Inicio > Firmas > Textos de autor > Gloria Trinidad: Debut espectacular en el género negro

Gloria Trinidad: Debut espectacular en el género negro

Gloria Trinidad: Debut espectacular en el género negro

No es habitual encontrarte con una novela de género negro que muestre un catálogo tan amplio de delincuentes de medio pelo, mafiosos, chivatos, dueños de garitos infectos, clanes gitanos, conseguidores e incluso policías que se mueven entre ellos como Pedro por su casa. Y mucho menos usual es que quien ha escrito la novela sea una debutante, aunque haya escrito poesía y teatro. La novela negra tiene sus propios códigos, sus propias estructuras, sus propios recursos literarios. Por eso no es fácil sacar adelante una obra como esta, tan redonda, tan fascinante, tan deslumbrante, tan atrayente, tan seductora. Y pongo también el acento en que sea una mujer quien la haya escrito. Espero que no la tilden de machista como nos tachan a los que nos dedicamos a esto en esa tendencia absurda de confundir al escritor con sus personajes.

Gloria Trinidad es madrileña, del 68, como la Primavera de Praga, como la revolución de Mayo del 68 francés, y así llega al género, tan impulsiva como el ímpetu que guio aquellas revoluciones, con una novela que transcurre entre Orcasitas y Usera, entre Palomeras y Vallecas, entre Villaverde y Getafe, entre el Cerro del Tío Pío y la calle General Ricardos, territorios de otras tantas novelas del maestro Julián Ibáñez. El territorio geográfico, tan importante en cualquier novela negra, es en este caso esa franja sur poblada en su mayoría por gente obrera y por habitantes del lumpen que terminan en no pocos casos por transgredir las leyes. Los personajes de Gallos de poca casta viajan por calles polvorientas y grises y toman copas en garitos como el del Contreras, donde Cruz y Fraile despachan sus asuntos sentados en sillas y sobre mesas de plástico, entre jubiletas que juegan al mus o tipos como un teórico sanitario borracho que toma la tensión por la voluntad con un estetoscopio, y otros personajes habituales también de las novelas de Chester Himes. Gente que se reúne en el Tréboles, un antro de la calle Marcelo Usera regentado por un chino, o en el garito del Viruta, al que se lo ha arrendado un chino que aparece lo menos posible, solo para cobrar.

Por la novela transitan personajes como Rachid el sirio, el Niño Luis, el Viruta, el Pirulas, el Chóped o la Tata, gente que va por libre o que pertenecen a clanes que están condenados a entenderse o a destruirse entre sí. También nos encontraremos con los policías Santos y Garza, obligados a convivir con todos ellos, y resignados, porque saben que si detienen a unos, otros ocuparan su lugar, por lo que garantizan una red de favores a cambio de soplos. Ellos deciden hacer la vista gorda en unos casos y no en otros, sabedores de que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer.

"Una novela que transcurre entre Orcasitas y Usera, entre Palomeras y Vallecas, entre Villaverde y Getafe, entre el Cerro del Tío Pío y la calle General Ricardos"

La novela está dividida en capítulos cortos, y he notado coincidencias (ya sé que es mucho decir) en muchos de sus párrafos con los de muchos textos de Hemingway. Pero por buscar una raíz, algo entre la forma de escribir de Gloria y algún otro escritor de género anterior, esa raíz es sin ninguna duda George V. Higgins (Los amigos de Eddie Coyle, La rata en llamas, Mátalos suavemente…). Los personajes son extremadamente parecidos. Como el de Massachusetts, Gloria cambia el foco de la narración en cada capítulo. Salta de una zona geográfica a otra, de unos personajes a otros, de una circunstancia a otra. Como Higgins, la fuerza de la narración está en los diálogos. Los personajes se citan y si aparecen hablan, pero no mayoritariamente del delito que van a cometer, sino de circunstancias personales que nunca interesan a su interlocutor que, haciendo un ejercicio de paciencia, escucha con el único interés de que el martirio acabe lo más pronto posible.

Alguien dirá que la novela es tarantiniana, y lo es, ya que enlaza varias historias que se relacionan, unas más que otras, pero no es nuevo que Quentin Tarantino no habría hecho carrera cinematográfica sin leer a George V. Higgins. Y está claro que Cruz y Fraile no tienen el glamour ni la elegancia de Vincent Vega y Jules Winnfield, pero ni falta que les hace. Los Ángeles no son la Cornisa de Orcasitas. Ni de coña.

La novela se adorna con unos pocos capítulos de pocos párrafos en los que se da información y se traza la historia desde sus inicios de las peleas de gallos. Con ello, Gloria hace una analogía entre esta disciplina y el ecosistema de lo que ella llama la Costa Brava de Madrid, que sirve para designar a los barrios citados que aparecen en la novela.

Como en las novelas de Higgins, alguien va a meter la pata. Alguien está en el lugar equivocado a la hora equivocada. O alguien toma una decisión errónea por lo urgente de su situación sin pensar en las consecuencias que vendrán, y vaya si vendrán.

Tomen nota: Gloria Trinidad, Gallos de poca casta. Uno de los debuts literarios más fulgurantes en género negro que me he podido echar a la cara en los últimos años.

__________________

Autor: Gloria Trinidad. Título: Gallos de poca casta. Editorial: Alrevés. Venta: Todos tus libros

4.2/5 (26 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios