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5 poemas de Rocío Acebal

5 poemas de Rocío Acebal

Rocío Acebal Doval (Oviedo, 1997) es graduada en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha publicado los poemarios Hijos de la bonanza (XXXV Premio Hiperión de Poesía, Hiperión, 2020) y Memorias del mar (Valparaíso, 2016). Ha participado en las publicaciones colectivas Diversos (Círculo Cultural de Valdediós, 2015), 52 semanas (Entropía Ediciones, 2019) y Piel Fina (Ed. Maremágnum, 2019), entre otras; y ha colaborado con revistas como Estación Poesía, Anáfora o Zéjel.

SI UN DÍA DESPERTARA SIN PALABRAS 

Si un día despertara sin palabras,
moriría de hambre o de tristeza.

No tengo nada más: la inútil vocación
de pensar y explicar lo que he pensado.

HIJOS DE LA BONANZA

Mi infancia son recuerdos de un piso a las afueras
y un huerto descuidado en la ventana;
mi juventud, veinte años de cuadernos de inglés.

Conseguirás —dijeron—
mucho más que tus padres y sus padres:
estudia cuatro años y tendrás un trabajo,
trabaja y vivirás siempre tranquila;
trabaja y serás digna de un futuro.
Asentí, como todos —hijos de la bonanza—.

No atendimos a aquel presentimiento
aquel olor a pólvora que asomaba en voz baja
como un eco de angustia a puertas de palacio.

De aquel país ajeno a las fronteras
solo guardo el recuerdo de la luz
y una aversión a la palabra patria.

LO CALLADO

De poco sirven ya los versos que no he escrito
—de nada si no fuera porque aún puedo
fingir que no te amé—.

Este querer desarreglado, el muro
entre mi pecho y la palabra, es hoy
el último bastión de la entereza.

PROCESO LITERARIO

Acudir a tertulias de santones.
Escribir en un par de suplementos.
Llevar una revista o ejercer
de antólogo imparcial de tus amigos.
Actualizar el blog semanalmente.
Estudiar al dedillo las teorías de Dámaso
y el diario de Jaime.
Presentarse a concursos. Negar haberlo hecho.
Twittear al premiado: merecido,
qué ganas de leerlo
Quedarse con las caras del jurado.
Hacer generación como quien hace
encaje de bolillos.
Mantener buenos términos con todos los poetas
y odiar terriblemente a un compañero
de tertulia o revista.
Enviar manuscritos. Negar haberlo hecho.
Suplicar por un prólogo o, al menos,
una contraportada.
Enviar un WhatsApp a todos tus amigos:
El día ha llegado: mi libro ve la luz.
Os espero a las siete
en una librería. Me acompaña
un señor novelista o tertuliano.
Buscar el ángulo que muestre el gran
aforo del evento.
Invitar a café a un par de críticos.
Negar haberlo hecho.

¿Escribir un poema? Esa es la parte fácil.

EL CÍRCULO

La sábana escarchada de la arena
en tu mirar refleja el desgastado
recuerdo de otra aurora: el mar y el prado
testigos de pasión, la luna llena,

un cigarro, los gritos, tu melena,
su aliento de caballo desbocado;
de pronto, la tormenta del pasado
y tu rostro teñido por la pena.

Entonces, —sin ti— al paso de los años
un idilio fugaz en otra orilla,
una radio de fondo, el mismo tema;

el antiguo deseo, un gesto huraño,
los restos de salitre en mi mejilla,
la memoria del mar y este poema.

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