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Una casa prestada

Hay una casa. Hay una familia.

La casa es vieja y está en una aldea del sur de España, rodeada de chatarra, maleza y calles de pavimento agujereado.

La familia está formada por un padre escritor, una madre embarazada, una niña, un cuñado. La familia habita la casa. Pero la casa no pertenece a la familia. Va a ser derruida en breve para construir una urbanización y, mientras llega ese momento, el dueño les cede su uso. Es una casa prestada.

"Esta es la historia de Elogio de las manos, de Jesús Carrasco. Una historia humilde como las piezas elaboradas por un carpintero"

Pasan los meses, pasan los años. Los miembros de la familia hacen suya la casa. La transforman. La pintan, construyen un gallinero con un remolque viejo, colocan un somier para subir al gallinero, agujerean, taponan, cubren, descubren, levantan distintas versiones de emparrado, invitan a los vecinos a que usen el patio para herrar los caballos. Pasan los meses, pasan los años. Una casa a punto de ser derruida. Una casa que es un no-lugar, un lugar de transición.

Y sin embargo.

Se convierte en el eje de la vida de la familia.

La casa no es de la familia, pero la familia sí es de la casa.

Esta es la historia de Elogio de las manos (Premio Biblioteca Breve de Seix Barral), de Jesús Carrasco. Una historia humilde como las piezas elaboradas por un carpintero.

Y sin embargo, guarda dentro la belleza equilibrada de una obra de orfebrería.

"En Elogio de las manos, Jesús Carrasco nos cuenta que el cómo, la curiosidad por el cómo, la pericia al usar las manos, es el origen del arte. Y es el origen del amor"

Una historia humilde que irrumpe en este futuro de robots e inteligencias artificiales hacia el que nos dirigimos irremediablemente. Irrumpe y nos obliga a detenernos en seco. A observar nuestras manos de cerca, a levantarlas en el aire, a dejar que el sol se cuele entre los dedos y dibuje sombras sobre el suelo.

Manos, dedos, muñecas.

Un libro que habla del sentido del tacto, de cómo construimos con las manos. El cómo se nos ha olvidado, solo buscamos el qué, el resultado final. En Elogio de las manos, Jesús Carrasco nos cuenta que el cómo, la curiosidad por el cómo, la pericia al usar las manos, es el origen del arte. Y es el origen del amor. Y para él, el origen de su literatura.

El libro fluye y fluye, va y viene como el río de la vida. De la fresadora a las reflexiones filosóficas. De la conversación sobre el Levante y el Poniente con los aldeanos, a los meses que la familia pasa en Edimburgo. De la cabalgada del autor sobre una burra a la escritura de sus novelas.

Idas y venidas, diez años de idas y venidas.

"En estas páginas descubrimos las partes que componen al autor, partes que se van ensamblando a lo largo del texto hasta construir un personaje que es, suponemos, Jesús Carrasco"

Es un libro generoso, generoso con la naturaleza que retrata, flores, hierbas y árboles, insectos, perros, una burra, un caballo; generoso con las personas que transitan por la casa, amigos, vecinos, parientes, escritores, pintores; generoso con los objetos y las herramientas, martillos, mezcladoras, soldadores; y generoso por la premisa básica: una familia habita una casa prestada durante una década.

En realidad, Elogio de las manos es, sobre todo, el diario de un escritor. Porque en estas páginas descubrimos las partes que componen al autor, partes que se van ensamblando a lo largo del texto hasta construir un personaje que es, suponemos, Jesús Carrasco. Descubrimos que el amor por el trabajo manual le viene de la infancia. Su padre era maestro de escuela y artesano y enseñó a sus hijos a usar las manos. A través de las manos, de los gestos con las manos, Carrasco traza una genealogía familiar.

“Sabía que las manos tenían su propia memoria, pero nunca había pensado que también tuvieran su propia estirpe”.

Y descubrimos partes de su pensamiento, de su intuición sobre la escritura:

“Cuando un texto brotaba solo, recelaba y, por lo general, lo tiraba a la papelera… Lo excelente tiende a la solemnidad; y lo casual, al humor.

Y descubrimos qué dice sobre el amor:

“Aquello que amo, me dije, lo quiero pegado a mi pecho”.

Y qué, sobre su obsesión y su “embeleso” por hacer una tarea concreta con las manos:

“Una experiencia en la que trabajador, trabajo y pieza se hacen indistinguibles porque se funden el uno en la otra”.

Y por fin descubrimos el hilo que une al artesano, al escritor y al lector:

“Entre quien la crea [la literatura] y quien la disfruta se inserta un proceso intermedio: la lectura. El autor entrega al lector tanto las piezas como el manual de instrucciones con que el libro habrá de ser montado-descifrado”.

Este libro contiene el manual de instrucciones y contiene el objeto en sí mismo y contiene al propio autor y a una familia y contiene una casa que tiene existencia propia y que permanecerá en nuestra memoria para siempre aunque haya sido destruida. Es un libro-epitafio, pero también un libro-profecía y, sobre todo, un libro-canto, canto a la vida que fue y que seguirá siendo a pesar de todo.

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Autor: Jesús Carrasco. Título: Elogio de las manos. Editorial: Seix Barral. Venta: Todos tus libros.

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