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Un Episodio nacional del siglo XII

Un Episodio nacional del siglo XII

Juan Pedro Aparicio subtitula este libro Episodio nacional del siglo XII, y ese guiño galdosiano nos invita, de entrada, a valorar su trabajo desde el recuerdo de Ricardo Gullón, que tanto apreciaba a don Benito y sus técnicas narrativas —Galdós, novelista moderno (Gredos, 1973)—. Pero debo añadir enseguida que es algo más que un guiño, es un intento muy serio de poner una luz en aquel siglo que tan decisivo fue para entender —como escribe el propio Aparicio en su “Nota de Autor”— por qué, como nación, somos así y no de otra manera. Y es que El Sueño del Emperador no es un conjunto imaginario de aventuras que podrían suceder, disfrazadas del siglo XII en cuanto al tiempo, y en Italia y España en cuanto al lugar, sino una reconstrucción meticulosa de los intereses políticos y sociales que bullían en esa época en Europa, y de los turbios manejos que en el asunto tuvieron algunos poderes dominantes, en este caso el papado y las órdenes monásticas francesas, principalmente el císter de Bernardo de Claraval.

En el prólogo a la edición de una novela de mi cosecha, la profesora y ensayista Ángeles EncinarLa orilla oscura (Cátedra , 2011)— recordaba que Joseph Turner, en su ensayo The Kinds of Historical Fiction “distingue tres clases de novelas históricas: las que inventan un pasado, las que enmascaran un pasado documentado, y las que recrean un pasado documentado”. En estos tiempos, cuando la mera invención, o lo directamente falso, suelen impregnar muchas pretendidas “novelas históricas”, hay que agradecer esta nueva y magnífica novela de Aparicio —presentada como la primera de una trilogía—, que reconstruye con certeza meticulosa el episodio histórico al hilo del cual acabarán naciendo el reino de Castilla y el de Portugal, desgajados del reino de León, división provechosa para determinados intereses extrapeninsulares, desde una mirada ficcional, pero sustentada documentalmente con todo rigor a través de tres partes, con un prólogo, un epílogo y cuarenta y un capítulos.

"La novela profundiza en varios aspectos importantes. Uno de los más significativos es la muerte del heredero del trono leonés, el adolescente Sancho Alfónsez, en la batalla de Uclés"

En el Prólogo (Apertura) asistimos, como lejano precedente del resto del libro, a la salida de Toledo del Infante Sancho, de apenas 14 años, hijo de Alfonso VI de León, el emperador, y de su esposa musulmana Zayda —Isabel tras su cristianización—, hacia una arriesgada misión guerrera que no parece asentarse en la expresa voluntad de sus padres los reyes, rumbo a Uclés, donde fallecerá en sospechosas circunstancias por las que la historiografía tradicional española ha preferido pasar siempre de puntillas.

En la Primera Parte (Roma) conoceremos al cardenal Jacinto Bobone y al papa Anastasio IV, que lo envía a España como legado muy especial —a latere — para incentivar el espíritu de cruzada contra los musulmanes. También sabremos que entre sus acompañantes está el jovencísimo aspirante a trovador Marcello, sobrino de Arnaldo de Brescia, quien se lo pide a Bobone, con el que parece tener buena relación, pues ambos compartieron en su día las enseñanzas de Pedro Abelardo, el gran filósofo, teólogo, poeta y monje francés.

La Segunda Parte (España) —la más extensa de la novela— está constituida por el relato que el joven Marcello escribe con destino a su tío Arnaldo, en el que se apuntan meticulosamente los más importantes acontecimientos de los que va siendo testigo a lo largo del viaje, que dura todo un año.

"En El Sueño del Emperador subyace el devenir de la época como un permanente sonido de fondo: la nítida distinción entre los musulmanes españoles y los almohades y almorávides"

En la Tercera Parte (Roma) conoceremos el regreso del joven Marcello, acompañado de su nuevo amigo, Enzo, a Roma, donde viven algunos terribles sucesos colectivos y familiares como consecuencia de la enconada pugna que sostiene la comuna romana de Arnaldo de Brescia con el papado, al que aquel aspira a recortar su poder temporal.

Por último, en el breve Epílogo tenemos noticia de la muerte esperpéntica del papa Adriano IV, único papa inglés de la Historia, sucesor del breve pontificado de Anastasio IV. Una muerte ciertamente curiosa, avalada por la Historia.

