La editorial Papeles del Náufrago viene de publicar Fugas de mí mismo: Autorretratos 1995-2025, una colección de poemas de Lorenzo Oliván que recorre toda su trayectoria y explora su particular interés alrededor de aquello que se escapa, que rompe, que implica una fuga en el espacio de lo decible.
Zenda comparte el prólogo del autor y cinco poemas recogidos en el libro.
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Esa luz tan extraña
Lorenzo Oliván
Nuestros ojos son nuestros órganos más misteriosos porque, al misterio habitual que asociamos a los espejos, ellos suman el misterio de poder ser vistos como imágenes concentradas del universo. A poco que nos acerquemos a mirarlos, nos devolverán agujeros negros, astros, órbitas. Y la luz hecha de sombras. O las sombras que esconden mucha luz. No hay en nuestro cuerpo una superficie con tanto trasfondo, desde la que propiciar el salto hacia adentro y hacia afuera.
Propiciar el salto. Eso creo que pretende mi poesía. En la creación poética siento un vértigo. Un motor de búsqueda. Y esa búsqueda jamás sé hacia dónde lleva.
Intuyo que hago mías las cosas y las personas desde un eje de visión. Pero no me pregunten qué es. Lo imagino como un punto de fuga de mí mismo que a la vez hace de centro de imantación. Como un impulso hacia todo en vibración constante. Como la cuerda de un arco, traspasada de música y movimiento.
«Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo», dijo Lorca. Dar más vida a la vida desde esa luz tan extraña, al escribir. En un autorretrato inacabable.
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El bosque de papel
Al blanco bosque del poema llega
tras buscarse entre negras sombras, cada
vez que el oscuro perro de la nada
le ladra su vacío, o si se entrega
a sus más turbias obsesiones. Ciega
niebla se encuentra aquí. Con torpe espada
quiere adentrarse entre la enmarañada
telaraña de luz en que se anega.
Olvidadas las sombras, su mirar
se acostumbra a esa luz: desde su centro
bosque y niebla le muestran su otro lado.
Avanza en ellos como por un mar
que le arrastrara. ¿Quién viene a su encuentro?
Él mismo, frente a sí desconcertado.
(Puntos de fuga, 2001)
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Raíz y huida
Yo que niego un origen soy mi origen.
Gracias a que crecí
sin tierra en que apoyarme,
pude, leve, afirmarme en aire y viento.
Escapando de mí,
fui más yo mismo.
Así que si alguien piensa
algún día en la imagen de mi cara
que mire al ciervo y su tensión difícil,
que atrapa en su perfil raíz y huida.
(Nocturno casi, 2014)
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Aprendizajes
Aprender a dejar
de ser centro de nadie.
Aprender a dejar de ser incluso
el centro de uno mismo.
Aprender poco a poco
a traspasar los límites,
a estar alrededor,
a habitar las afueras.
Y mirar, asombrado, en la distancia
tu yo desposeyéndose,
entregándose a todo
por el puro placer
de estar, de verse
perdido en cada cosa.
(Los daños, 2022)
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Murió eso en mí
Padre, no estoy en esa foto
en la que estamos todos en familia:
mi memoria no está.
Antes de morir tú,
murió eso en mí.
(Inédito, 2022)
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Un modo de moverme
Mi rostro se diluye en mil fragmentos.
Mi yo vive en las fugas de mí mismo,
como una leve,
inapresable,
lluvia.
Me alimento, voraz, de mi energía,
que no sé de qué nace
ni sé bien dónde va.
Nunca podrá ser dicho lo que soy.
Jamás será captado
en una forma fija.
Porque soy solo un modo de moverme,
un modo de mirar,
un horizonte hacia el que tiende el ser,
y al que no llego.
(Inédito, 2025)
Poemas íntimos, reflexiones, a veces dictados de conciencia pero que no me conectan. Lo percibo como un monólogo de sensaciones que no logran la conexión que pretende
Poemas correctos, elegantes, pero creo que faltos de intensidad.