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8 poemas de Vania Vargas

Foto: Joshua Paolo Sarti.

Vania Vargas es una poeta, narradora, editora y periodista cultural independiente nacida en 1978 en Quetzaltenango. Es autora de los libros Cuentos infantiles, Quizá ese día tampoco sea hoy, Los habitantes del aire, Señas particulares y cicatrices, Después del fin, Cuarenta noches, El cuaderno del fin del mundo y Generalidades y reglas de la fuga. Es, además, coordinadora de los libros de ensayo Nuevo Signo: Siete poetas para nombrar un país; y Luz: Trayecto y estruendo – Una aproximación colectiva al legado literario de Luz Méndez de la Vega. También fue la autora del libro que narra la historia de la librería Sophos en Guatemala y de su fundadora, Marilyn Pennington. Desde hace 15 años, la poesía la ha llevado a ser parte de varios festivales a nivel nacional e internacional. Presentamos una selección de su obra poética.

***

Yo también quería una cruz en Sad Hill

Esta es una fotografía mental en la que aparezco

recostada sobre una cruz de madera

que casi me llega al pecho

 

En ella está pintado mi nombre

con trazos descuidados y amarillos

Vania              Vargas / es todo lo que dice

 

Y yo sonrío mientras miro hacia el Este

por donde también se extiende el campo lleno de cruces

de similares desconocidos

 

Sonrío como nunca lo haría un vaquero

mientras mira al horizonte

donde sabe que solo hay peligro / polvo y sed

 

Pero estoy imaginando / y uno puede asegurar

que es rudo y sonreír

al lado de una tumba hipotética en medio del páramo

ubicado a varios metros del centro empedrado

para el duelo que Leone soñó

en el cementerio de Sad Hill

 

El fotógrafo / otro amable desconocido

empieza a tomar su distancia

mide con un ojo casi cerrado / como el de los jinetes italianos

la fuerza de la luz

y se desplaza un poco más / caminando lentamente

 hacia atrás

 

Un pájaro solitario grazna

desde la copa de un árbol cercano

 

Yo miro hacia el Este y sonrío

mientras tarareo a Morricone

 

La cámara está lista

Yo también

 

Dispara

***

Los créditos de un Western italiano se deslizan pantalla arriba

mientras los pasos de mi padre se alejan despacio escaleras abajo

 

Detrás de la cortina hay un lluvioso domingo en la tarde

muy parecido a los de mi infancia

de no ser porque esta vez

no tuve que levantarme temprano

ponerme vestido / ir a la iglesia

 

Hoy soy la hija pródiga que celebra su regreso

momentáneo

recostada sobre el mismo sillón a la diestra de su padre

tratando de convencerlo de que no siempre ganan los buenos

mientras jugamos a sostenerle la mirada a Klaus Kinski

y me enseña sin decirlo que la fuerza consiste

en no turbarse en lo más espeso de las balas

porque existen en la vida cosas aún peores

como una mosca caminando por la cara de un cowboy

un hombre comiendo y hablando al mismo tiempo

o un bandido sucumbiendo ante los encantos de una puta

 

En domingos como este descubrí

que la frialdad es mi ficción favorita

aprendí a ser fuerte

 

Afuera llueve

la pantalla se queda en negro

el cuarto en silencio

 

Stop

*** 

Extraños episodios de las casas tomadas

Nadie / quizás / lo creería

pero la más triste / en esta casa

es la cocina

 

Hay casas en donde la tristeza se escurre

desde las camas

se pega a los vidrios de las ventanas

que nunca se abren

se confunde con la humedad que empaña

los espejos de las duchas

y enmohece los azulejos y las bañeras

 

Esta casa / en cambio / tiene la cocina triste

a pesar de que nunca la abandono

de las temporadas en que fuerzo mi voluntad

para mantenerla viva

y la lleno con los ruidos del agua

los golpes del cuchillo

de los trastos y los cubiertos

del silbido consolador y silencioso del fuego

 

Aun así / sucede que algunas mañanas

cuando me acerco / en silencio

en busca de un vaso con agua

escucho cómo se lamenta

 

Estoy triste / me dice

 

Estoy triste / repito mentalmente

pero sé que es ella

 

Entonces la vuelvo a dejar sola

como si lo que hubiera escuchado fuera

el rumor de la queja de un lugar vecino

como si no hubiera sido ella

como si no lo supiera

y una vez de regreso

le pongo un poco de música

o me pongo a tararear

mientras me preparo el desayuno

 

Es mi manera de cambiarle el tema

 

Y quizá ella en el fondo lo agradezca

sepa que lo hago / nada más

por nuestro bien

***

Tres fantasmas sin Navidad

El fantasma del pasado

Una de todas las mujeres que he sido

me esperaba en casa

hace algunas noches

como un pariente lejano e indeseable

que pareciera reconocer cierto derecho

sobre los espacios que ha habitado

 

Con una familiaridad amenazante

se acomodó en silencio frente a mí

y después de observarlo todo

empezó a desempacar

con las manos sucias

los miedos / las dudas /el caos

todo eso que habíamos dejado enterrado

la última noche que la vi

 

