Las personas con discapacidad intelectual o con dificultad lectora ansían poder leer algo más que libros infantiles y para ello reclaman que se amplíe el catálogo de libros adaptados a “lectura fácil”, un método de frases cortas y lenguaje más sencillo que les permite disfrutar como uno más de las grandes historias de la literatura contemporánea.
Del club de lectura fácil de la biblioteca Mercè Rodoreda de Barcelona forman parte, entre otros, Noelia, Álvaro, Roger, Jaume, Eduardo, Anna y Zaya. Leen por primera vez La guerra de los mundos, novela de ciencia ficción del inglés H. G. Wells, turnándose a cada cambio de página. Cada vez que ocurre un evento en la historia, las educadoras se aseguran de que todo el mundo lo ha entendido. Llevan ya unos cuantos libros a sus espaldas y cada uno tiene su libro preferido. A Noelia le gusta “la fantasía” de El hombre invisible. Eduardo elige Romeo y Julieta “porque es de amor”. Y Jaume tiene claro que su “preferido” es Moby Dick: “Soy fan del mar y me encanta todo lo de las ballenas”.

Efe / Marta Pérez
Montse Valdivia, psicóloga del Centro Ocupacional Taller Sant Camil, que les acompaña, cuenta que todos son ya uno más entre los usuarios de la biblioteca. “Aquí han aprendido a disfrutar con la lectura e interaccionar con el resto”. Los libros que más suelen gustar al grupo, explica, son “los de aventuras, aunque las historias románticas también suelen despertar mucho interés”.
Que existan libros adaptados a lectura fácil es posible gracias a editoriales especializadas como Adapta o La Mar de Fácil, la primera en especializarse en 2008 en estos métodos, han explicado a Efe sus editoras, Raquel Pineda y Núria Casals, respectivamente. Entre las dos publican una media de 30 títulos anuales pese al que dicen es el mayor problema de esta especialidad: los elevados costes de adaptación de las publicaciones, por encima de una publicación estándar, porque el texto pasa por un proceso de adaptación y validación.
Para las editoras, lo más satisfactorio es poder democratizar la lectura, tanto para niños con dificultad lectora que quieren seguir las mismas historias que el resto, como para las personas con discapacidad. “Gracias a la lectura fácil pueden acceder a lecturas dignas. Si con 40 o 50 años tienen que leer un libro infantil, es obvio que no se van a sentir bien“, cuenta Pineda.
Para que sea posible publicar aún más títulos y adaptar novelas de autores populares y actuales con derechos de autor difíciles de asumir, las editoriales reclaman más ayudas públicas específicas. Las editoras también reivindican que sus libros lleguen a residencias y escuelas. Junto a la Asociación de Lectura Fácil reclaman a las administraciones competentes en materia de Educación aprovechar este recurso para facilitar la lectura entre los alumnos con dificultades, un número creciente según los informes PISA.


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