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Un lugar en el que tú estés

Un lugar en el que tú estés

Brief Encounter, de David Lean

Amada mía, ensortijada y botánica,
rindo en este lugar elegantes transformaciones,
he aquí la bisutería que mi cabeza puede ofrecerte

Escribo desde este lugar, con los brazos extendidos. Fijo aquí la palabra para que tú puedas leerla, para que te agarres a ella en caso de considerarlo conveniente; giro después la cabeza porque el mundo está en todas partes. Sé que mudo las distancias, que aparezco a la sombra de nuevas imágenes, comprendo el miedo suscitado por toda esta inquietud y aun así, en el enclave de esta sucesión de tormentas, aplasto mis rodillas contra el suelo de este lugar, escribo siempre desde aquí aunque escriba desde otras partes. Se hace de noche y te duermes pensando que yo estoy lejos, pero en mi lejanía prosigo con mi reclamo, con mi alarido vertebral: exclamo que duermo contigo, que estudio el mundo para entender la extraña luz de tu presencia.

1. cada palabra me gasta la piel.

Unai Velasco ha matizado En este lugar, su poemario debut, hasta en tres ocasiones: primero lo publicó en 2012, atravesado por la veintena, en el seno de la editorial Papel de fumar. Después de valerse de él para ser galardonado con el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández en 2013, fue reeditado y reconcebido por Esto no es Berlín. Ahora, un lustro más tarde, La Bella Varsovia acoge la que es la tercera edición de un poemario tan mutable como rocoso en su último término. Escribir sobre este libro ahora, siete años después de su publicación original, exige los mismos compromisos que asume la reescritura de Unai Velasco: aprehender la herencia de la poesía contemporánea aparecida en el curso de este tiempo, entender por qué el mundo ya no es el mismo y, de algún modo mucho menos explicable, todo sigue exactamente igual.

demasiado poderoso el altar
o más que ellos 

Digamos que En este lugar nace de la yuxtaposición de dos mundos, ambos fundamentales en la formación de la identidad del autor —la cual se presume extensible a lo generacional—. Por un lado, el de la cultura popular, un conjunto holístico en el que Unai Velasco agrupa cómics de Marvel, carreras de Fórmula 1, novelas de Thomas Mann, poemas de Arthur Rimbaud, canciones de Antony and the Johnsons, películas de Lars von Trier o un amasijo de referencias grecolatinas. Por otro, el universo afectivo, un sistema de intimidades al que Unai Velasco se acerca con una prudencia mucho mayor, titubeante a la hora de seleccionar las palabras, en ocasiones incapaz de disociarse de lo cultural para nombrar al sujeto amado.

Desde el principio se asume esta interconexión, este intercambio de flujos entre lo sensible y lo literario; con frecuencia los poemas de Unai Velasco deforman la percepción hasta tal punto que la línea entre ambas cosas se desdibuja por completo, materializándose la presencia de Hans Giebenrath en el interior de su ejemplar de Bajo las ruedas, de Hesse (peligrosa es la noche para Hans Gienebrath si decido cerrar el volumen verde…); dependiendo de su escritura el destino del mismo Flebas, el fenicio a quien cantaba T.S. Eliot. Cada una de estas referencias culturales parece erosionar el cuerpo del propio poeta, que se encaja en una habitación compartida: la sombra de la amada recorre el reverso de todos los poemas.

***

Tengo miedo de encontrarte en la esquina de cualquier película, en la doblez de las páginas, transito las crestas del arte temiendo tu demanda, vivo alquilando todo este tiempo para otros propósitos distintos a observarte dormir, ¿no es acaso imperdonable? El otro lado de las cosas consiste en toda la búsqueda perpendicular: pido a las películas, a la música que me expliquen cómo hacerlo, cómo posar mi mano sobre la tuya sin morir atravesado por el temblor.

2. por los círculos del agua te busco.

y el sol secará la tinta y el sol secará la brea
yo desentumezco los dedos y tú
recuperas la noción de la brisa

Cada uno de los poemas de En este lugar parece apelar a un universo concreto, pero es importante considerar su cronología: el avance de la palabra no funciona aleatoriamente, en una cosmología caótica, sino comprendiendo su tránsito. Así, cuando Unai Velasco escribe el poema central del libro, titulado concienzudamente Reencuentro, sepulta el planteamiento de su tesis —la incapacidad de la herencia cultural para anticipar las tragedias cotidianas: Emma no conoce los remolinos de la piel / cogía las manzanas del lugar sin presentir / que cualquier expulsión es siempre repentina— para dar un paso más en el diálogo entre lo intelectual y lo sensible.

