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7 poemas de Nichita Stănescu

Nichita Stănescu fue un poeta y ensayista nacido en Ploieşti, Rumanía, en 1933. Está considerado uno de los mejores poetas rumanos de la segunda mitad del siglo XX y el más importante de la generación de 1960, por el resurgir lírico que representó su obra. Estudió Lengua y Literatura Rumana en la Universidad de Bucarest entrando en contacto con varias personalidades culturales como Tudor Vianu, Lucian Blaga o Ion Barbu. Durante sus años universitarios terminó su ciclo de poemas llamado Argotice y en 1957 hizo su debut en la revista Tribuna. En 1960 fue nombrado redactor de Gazeta literară, integrándose en la vida literaria de Bucarest. Ese mismo año publicó su primer libro de poemas, El sentido del amor, pasando a ser considerado un representante activo de la nueva generación de escritores. Los primeros enfrentamientos con la crítica de su tiempo ayudaron al poeta a formar su conciencia de sí mismo como artista. Aunque los temas de su obra están ligados a eventos prosaicos, el intelectualismo de los versos y el placer de contradecir con ingenio las expectativas del lector escandalizaba a los críticos guiados por los criterios imperantes en aquel momento del «realismo socialista». Su escritura evolucionó hacia una lírica más intelectual como en el libro 11 elegías (La última cena) (1966), interpretando el mundo como un espacio de objetos que el poeta ve y percibe como testimonios-formas de la situación trágica del ser humano en una época moderna excesivamente tecnificada. Solía decir que su patria era la lengua rumana. Su última obra publicada en vida fue Nudos y signos (1982). Fue un bebedor empedernido y murió en 1983 de un paro cardíaco. En España la editorial Amargord publicó en 2014 la antología bilingüe Nichita Stănescu 1933 – 1983.

***

POEMA

¿Dime, si algún día podré coger y besar la
planta de tu pie…
verdad que tú vas a cojear un poco, después,
con el temor de no aplastar mi beso?

***

EMOCIÓN DE OTOÑO

Ha llegado el otoño, por favor,
cúbreme el corazón con alguna cosa,
con la sombra de un árbol, o mejor con la tuya.

A veces tengo miedo de no verte más,
que alas afiladas hasta al cielo me van a crecer,
que tú misma vas a esconderte en un ojo ajeno
y que va a cerrarse con una hoja de ajenjo.

Y entonces me acerco de piedras y me callo,
llevo todas las palabras y las ahogo en el mar,
silbo la luna, la levanto yo mismo y la convierto
en un gran amor.

***

SEÑA 10

¿Ves en el invierno el humo de las chimeneas cómo se anuda
con los vuelos de las águilas solitarias
y una sola pluma de nieve
lo corta en dos y lo alisa
sobre los campos?
Asimismo mi vida es un hilo de humo que se anuda
y una sola pluma de águila
me corta en dos y me alisa
sobre los campos, amada mía.

***

SEÑA 12

Poco a poco ella se hacía palabra,
copo de alma en el viento,
delfín en las garras de mis cejas,
una piedra levantando anillos en el agua,
una estrella en de mi rodilla,
un cielo en de mi hombro,
yo mismo dentro de mí mismo.

***

NO HAY

No hay la primera guerra mundial
de los caballos.
No hay una Hiroshima
de los caballos,
concebida por los caballos,
realizada por los caballos
exactamente y en el momento adecuado
contra los caballos,
para proteger los caballos
de sus pares.
No hay, no hay.

¡Especies diabólicas,
estos caballos!

***

AUTORRETRATO

Ya no soy nada más que
una mancha de sangre
que habla.

***

HOJARASCA

Digo pues: se descolgarán las largas
sogas de la lluvia
a través del aire húmedo que envuelve
los atardeceres.
Se acerca el aniversario de las hojas golpeadas por la lluvia.
El recuerdo de los sucesos de mi vida
viene del futuro, no del pasado.

Corazón, corazón, misterioso planeta,
alma, alma, aire por el que se acercan
tiernas imágenes tuyas, casi inmóviles
ante mi respiración.

Se acerca el aniversario de las hojas golpeadas por el viento,
el aniversario de las piedras del camino en las que
se golpeará la herradura de la luna cuando pase a caballo,
el aniversario de las bicicletas recostadas sobre el muro,
el aniversario
de la insignia prendida al uniforme del liceo,
el aniversario de todas las palabras
cuyas letras mantienen firmes
el deseo y el amor…
Corazón, corazón, planeta misterioso
en el que me habría gustado vivir y morir.

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