Este poemario mereció el Accésit del Premio Adonáis 2024 “por su heterodoxa reescritura de los cuentos tradicionales desde una posición antirromántica e irónica, que no rehúye una mirada amarga y frívola sobre el mundo”.
En Zenda reproducimos tres poemas de Cuentos tradicionales (Rialp), de María Fernández Abril.
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Caperucita Roja
Al venirme la primera menstruación
mi madre me regaló una capa roja.
«Abróchala bien, esconde la riqueza
de tus senos». Era larga, para no
mostrar más que los tobillos. «No parezcas
una puta». Me dio miel para la abuela
y me advirtió: «Ten cuidado con el lobo.
Si sientes peligro, llama al cazador».
Pero me ocultó lo bello que es el bosque,
que el cazador solo ansía su trofeo.
No me explicó cuán grato es que te oiga el lobo,
mire mejor y huela. Eludió lo importante
de la talla de los órganos. No dijo
cuán divertido es que te coma. Mas, sobre
todo, olvidó contarme que, si se fuga,
tiene más y dulces lobos la manada.
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Casablanca
Me imagino a Ilsa furiosa con Rick,
triste, confundida, decepcionada,
sobrevolando a oscuras el Atlántico.
El muy cobarde decidió por ella
y, engañada, la subió en un avión
con Víctor, miembro de la Resistencia,
para desvanecerse entre la niebla
con la única promesa de recordar París.
Te pareció el acto de amor más grande
y yo te rebatí: si la quisiera,
habría acatado su decisión
de quedarse y, terminada la guerra,
la habría hecho feliz en Casablanca
bajo todas las lunas de Marruecos.
Pero comprendo a Rick en ocasiones.
Supo que alguna vez discutirían,
temió que acabara por añorar
a su esposo, por evocar su vida
de haber aceptado su pasaporte,
por verse prisionera y arrepentida
junto al piano y no pudo soportar
ser la razón de verla desgraciada.
Se creyó que París fue una quimera,
también que, en ese avión rumbo a Lisboa,
Ilsa le tomaría la mano a su marido,
en el fondo aliviada
por la certeza que da siempre lo correcto.
Como Rick, sé que tengo dos opciones:
apartarme callada entre la niebla
—como he hecho este verano—,
con el solo recuerdo de un beso de Varsovia,
y saberme cobarde y resignada,
pero con la certeza de actuar con sensatez,
o expresar claramente mis deseos
y convencerme de que tu ganancia
compensa cualquier pérdida conmigo,
sabedora de que Ilsa pensó en Rick
en cada instante allá donde estuviera,
y amarte y darte besos de Varsovia
bajo todas las lunas de este valle,
donde viajemos juntos cada noche
a Lisboa, Varsovia, Casablanca y París.
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Arde Ítaca
«NO te esperaré sentada», había advertido a Ulises
antes de partir. «Siquiera ni sé si te esperaré».
Y se entretuvo Penélope, ya tejiendo o destejiendo,
con sus hilos de saliva la dermis de sus amantes.
Fueron apuestos y muchos, la mantuvieron contenta
y ocupada, la colmaron de regalos y placer.
Pero transcurrió el invierno, Penélope maldijo Ítaca
por ser villa tan segura y no custodiar ladrones
con la piel merecedora para coserla por siempre,
con manos astutas para saquear su corazón,
a no ser por un pirata, al que, a su vez, aguardaba
una nereida, guardiana de los corales de la isla,
ya peinando o despeinando los rizos de sus amantes.
Compró ovillos a Penélope, antes de embarcar, en tanto
regresaba al arrecife y pensaba en sus asuntos.
«No te esperaré sentada», ella volvió a advertir.
Sintió pena por Calipso y las sirenas lejanas
y comprendió en propia carne esa espera de otro tipo.
Así Ulises tuvo suerte, y cuando regresó en sal
y en escamas magullado, Penélope lo llevó
a la alcoba donde guarda los enseres de costura
y el corazón y tejió piel con hilos de saliva.
Lo que Ulises no entendió fue aquella orden de Penélope,
dada con aguja en mano, esposado él a la cama,
de evacuar a las mujeres, a sirenas y nereidas,
llamar a las amazonas y prenderle fuego a la isla.
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Autora: María Fernández Abril. Título: Cuentos tradicionales. Editorial: Rialp. Venta: Todos tus libros.
BIO
María Fernández Abril (Mieres, Asturias, 1992) es doctora en Investigaciones Humanísticas por la Universidad de Oviedo, trabaja como profesora de enseñanza secundaria en un instituto de su localidad. Entre sus publicaciones, destacan ediciones, artículos científicos y capítulos en volúmenes de carácter académico -fundamentalmente sobre la literatura del siglo XVIII-, además de cuentos, un libro de relatos y el poemario Lo que saben los árboles (Oviedo, Trabe, 2023), galardonado con el Premio Asturias Joven de Poesía 2022.


María Fernández Abril, me gusta lo que he leído y soy bastante crítica; lo reconozco. Gracias por compartir tu visión de la vida, la poesía.
El ‘NO te esperaré sentada’ de
Penélope.
La Penélope de amantes para María Fernández Abril.
Versus
La Penélope símbolo de Fidelidad para su esposo.
Si de CONCIENCIA hablamos, me quedo con la versión romántica.
El París de Casablanca fue uno, por lo que percibí(no ví el film
).
Los recuerdos románticos o de amores fugaces sirven para… (¿?)
Si de romance se habla, Juli y Rome se la re jugaron por lo que sentían.
Si al romanticismo nacionalista nos
referimos, Juana de Arco lleva la delantera.
¿Y si el cazador fuese más perverso que el lobo?
En vez de ocultar su floreciente cuerpo de mujer , le hubiera dado armas lógicas de defensa.