Cita a Jacques Prévert: «La tinta se convertirá en agua»; después se opone aterrorizado a esa disolución de los afectos y grita al sol que seque los contornos de la tinta, que los haga permanecer en este lugar. Agarrado a la figura de Flebas, desdoblamiento de la voz del propio poeta, recorre los ríos de la tradición cultural hasta el tiempo presente, traza el mapa de la larguísima columna vertebral que constituye nuestra cultura; deviene así la figura de Flebas en la ambición del poeta de perdurar, de sostenerse en la memoria. Escribe, con temblor particular, Unai Velasco: «En cuanto a mí, sucede a veces que pasa el tiempo / y una cerveza se sostiene toda una noche. / Esta es la perfección dulce del cerco».

No olvida, en medio de esta disquisición en torno al tiempo y la supervivencia de la palabra poética, al sujeto amado que sostiene el ejercicio de la voluntad. Así, de vuelta al agua: la cultura que nos asiste se transforma en un oleaje incesante y el poeta, atento al golpear de la espuma sobre la arena, espera un instante de calma en la que poder adivinar la textura del océano.

hermanaré estos espacios reconociendo
que entre canción y canción
hay un silencio
Flebas
cuando el mar se deshaga en remanso
olvidaré todas las cosas a mi alrededor

***

Una noche de otoño, bajo al cine a ver una película. Temo haber perdido el escalofrío. Me acomodo y las imágenes se desploman sobre mí; pienso que todas las imágenes quieren hablar conmigo, pero la conversación cada vez resulta más estrecha. Es fácil recordar la misma butaca, en días distintos, con una emoción diferente, con una relación más abierta con lo proyectado, contigo al lado para distanciar las narrativas: tú me interpelas desde tu asiento, no desde la pantalla. Desde la pantalla me hablas ahora, en esta noche de otoño, porque ese es el único lugar en el que consigo rescatar tu voz.

3. hacia dentro caminan los héroes, hacia las tinieblas de mi cuerpo.

La escritura de Unai Velasco, como mencionaba previamente, se va abriendo a medida que los poemas transcurren. Las palabras se agarran cada vez más a lo sensible, cada vez más desposeídas de su vestimenta heredada. En La montaña mágica lavada a la piedra pómez del sueño, Velasco empieza: «Cuando accedes a mis noches…», y la obra de Thomas Mann funciona más como sustancia que como destinataria, girados los términos hacia la intimidad. Su poesía asume entonces la esencia de la literatura que referencia, y escribe, aludiendo a su verso inicial: «Yo quisiera en cambio / ya que te embobas en su escaparate / ya que pisas continuamente su entrada / que terminaras de llegar / que traspasaras / que cruzáramos juntos los tremendos hangares de la noche«.

Evidencia entonces toda esa geografía de puntos de encuentro culturales, describiendo así el aprendizaje sentimental de su generación como un laborioso avance a través de los helechos, de los restos que la cultura abandona en nosotros y a los que regresamos de maneras descreídas, como visitamos instantes concretos de nuestro pasado, desde una altitud extraña. Apunta, como clamando la tesis final de su trabajo: «Jóvenes que en la noche desconsolada y larga / os abrazáis a la lectura / que bajo la bombilla discreta / ardientes os besáis / sabed / que ni mi voz ni la vuestra / esta noche / pueden conjurar el cambio de estación».

Y así se sucede todo hasta desembocar en el poema nuclear de En este lugar, que es además aquel que cierra el poemario, reafirmando así su condición de viaje hacia las profundidades. En Una teoría centrífuga, poema en cuestión, Unai Velasco se repliega por completo sobre su propio cuerpo, que es asimismo el de la persona amada, inscrita en la piel de maneras ininteligibles para todo lo demás —incluso, en esta ocasión, para lo cultural—. Este es el único poema que trabaja libremente en base a sus propio términos, que construye su propia genealogía desde la aceptación de todo lo demás.

Yo te pertenezco y tú me perteneces
pero decirte esto ya nos aleja: el amor es demasiado real para la existencia.

***

Todas las cosas del mundo, incluso las que flotan de imaginación en imaginación sin llegar jamás a materializarse, están más cerca de existir que este parpadeo luminoso que alcanza a mi cuerpo cuando se presenta ante ti; esta cosa intangible no puede apuntarse en los márgenes de una historia de la literatura, no puede comprenderse más allá de la circunstancia concreta. Hemos aprendido las cosas de la vida a lo largo de todas las películas, de tantos libros y poemas leídos, pero justo ahora, ahora que me siento vivir por primera vez; justo ahora creo haber abandonado los circuitos del agua. Me haces sentir tan vivo que me atrevo a pensar que esto no puede ser vivir. Tiene que ser alguna otra cosa. Otra cosa mejor. Aquí. En este lugar escribo.

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Autor: Unai Velasco. Título: En este lugar. Editorial: La Bella Varsovia. VentaAmazonFnac y Casa del Libro.

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