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Superestar (Netflix): La serie sobre Tamara es una bomba

Superestar (Netflix): La serie sobre Tamara es una bomba

Desconozco la reacción de los colectivos deseosos de un biopic que funcionase como una exaltación nostálgica, cariñosa dentro del trash, de Yurena, Loli Álvarez, Leonardo Dantés y compañía. Pero lo que ha hecho Nacho Vigalondo con Superestar, la serie de Netflix dedicada a los ídolos salidos de la factoría de las Crónicas marcianas de Sardá, tiene más bien poco de masaje. Efectivamente, la serie que narra las aventuras y desventuras de los “friquis” de la televisión de los 2000 aborda el tema con cierto realismo mágico, pero poco hay de melancolía en una obra que no deja títere con cabeza y que se coloca con facilidad a la cabeza de lo mejor que ha filmado su director.

"La serie no da la impresión de odiar a sus protagonistas, pero el factor entrañable convive de una manera onírica, extraña, con la negrura"

No es que Superestar trate con desprecio a Paco Porras, Tony Genil y Tamara. Pero Vigalondo aplica una lente deformante a los sucesos ya de por sí deformados. En realidad, el de Los cronocrímenes quizá solo esté haciendo honor a unos acontecimientos que ya de por sí emborronaron la línea entre realidad y ficción, dando comienzo a una nueva época televisiva en España que, en manos de Vigalondo, se acerca peligrosamente a la fantasía lynchiana… sin dejar en la cuneta, en todo caso, todo el bagaje kitsch de Los Javis, esta vez sentados en la silla de productores.

Efectivamente, la serie no da la impresión de odiar a sus protagonistas, pero el factor entrañable convive de una manera onírica, extraña, con la negrura. Vigalondo se descuelga con momentos mágicos capaces de ensalzar cualquier biopic, como esa mano de Tamara niña que se transforma en la de Yurena mujer en cuanto empieza a sonar la música. Pero hay cierta mirada satírica, no exactamente por encima sino al mismo nivel de la mirada de los personajes, que no excluye lo anterior.

"Superestar es la serie más loca, inteligente y ambigua que se recuerda"

Semejante riqueza sería más bien poco sin unos intérpretes a la altura, y el equipo formado por Ingrid Garcia-Jonsson, Carlos Areces, Secun de la Rosa, Pepón Nieto y más literalmente se transforma físicamente para interpretar el tebeo de la editorial Bruguera más nocturno y pendenciero que se recuerda. Vigalondo mira lo extraño cara a cara, representando la fantasía de los personajes mediante recursos argumentales perfectamente asumibles por el cine de terror, el thriller o la comedia más loca, sin miedo a resultar ordinario, pero tampoco ambivalente, esquinado, taciturno o retorcido. Se trata de un romanticismo trágico y mágico que podría asimilarse a esa España que vio nacer al mismísimo Torrente y por lo visto, quizá, amaga con volver tras años en la cuneta. Ah, y las risas: momentos como el videoclip nudista de Secun de la Rosa probablemente dispensen más risas que todas las comedias de televisión privada del año.

Superestar es la serie más loca, inteligente (en lo narrativo Vigalondo acierta dedicando un capítulo a cada personaje y tejiendo sutilmente la red argumental en torno a ellos) y ambigua que se recuerda. Una serie que pone en el espejo a todos aquellos que añoran los noventa y los dos mil, pero también los que se ríen de toda la impostura que vino después, y que por tanto se piensa a sí misma a ritmo de redes sociales y streaming. Realidad y ficción se funden como memoria y sueño, todo ello a golpe de David Lynch, John Waters, Rod Serling y más, en una obra mayor que llega mucho más lejos de lo que necesitaba.

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