No quise preguntarle cómo estaba

la conozco demasiado bien

 

Permanecí en silencio /viéndola con angustia

esperando que dijera

qué la traía de regreso / dónde estuvo

qué sucedió con lo que habíamos comprendido

cuándo pensaba marcharse

 

Y pasé varios días tratando de encontrar

las palabras para explicarle

que no vuelve la piel que abandonamos

y que se desintegra con el viento

 

a menos que no sea piel

que no se vuelve a lo que uno fue

como quien despierta por un mal movimiento

 

a menos que ella sea lo que niego

y sigo siendo

la que me acecha cada vez que se mueve el sol

 

Entonces una noche al volver a la casa

revuelta por su presencia

la obligué a levantarse / le serví agua

le encendí una vela / me senté a escribirle

 

Le pregunté por las otras / si las había visto en el camino

 

Si pensaba volver la que se largó porque un día

cuando se creyó a salvo

descubrió a la ternura agonizando entre sus brazos

 

Y cuando levanté la vista ya no estaba

solo bailaba una columna de humo

trazando momentáneamente un camino

que se iba perdiendo de vuelta en la nada

***

El fantasma del presente

Este octubre / mi hijo que no nació

estaría cumpliendo 18 años

 

La imagen imposible que he construido

y he visto rondar de manera intermitente

por los espacios que habito

ha llegado a la mayoría de edad

 

Es hora de que abandone la casa

que salga a buscarse un rumbo

 

Conforme vaya adaptándose a los días

allá afuera

nuestros encuentros se irán distanciando

 

Poco a poco empezará a perder mi imagen

entre la voracidad de las rutinas

me irá olvidando

 

Aunque ya lo imagino de visita un día

en el que volveré a preguntarle

¿cuántos años tenés?

 

Y responderá sonriendo / y trataré de imaginar

la más amable de sus vidas posibles

 

Mientras tanto / esta es una despedida

así como debe ser

***

El fantasma del futuro

Hay una anciana que ronda

entre las mesas llenas

del restaurante del hotel

 

Ofrece mantas / tapetes bordados

 

Hay una mujer que come sola

en una esquina

y la observa en silencio

 

Nadie las ve

***

De los cantos apócrifos en contra

del deseo de volver a Ítaca

Y si la voluntad de Poseidón hubiera sido

cercar a Odiseo en las costas de Ítaca

en donde / hipotéticamente / hubiera desembarcado

estrictamente de paso

para unirse pronto a los héroes con rumbo

a una nueva misión

tras los diez años que peleó en Troya

 

Y sin que hubiera pasado por su cabeza

la idea de quemar alguna vez las naves

hubiera sido el mar

el que las hubiera desecho

con la fuerza de sus fauces feroces

de monstruo de las profundidades

 

Seguramente / en medio de todo / Odiseo

habría rendido tributo a los dioses

por la extraña fortuna que le hubiera permitido

descansar un poco de la inestabilidad del agua

del ardor interno con el que lo quemaban las batallas

y balancear / así / su larguísima ausencia

respirar un poco de paz

 

Con el paso de los días habría empezado a reparar

en el tedio

con el que el buen Argos empezaba a ignorar

su constante presencia

 

O en el encierro cada vez más prolongado

de Penélope

tejiendo en su cuarto / destejiendo / quizá

obediente a la exigencia de su costumbre

 

Y un día cualquiera aparecerían / como fantasmas

los reproches

sobre cuán diferente está

los señalamientos

de que no es el mismo hombre

que se fue a la guerra diez años atrás

 

Que habla duro / que ha perdido la sonrisa

que pareciera que su mirada

a veces

trae filo

 

Y disociado del recuerdo que mantenían

los que se quedaron esperándolo diez años atrás

quizá se habría puesto a soñar

con la historia contrafactual de esa tormenta

y se habría sentado durante horas

a imaginar

cómo hubiera sido si Poseidón

lo hubiera embestido lejos de Ítaca

y esa angustia que ahora siente por largarse / fuera

una angustia que mordiera por volver

 

Si / acaso / hubiera valido más ser el fantasma bueno

que habitaba en la nostalgia de los que se quedaron

y no enfrentarse al cruel extrañamiento que le grita

en la cara

la bestia irreconocible que las batallas hicieron de él

 

Un extraño con otro idioma y otras costumbres

intolerables / irreconocibles

 

Y entendería / quizá / que la belleza de Ítaca

está en la distancia

en la triste imposibilidad de volver

porque el día que uno se va de una ciudad

uno la pierde

y la ciudad lo pierde a uno para siempre

***

Acércate

poné tu oído aquí sobre mi pecho

escuchá cómo corren los caballos salvajes

 

Cerrá los ojos

imaginá las dimensiones de este desierto

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Roberto López
Roberto López
2 meses hace

Muy atractiva y cautivante su forma poética. Me agradó mucho, tiene un estilo especial en armar las frases particularmente fuera de lo común.