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¿Y si Crusoe y Viernes hubieran sido dos mujeres?

¿Y si Crusoe y Viernes hubieran sido dos mujeres?

Calles sin gente, problemas para abastecerse, rumores de una gripe que está asolando el país. ¿Les suena de algo? Eso es lo que se encuentran un día las protagonistas de esta novela de 1996, Eva y Nell, criadas por sus padres —profesor él; bailarina retirada, ella— en una casa en mitad del bosque en alguna parte de Carolina del Norte. Durante un tiempo todo va bien, mientras esperan a que la normalidad se restablezca: a que vuelva la electricidad, a que sobrevuelen de nuevo los aviones. Después de todo, en casa hay cosas de sobra, siempre las ha habido. Su padre no tiraba nada, y luego con ello han podido acometer diversas reparaciones. Su madre se dedica a hacer conservas, y la despensa está siempre llena. Pero un día ellos desaparecen, y Eva y Nell nunca han dedicado su tiempo a nada de eso. Eva se ha pasado la vida practicando —aun sin música en los últimos tiempos— para alcanzar algún día, cuando vuelva la electricidad, su sueño de ser bailarina; y Nell ha estado últimamente más aferrada a su enciclopedia que otra cosa, esa misma que, metódicamente, lee entrada a entrada y por orden alfabético, como para sustituir así el calendario de los días que ahora se confunden.

"Novela en la línea de la literatura del naufragio inaugurada por un Robinson Crusoe que también hubo de adentrarse en lo desconocido con la sola ayuda de un libro"

Atrincheradas en casa, procurando aprovechar los objetos y alimentos que van encontrando dentro de ella y en los que, en otro tiempo, no habían reparado, procuran no acercarse al bosque, que en el fondo nunca han frecuentado —ya su madre les advertía contra la tentación de adentrarse en él— y que, ahora, cada vez más, les parece el foco de todas las posibles amenazas. De allí, efectivamente, llegará la violencia que lo acabará trastocando todo, cuando el día a día se haga insostenible por la falta de comida y esperanza. Pero esa sacudida —o más bien el fruto de la misma— será justamente la que un día les haga despertar. Será entonces cuando vuelvan los ojos al bosque, allí donde Nell dice que debe de haber de todo, tal y como sugieren las páginas del libro que ha rescatado de la biblioteca de su madre: Árboles y plantas de Carolina del Norte.

"Sirviéndose del mito de Crusoe, lo que hace, pues, Hegland aquí es avanzar morosamente hacia las fronteras de la sororidad"

Novela en la línea de la literatura del naufragio inaugurada por un Robinson Crusoe que también hubo de adentrarse en lo desconocido con la sola ayuda de un libro, lo que aquí hace Jean Hegland es, sí, mostrarnos lo que sucede cuando la civilización colapsa y como herramientas a uno ya solo le quedan lo que la naturaleza proporciona y unas cuantas páginas. Pero es mucho más. Aquí, si acaso, la novedad reside en que Crusoe y Viernes son dos hermanas y que la naturaleza de su relación, ya desde el principio, es muy diferente a la de los primeros. También lo será después, sobre todo después, por la dimensión de las pruebas a las que se verán sometidas y que, a la manera del Cormac McCarthy de La carretera, irán mucho más allá de la pura supervivencia en un entorno hostil. Sirviéndose del mito de Crusoe, lo que hace, pues, Hegland aquí es avanzar morosamente hacia las fronteras de la sororidad, explorándola, husmeándola, diríamos más bien, con una cautela de la que prescinde en el momento justo, dejando que todo se desborde de la forma más natural, forzando así sus límites y, por qué no, sus desafíos.

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Autor: Jean Hegland. Título: En el corazón del bosque. Editorial: Errata naturae. Venta: Todostuslibros y Amazon

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