglaterra encomendó a tan encopetado dignatario.

Tarzan of the Apes

"A partir de ahí, la historia se torna más truculenta. Kela, una joven gorila, aprovecha la confusión del ataque a la cabaña Greystoke por los de su horda, para cambiar el cadaver de su bebé muerto por el crío humano"

Para mejorar el asunto se desata un motín, hay muertos a espuertas y, finalmente, la distinguida pareja es abandonada a su suerte en la costa de un indeterminado país africano. Allí, el matrimonio las pasará canutas. A poco de llegar, Greystoke —quien debía haberse visto todos los programas de Bricomanía— repele un primer ataque de gorilas. Luego, Alice Rutherford expira tras alumbrar a un varón. Al fin, uno de los enormes simios avía al refinado lord inglés, propiciando su tránsito a la diestra del Padre.

A partir de ahí, la historia se torna más truculenta. Kela, una joven gorila, aprovecha la confusión del ataque a la cabaña Greystoke por los de su horda, para cambiar el cadaver de su bebé muerto por el crío humano que dormía en su cuna. La simio dirá luego a sus congéneres que aquel pingajo, blancucho y lampiño, es su hijo. Total, al mocoso lo bautizan como “Tarzán”, qui ipsorum lingua Gorillae significa «Piel Blanca».

Maureen O’ Sullivan

Con tales vicisitudes el niño crece acimarronado. Así lo evidencia su pelea contra un macho “espalda plateada” de 160 kilos, al que despacha traspasándole el corazón con un cuchillo oxidado, legado de su difunto padre. Tarzán sale de esa lid con el cuerpo desgarrado a mordiscos y tundido hasta el ombligo. ¿Pero qué es eso para un futuro rey de la jungla?… Minucias.

"La película fue rodada antes de que entrase en vigor el Código Hays de censura cinematográfica"

Más pasmoso es el asunto de su alfabetización. El chico  aprende a leer por sí mismo. Por ciencia infusa, descubre que las letras, “las pequeñas hormigas negras”, en las páginas de una cartilla infantil, guardan una lógica y describen los dibujos cercanos. Se percata además que, al permutarse, construyen palabras y frases. Todo, insisto, él solito. Sin haber oído nunca hablar o deletrear a humano alguno. Encima ese voluntario aprendizaje le ocupará desde los diez a los dieciesiete años. Una chulada que se marca Burroughs y hace único a su personaje.

El cine, claro, no podía dejarlo escapar. El formidable éxito de la cinta Tarzan, the Ape Man (Tarzán, el hombre mono) fue su versión sonora de 1932, dirigida por Woodbridge Strong Van Dyke y rodada antes de que entrase en vigor el Código Hays de censura cinematográfica. Eso permitió a un público interesado en la naturaleza regodearse con el palmito del cinco veces oro olímpico en natación, Johnny Weissmüller o admirar las cachas de doña Maureen O’Sullivan —la Jane por antonomasia—, que reducían al estado de licantropía a los zánganos de la época.

Saltando de liana en liana  —aunque sin gritar jitanjáforas como si te entallaran los mismos con la tapa de un cofre— nos trasladamos a Italia.

"Sí, sí; tres sepulcros para Il Divino en Italia: el falso florentino y otro par en Ravena"

Ravena, Emilia-Romagna. Exterior. Día. La cámara se aproxima a las dos tumbas de Dante Alighieri (en Italia hay tres en total, pero la de Florencia contiene tanto Dante como Tomante, pues los raveneses les tangaron enviándoles un ataud vacío). Sí, sí; tres sepulcros para Il Divino en Italia: el falso florentino y otro par en Ravena. El más antiguo es un túmulo, cubierto de hiedra, erigido sobre un osario en un jardincillo. Se les muesta a las apresuradas manadas de guiris al bajar del autobús. Los huesos del poeta descansaron aquí de 1944 a 1945. Luego, sus restos fueron trasladados a un sepulcro próximo, de sobria factura neoclásica y exigua cabida interna, ornado con ricos mármoles procedentes de toda Italia.

Tumba de Dante

Túmulo

"De pronto, la chica señala al mausoleo e indica con otro gritito que también desea entrar"

La cámara enfoca a una veintena de colegiales, que visitan tan dantesco lugar pastoreados por dos maestras. Chicos extrañamente educados y contenidos (seguramente un comando de terroristas precoces intentado disimular). En el grupo viene una niña en silla de ruedas, que empuja una de las docentes. La chica padece alguna discapacidad cerebral, pues apenas articula palabras sueltas —como el Tarzán de las películas— y completa sus frases con un borboteante gemido.

Sin embargo, sus compañeros parecen adorarla. Mientras la mayoría visita el panteón, varios permanecen a su lado. Luego los que salen los van relevando. De pronto, la chica señala al mausoleo e indica con otro gritito que también desea entrar. La maestra le explica, cariñosa, que cuatro escalones de mármol le imposibilitan el paso. La contrariedad se dibuja en el rostro de la muchachita. Pero, enseguida, lanza una voz al resto y ese grito a las bestias funciona. Antes de que las profes logren impedirlo, el grupo rodea el carrito y lo alza, a guisa de andas, para introducirlo al sepulcro.

Cristóbal Rojas Dante y Beatriz junto al río

Las maestras reaccionan, al fin, y siguen a la partida, sin atreverse a reconvenirlos. Ya dentro, la discapacitada sonríe triunfante y señala la placa bajo el arca funeraria. La profesora de mayor edad lee en voz alta, con buen dominio del latín, y traduce luego los versos de ese epitafio, atribuido a Bernardo Canaccio: Los derechos de la monarquía, los cielos y las aguas de Flegetonte visitando canté, hasta que quiso mi destino mortal. Sin embargo, como mi alma fue huésped en lugares mejores y más beata alcanzó entre las estrellas a su Creador, aquí yazgo encerrado yo, Dante, generado por Florencia y exiliado de la tierra patria, madre de poco amor”.

Los pequeños raveneses rompen entonces a aplaudir (terroristas, fijo) como si supieran que el texto es un zasca de aúpa y el Flegetonte, un río del Hades. Según la leyenda, esa fue la última ocasión en que Dante se estremeció en su tumba.

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