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7 pelis para estudiar… la Guerra Civil y el franquismo

7 pelis para estudiar… la Guerra Civil y el franquismo

El presente artículo ha sido sin duda el que más complicado me ha resultado escribir de esta serie 7 películas para estudiar… y no ha sido, claro, por la falta de películas que traten de manera central o secundaria la Guerra Civil Española o el franquismo, sino precisamente por el gran número de estas, así como por la consciencia de que es un período histórico cercano y sobre el que en ciertos asuntos aún no hay un consenso sobre su correcto tratamiento académico y artístico.

Cabe recordar, como siempre, que esta no es una lista de mejores películas sobre la Guerra Civil y el franquismo, sino una lista de algunas películas más o menos modernas que puedan servir para acercar estos periodos a un público adolescente con un propósito didáctico. De ahí que queden fuera, por motivos obvios, películas rodadas varias décadas atrás. Me refiero a obras tan dispares como Raza (1942, con guion del propio Franco), Por quién doblan las campanas (1942, superproducción de Hollywood protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman), Surcos (1951) o Muerte de un ciclista (1955).

"Lo cierto es que, para hacer honor a todas las que merecerían estar en la lista, esta debería estar compuesta por quince o veinte entradas en lugar de siete"

Asimismo quedan fuera las películas del maestro Berlanga, aunque en su caso son tan geniales que no se perdería nada por probar qué opinan los alumnos de ellas —seguramente bastaría con un ciclo formado por, pongamos, La vaquilla (1985), Bienvenido Mr. Marshall (1953) y El Verdugo (1963) para conocer todo lo necesario sobre este período y, en general, sobre la idiosincrasia española—. También me reservo para otra ocasión las películas protagonizadas por Paco Martínez Soria, Carmen Sevilla, Joselito, Marisol y otras estrellas del cine patrio de mediados del pasado siglo, así como joyas entre las que están la incalificable parábola de Luis Buñuel, Viridiana (1961); ¡Ay, Carmela! (1992) de Carlos Saura; la adaptación libre de Homenaje a Cataluña de Orwell que dirigió Ken Loach en 1995, Tierra y libertad; Los girasoles ciegos (2008), basada en la genial colección de relatos de Alberto Méndez; Pan negro (2010); Balada triste de trompeta (2010); o la recién estrenada y maravillosa La trinchera infinita (2019), protagonizada por Antonio de la Torre y Belén Cuesta. Lo cierto es que, para hacer honor a todas las que merecerían estar en la lista, esta debería estar compuesta por quince o veinte entradas en lugar de siete.

1. La lengua de las mariposas (1999)

La película de José Luis Cuerda, protagonizada por Fernando Fernán Gómez y basada en el relato de Manuel Rivas, es un clásico moderno y un habitual de las aulas de secundaria y bachillerato. No solo toca de lleno el tema de la enseñanza y supone un canto al espíritu crítico que maestros y profesores deben inculcar a sus alumnos, sino que merece la pena acercarse a ella por la manera tan sutil en que va exponiendo el paisaje político y social de los últimos meses de la República en un pequeño pueblo gallego, en los que la cerrazón ideológica y el odio van imponiéndose a la cordura y la razón. El fotograma del pequeño Moncho gritando insultos a su querido maestro don Gregorio con que se ilustra el cartel de la película está, a mi juicio, a la altura del Duelo a garrotazos de Goya en cuanto a su fuerza y significación de la actitud fratricida tan arraigada en nuestra patria, incluso en nuestros días.

2. Mientras dure la guerra (2019)

Confieso que no puedo ser imparcial a la hora de valorar la última película de Alejandro Amenábar. Y no puedo serlo porque estudié filología en la Universidad de Salamanca, durante años recorrí los mismos pasillos de facultad y las mismas calles que recorriera Unamuno en su día, y no pocas veces mis profesores aludieron al sonado enfrentamiento entre el escritor y Millán Astray, un enfrentamiento estudiado en el libro Agonizar en Salamanca, de Luciano Egido, publicado originalmente en 1986 pero reeditado por Tusquets en 2006, casi a la vez que yo me incorporaba a la universidad. Así pues, la vida y obra de Unamuno, al igual que su triste y honroso final, no me eran en absoluto desconocidos antes de esta película; al revés: me eran tan familiares como un paisaje de niñez o de adolescencia. Podía haber ocurrido, y ese era mi mayor miedo, que Amenábar hubiera pecado de maniqueo o de historicista y que la obra hubiera caído en el precipicio de la caricatura o el relato documental. Pero afortunadamente no fue así. Amenábar supo captar las contradicciones tan propias de la naturaleza de Unamuno, situando a su personaje dentro del también contradictorio y complejo contexto en que se produjo el golpe de Estado del 36 y perfilando además el carácter de otras figuras históricas como el propio Franco y el resto de oficiales golpistas, especialmente el del despiezado Millán Astray. El tan cacareado «Venceréis, pero no convenceréis» (del que no existe evidencia objetiva, sino solo reconstrucciones a partir de testimonios) sigue teniendo tanta vigencia hoy como la tuvo en su momento. Casi se diría que es una frase que, a cada día que pasa, resulta más necesario que tengamos presente.

