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Cracovia sabe

Leszek I, gran duque de Cracovia, le dijo al papa que lo sentía mucho pero que los polacos no participarían en las Cruzadas, porque en Palestina no había cerveza. Su postura revela que la Edad Media no fue un periodo tan oscuro como creemos: respetaban ciertos valores luminosos. Esta historia merece ser creída con pruebas o sin ellas, pero le da consistencia el hecho de que los arqueólogos encontraran abundantes granos de lúpulo en los sustratos medievales bajo la plaza de Cracovia.

"Los cracovianos podían haber construido un aparcamiento, pero en su lugar abrieron un magnífico museo subterráneo"

La plaza es inmensa, un cuadrángulo de doscientos metros de lado. En el subsuelo hallaron calles pavimentadas de hace ocho siglos, sótanos de edificios desaparecidos, cabañas de artesanos y comerciantes, un tesoro de monedas, llaves, joyas, telas, huesos, flautas, dados. En un estrato aparecieron restos de la ciudad quemada y puntas de flecha que delataban la autoría: fueron los mongoles quienes incendiaron Cracovia en 1241. Una vértebra cervical limpiamente seccionada muestra la decapitación de invasores suecos en 1657. Los esqueletos de seis mujeres confirman las leyes antivampiros del siglo XI: las enterraron boca abajo en posición fetal, atadas y con la cabeza separada, para que no regresaran a atacar a los vivos. Los cracovianos podían haber construido un aparcamiento, pero en su lugar —qué gente extravagante— abrieron un magnífico museo subterráneo. Ahora tienen mil años de historias tan divertidas, asombrosas y terribles como los humanos.

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Josey Wales
Josey Wales
7 meses hace

La falta de cerveza como pretexto para escapar del matadero de Tierra Santa me parece una genialidad del ministerio de Turismo polaco; me parece que la realidad era algo más complicada, pero no menos interesante: tenían al enemigo en casa, con esos alemanes de armadura construyendo castillos en el Norte con un ojo puesto en la cuenca del Vístula y las hordas de pueblos paganos entrando cada verano a hacer turismo, quemando pueblos y llevándose a sus habitantes como esclavos, o esclavas. No olviden que la naturaleza humana no ha cambiado, sólo lo que podríamos llamar ‘la coyuntura’.