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El rescate de Alston Anderson

El rescate de Alston Anderson

Es imposible leer Galán, de Alston Anderson, sin hablar de Enrique Maldonado, su traductor para la edición que ha llegado a las librerías de la mano de Trotalibros. Y es imposible porque Maldonado explica su trabajo trascendiendo de las letras a la importancia de su contexto y significado. Para él, conservar la forma en la que el autor se expresa es vital. La vida en Carolina del Norte en los años 40 no puede ser redactada bajo las premisas de nuestra sociedad, porque entonces se perdería la esencia de los personajes que pueblan los relatos de Anderson, que no dudan en deformar el lenguaje en un dialecto marginal que es a la vez inclasificable, ya que cada época y lugar tiene el suyo propio. El lenguaje forma, por lo tanto, una parte vital de la identidad de esta obra, ayudando a que el lector se sumerja en una ambientación social. Y lo mismo sucede con el resto de las ubicaciones.

"Hoy no se esconde lo que sucedió y se lucha contra el racismo, pero sus expresiones son las que incomodan, como si el cambiarlas pudiera hacer que la realidad fuese menos dura"

Anderson realiza un manejo brutal de los personajes, logrando que historias aparentemente sencillas vayan dejando un trazo que el lector recoge cuento a cuento, para dar lugar a una visión de conjunto desgarradora, cruel o a veces compasiva de personas reales que se comportan como si supieran que no van a ser escritas. No estamos ante relatos explicativos que quieren mostrar lo duras que fueron las cosas. Se trata de retratos tratados por voces duras que muestran de una forma llana su realidad. “Llevo fuera de casa cuatro años”, dice uno de sus narradores. “No os contaré por qué me fui, porque no creo que sea de vuestra incumbencia”, pero lo que sí comparte son los cambios encontrados a su regreso, esos de tiendas cerradas y zonas por las que ahora pasa la policía porque hubo “problemas”. Zonas “de negros”. Porque hoy no se dice así, pero esa era la realidad que el autor conocía y la que quiso mostrar al mundo, aun sabiendo que podía resultar incómoda. Y lo fue. Entonces por unos motivos y ahora por otros. Hoy no se esconde lo que sucedió y se lucha contra el racismo, pero sus expresiones son las que incomodan, como si el cambiarlas pudiera hacer que la realidad fuese menos dura. Encontramos narradores eminentemente masculinos, apenas hay un par de mujeres, pero ellas forman parte de muchas tramas. Mary-Jane, esa mujer que le increpa al marido diciéndole que no le grite, que ella es una dama, es la primera en darnos una pista. Tras el dramático final del primer relato, nos parece volver a ver su nombre. Y es que los relatos forman parte de un todo, de una comunidad en la que los nombres se repiten o insinúan, calando en el lector como historias complejas que dan lugar a personajes magníficos que se enfrentan en juegos de insultos que pueden ser, o no, el origen de las hoy conocidas batallas de rap.

Galán rescata a uno de esos escritores perdidos cuyas letras merecen un puesto fuera de las aguas del olvido.

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Autor: Alston Anderson. Título: Galán. Traductor: Enrique Maldonado Roldán. Editorial: Trota. Venta: Todos tus libros.

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