3. La voz dormida (2011)

Tanto la película de 2011, dirigida por Benito Zambrano, como anteriormente la novela de Dulce Chacón, publicada en 2002, supusieron un pequeño terremoto en el panorama cultural de los primeros años de este siglo. El libro seguramente se aprovechó del tirón de la temática guerracivilista (en el sentido puramente histórico) iniciado por la novela Soldados de Salamina, de Javier Cercas, publicada en 2001, y también llevada al cine en 2003 por David Trueba (y que podría haber incluido perfectamente en esta lista), aunque las diferencias entre ambas obras son abismales. La voz dormida, protagonizada por María León, cuenta la historia de un grupo de prisioneras republicanas encerradas en una cárcel en los primeros tiempos de la posguerra, lo que ya supone un giro en cuanto a la perspectiva adoptada por otras películas anteriores y posteriores, la mayoría centradas en personajes masculinos. Asuntos como la maternidad en prisión o el papel de las mujeres en las redes de espionaje y lucha contra el franquismo son tratados con crudeza y emoción. La película se sitúa así en la línea de obras como Libertarias (1996), de Vicente Aranda, o Las 13 Rosas (2007), aunque en mi opinión La voz dormida es la que mejor muestra la naturaleza de la opresión ejercida sobre las mujeres del bando perdedor en este período histórico.

4. La mula (2013)

Admito que, hasta la elaboración de esta lista, desconocía de la existencia de esta película basada en la novela (que también desconocía) de Juan Eslava Galán, que conviene no confundir con la película The Mule, de Clint Eastwood, estrenada en 2018. No es extraño, sin embargo, si se tiene en cuenta el infierno que se desató una vez rodada la película, con intercambio de demandas entre la productora y el Ministerio de Cultura: con tanto trajín, el estreno debió de pasar desapercibido para muchos, a pesar de lo cual la cinta obtuvo una recaudación al parecer bastante correcta. La mula, como no podía ser de otra forma dado su título, bebe en muchos sentidos de La vaquilla, de Berlanga. Se trata, como la segunda, de una película bélica de humor, que cuenta la historia (basada en hechos reales) de un cabo del bando nacional que se empeña en ligarse a una muchacha de buena familia a la vez que planea llevarse consigo a su hogar en Jaén a una mula perdida que encuentra en el frente de guerra. Lejos del tono excesivamente dramático o reivindicativo de otras producciones, La mula se antoja una corriente de aire fresco, y además está protagonizada por Mario Casas y María Valverde, dos rostros bien conocidos para el público joven. Poco más se puede pedir.

5. El laberinto del fauno (2006)

Hubiera podido incluir en esta lista el primer acercamiento de Guillermo del Toro a la posguerra en España, El espinazo del diablo (2001), una historia de terror ambientada en un orfanato tenebroso «decorado» con una bomba sin detonar en mitad del patio. Sin embargo, creo que El laberinto del fauno, si bien menos personal y más enfocada al público internacional, es mucho más accesible y tiene un mayor valor didáctico en cuanto al contexto histórico que retrata. El laberinto del fauno cuenta la historia de una niña, Ofelia, que escapa a un mundo de hadas para eludir la opresión de su padrastro, capitán de la Guardia Civil destinado en un área de montaña en la lucha contra el maquis a comienzos de los años cuarenta. La fantasía propia de Del Toro, con sus criaturas entre entrañables y repulsivas, se mezcla con la cruda realidad de las refriegas, abusos y torturas habituales de aquel período convulso. Aunque es bueno advertir que hay escenas muy duras, y el final no es apto para lacrimales sensibles.

6. Palmeras en la nieve (2015)

El best seller de Luz Gabás se convirtió en película tres años después de su publicación. El protagonista de la película, de nuevo Mario Casas, es un joven oscense que a principios de los años cincuenta viaja a la isla de Fernando Poo, en Guinea Ecuatorial, por entonces colonia española, para comenzar una nueva vida con su hermano. Allí se enamora de una mujer negra, una nativa guineana interpretada por Berta Vázquez. La historia de amor prohibido entre ambos dará pie a que comprendamos mejor cuál era el papel de las empresas españolas radicadas en el olvidado territorio guineano, los dictados sociales de la cerril España de la época, o el trato de los colonos a sus empleados autóctonos. Se trata de un acercamiento imprescindible a un escenario nuevo y muy poco trillado en nuestra literatura y nuestro cine. Solo por esto ya merece la pena embarcarse en el viaje.

7. Salvador (Puig Antich) (2006)

La película protagonizada por el barcelonés Daniel Brühl, que posteriormente saltaría al estrellato internacional de la mano de Tarantino y de la compañía Marvel, es una de las más duras de la lista, pero también de las más instructivas sobre lo que, todavía a mediados de los años setenta, suponía vivir bajo la dictadura franquista. Salvador Puig Antich, militante anarquista arrestado por el homicidio de un policía, ha pasado a la historia como uno de los últimos ejecutados por el régimen franquista, y como el mejor exponente de la crueldad de un sistema judicial y penitenciario que pretendía convertir sus condenas más mediáticas en ejemplos para los elementos subversivos de la sociedad. Salvador fue arrestado solo tres meses antes del asesinato de Carrero Blanco a manos de ETA, y después del magnicidio era obvio que el gobierno y el Generalísimo no iban a permitirse mostrar su debilidad con un gesto de humanidad conmutándole la pena de muerte, haciendo así oídos sordos a las presiones que recibió desde dentro y fuera de nuestras fronteras. Su ejecución, por el anacrónico método del garrote vil, la llevó a cabo el verdugo Antonio López Sierra, quien se había encargado antes de otras ejecuciones célebres como las de la «envenenadora de Valencia», Pilar Prades Expósito, o El Jarabo, y en quien al parecer se basó Berlanga para El verdugo. Esta película, El verdugo, fue estrenada once años antes de la ejecución de Salvador Puig, y no hizo ninguna mella en la obstinación del régimen por continuar con tan salvaje práctica. En Salvador, el rostro del protagonista cuando es bajado al sótano y se percata de cuál va a ser el procedimiento por el que se le dará muerte es de los que queda para siempre grabado en las retinas.

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