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Andrea Bajani: “Quise romper el tabú de la familia, que es intocable”

Andrea Bajani: “Quise romper el tabú de la familia, que es intocable”

Afirma el novelista italiano Andrea Bajani que cuando escribe le gusta cuestionar todas las certezas, algo que en su último título, El aniversario, con el que ha obtenido el Premio Strega 2025, es evidente desde las primeras páginas al “romper” el tabú cultural y político de la institución familiar, algo “intocable”.

Publicada por Anagrama y Periscopi en catalán, en esta historia el lector se adentrará en la peripecia de un hombre, en la cuarentena, que decide dejar para siempre a su familia, abandonar a sus progenitores, tras abominar de la violencia de un padre dominante y de una madre silenciosa y sumisa.

En un encuentro con periodistas este miércoles, Bajani, que reside nueve meses al año en Estados Unidos, donde da clases en una universidad de Houston, ha rememorado que su nueva obra surge, justamente, de unas lecciones sobre cómo escribir en torno a la familia, con estudiantes que, a menudo, llegan al aula con “historias de mucho dolor y violencia, raramente felices. Cuando los escucho y cuando veo cómo las comparten entre ellos me sorprendo: son como minotauros encerrados en un laberinto, son como unos monstruos condenados a no poder salir de allí. En otoño de 2021, después de haberles escuchado mucho, pensé en hacer algo, en una diana, para ayudar a salir del laberinto”.

Entiende que ha armado un artefacto literario que, aunque está contado en primera persona, es “una historia colectiva”, que ha comportado que en numerosas presentaciones en Italia se le hayan acercado lectores a preguntarle cómo había sabido lo que les ocurrió durante años en su familia. “En esta sociedad existe la posibilidad de romper cualquier atadura: puedes romper a nivel laboral, de amistad, puedes divorciarte y la ley te defiende, pero es imposible romper desde dentro a la familia por una razón de sangre”.

Efe / Alejandro García

Andrea Bajani ha precisado que su protagonista dice “basta” a la herencia patriarcal, aunque “no se pone al lado de la virtud, es como un principiante que lo debe inventar todo. Hoy te puedes reinventar como pareja, crees que el sistema se debe renovar, algo que buscan muchas organizaciones, entidades, las ciudades, pero en cambio no lo hace la familia, en un sistema patriarcal que prevé al hombre preeminente y a la mujer, incivilizada, dentro de la casa, sin que se la vea desde fuera. Es el hombre quien da siempre su visión oficial, algo que el narrador rechaza totalmente“. Con la literatura ha podido hurgar en todo ello, “ver los movimientos que hay en este sistema, ver qué ocurre con la organización patriarcal de la familia, cuestionarla, aunque tampoco la rechazo”.

La obra, que en Italia ha sido como un “tornado”, en palabras de su artífice, llega a las librerías en un momento, además, en el que “hay un movimiento político e histórico en todo el mundo que lleva a tendencias reaccionarias”. A su juicio, el capitalismo, la parte más conservadora de la sociedad, lo que hace es “publicidad, propaganda, vende que lo de antes sí funcionaba, pero la solución ante el desastre político, social y económico no es ofrecer la versión simplificada, binaria, decir que todo antes era mejor”. En esta historia, en cambio, con un hombre que mira hacia los años sesenta, setenta, ochenta del siglo pasado, Bajani busca preguntarse: “Esto ahora no funciona, pero ¿funcionaba antes?”.

Con la novela traduciéndose a diferentes idiomas, el escritor espera expectante cómo se recibirá en países como los nórdicos, protestantes, con un estilo de familia diferente a los países mediterráneos. “Igual disfrutan más de la lectura de la historia que del cuestionamiento que hago”.

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Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
2 meses hace

Muy interesante la óptica de este novelista para reformar positivamente a la familia, la ancestral institución que da forma a nuestra sociedad. Estamos hablando de Occidente con su tradición religiosa judeo-cristiana fusionada con la pagana cultura grecorromana, una mezcla en perpetua tensión. Ya antes surgieron experimentos de reingeniería social que reformaron la familia, no para mejorarla o hacerla más democrática, solo para adaptarla a los fines del experimento, como en la Antigua Esparta, con la llamada Constitución de Licurgo, que estableció el primer Estado Totalitario en la Historia de Occidente (aunque Hannah Arendt no lo estudió en su magistral “Orígenes del Totalitarismo”), para asegurar el poder tiránico de Esparta sobre la conquistada y esclavizada Mesenia. Allí vivió por 700 años “El Hombre Nuevo” que inspiró la Utopía Marxista. Nietzsche también quiso destruir la familia, no mejorarla, en sus delirios de construir una nueva religión de la que se soñó fundador, nuevo “Profeta”, pero enloqueció por la sífilis, y en mundo olvidado de los antiguos filósofos presocráticos, de los supersticiosos astrólogos de la Antigüedad y de “Las Décadas de Tito Livio” de Nicolás Maquiavelo (de quien solo recuerdan (“El Príncipe”), a quienes plagió, y aunque sus seguidores causaron terribles males en la política, en las artes crearon maravillas. James Joyce también intentó destruir a la familia como institución con su novela “Ulises” aunque no propuso alternativa alguna para sustituirla, como sí lo hicieron los comunistas de la Utopía Marxista, quienes intentaron sustituirla por el Estado como la versión original que imitaron: La Esparta de Licurgo, militarista, esclavista (esclavos del Estado), la humanidad como ganado subordinado al Estado, cerrada al exterior, temerosa de las comparaciones con otras sociedades y sobre todo de la democracia y la supremacía de la persona humana ante el Estado, fundado para garantizar sus Derechos no para dominarlo. Es muy interesante lo que plantea el novelista y solo en una sociedad democrática puede tener futuro iniciativas como esta, en las sociedades oprimidas por el fanatismo religioso es imposible. Hay que leer esta novedosa novela.