La novela profundiza en varios aspectos importantes. Uno de los más significativos es la muerte del heredero del trono leonés, el adolescente Sancho Alfónsez, en la batalla de Uclés. Existen numerosas versiones del suceso, pero en ninguna se puede descartar el asesinato, e incluso parece la más lógica, dado el evidente rechazo del papado y los obispos franceses instalados en España al ideal de convivencia entre “las dos religiones” (cristiana y musulmana) que proclamaba la política leonesa tras la toma de Toledo por Alfonso VI.

"Eso hace que la referencia a las cruzadas, que puso en marcha el cluniacense papa Urbano II, no sea baladí, pues motivará determinados rumbos de la historia española"

En El Sueño del Emperador subyace el devenir de la época como un permanente sonido de fondo: la nítida distinción entre los musulmanes españoles y los almohades y almorávides llegados de África, de un fanatismo que repugna a los primeros, en cuyos campos también se cultiva la vid. En un momento dado, uno de los personajes afirma: “la cruzada impone a los cristianos el exterminio de los musulmanes, del mismo modo que el emir almohade —antes almorávide— impone a los musulmanes el exterminio de los cristianos”. Eso hace que la referencia a las cruzadas, que puso en marcha el cluniacense papa Urbano II, no sea baladí, pues motivará determinados rumbos de la historia española, que están fielmente referidos en la novela…

Siguiendo las idas y venidas por España y Roma del joven italiano Marcello —sobrino como ya señalé de Arnaldo de Brescia, principal opositor al poder temporal del papado—, conoceremos el mundo de los trovadores, a la trovadora Zayda —muchacha musulmana que tiene el mismo nombre que Zayda/Isabel, princesa del Al-Andalus, esposa de Alfonso VI y con el que tuvo ese hijo muerto casi niño en la batalla de Uclés, como también ya dije. Por esta última, la reina Zayda, sin haberla conocido, había sentido el joven Marcello desde adolescente ese amor de lejos, llamado de lonhdana, antecesor del romanticismo; pero le bastó un primer encuentro con la joven trovadora, a la que persigue el Temple, supuesta poseedora de un documento comprometedor para el papado, para sentir el impulso amoroso del otro amor, que podemos denominar, como contraposición al primero, el amor de cerca, pleno ya de sensualidad y deseo.

"Asistiremos al progresivo aumento del poder de los templarios y la solidificación de su espíritu, tan ligado a la voluntad del papado"

Conoceremos también a muchos personajes determinantes de aquella época para la historia de España y de Europa: el principal, el cardenal Jacinto Bobone, tan lúcido como acomodaticio —en su día papa con el nombre de Celestino III—, cuyo viaje por España tiene como razón principal actuar de forma que el ideal de “las dos religiones” se desvanezca, aun a riesgo de que el reino se descomponga, y cuyos manejos darán finalmente como resultado su desmembramiento, del que nacerán los reinos de Castilla y de Portugal; así mismo seremos testigos de la implacable marcha sobre Roma de Federico Barbarroja, con el propósito de ser ungido  emperador del Sacro Imperio Romano Germánico por el papa, a lo que Adriano IV no está dispuesto si no es a cambio de la vida de Arnaldo de Brescia, que terminará ahorcado primero y su cuerpo quemado en la pira después.

En la novela —ya señalé que compuesta en su parte más extensa de un escrito que el joven Marcello envía a su tío Arnaldo— recorreremos espacios significativos, como la Segovia en que una carrera entre los hijos de Alfonso VII —Imperator Totius Hispaniae—, concluye con que uno de los hermanos se queda con el caballo del otro, y atravesaremos otros espacios, como Tudela, Zaragoza, Sahagún, Tuy… y conoceremos personajes como la hermana de Alfonso VII doña Sancha —titulada “reina” por deseo expreso de su hermano el emperador—, que adquiere mucha confianza con el joven Marcello e incluso lo cuida cuando es asaltado por una súbita y misteriosa enfermedad; y tendremos noticias del Concilio de Valladolid de 1155, en que el Vaticano conseguirá recuperar la primicia del episcopado Toledano sobre el resto de los españoles e influirá decisivamente en el testamento del emperador, dando lugar a la división del reino…

Asistiremos al progresivo aumento del poder de los templarios y la solidificación de su espíritu, tan ligado a la voluntad del papado; el impúdico enfrentamiento de Adriano IV con el también ambicioso y arrogante Federico Barbarroja. Y lo veremos siempre matizado por la memoria de unos fueros y unas costumbres populares que acabarían cristalizando en 1188 en los Decreta de Alfonso IX, indiscutible precedente del parlamentarismo… Todo ello otorga al libro un sentido histórico riguroso, “que recrea un pasado documentado”, sin que nunca pierda su excelente conformación novelesca.

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Autor: Juan Pedro Aparicio. Título: El sueño del emperador. Editorial: Eolas.  

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