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El legado ético de las aguas de Goya Gutiérrez

El legado ético de las aguas de Goya Gutiérrez

Nada más, aparentemente, inofensivo e inocente que las aguas, y, sin embargo, nada más transformador. Su escasez o abundancia alteran la vida, y con su simbolismo y potencia arriesga en la palabra el poemario de Goya Gutiérrez, Conjunción de las aguas (Contrabando, 2025), prologado con lucidez y acierto por Neus Aguado. Este elemento natural, presente como hilo conductor en las tres partes (“Agua”, “Contracorriente” y “Conjunción de las aguas”), transfigura su significado para acoger en él una propuesta ética y existencial donde nada es marginal ni orilla. La poeta nos entrega en este libro un legado vital, fruto de su madurez, para espejear en la palabra un aliento que invisible urde emocionalmente nuestro tránsito, a partir de una naturaleza que acoge e intenta responder al misterio escondido en el universo:

“Aprender que quizás solo eres

una simple imitación de alguien desconocido

en ese misterioso eslabón de la sucesión cósmica

y así ligera                       algo también difícil de lograr será encontrar

un antídoto contra el deseo de que

tus mejores pasos dejen alguna huella en este mar

o en esta tierra                              para pararse y vaciarse

en la contempladora paz de algún orden secreto”

Las aguas encierran un misterio que la palabra explora, que la poeta conoce por su experiencia, por ello, se revela como la intérprete imprescindible de ese valor taumatúrgico: “La poeta lo sabe y hace que las palabras / se enciendan”. Compendio de sabiduría vital, el hallazgo —y el enigma indescifrable de la vida—, que se nos ofrece, nos confronta con las certezas. La poética de Goya Gutiérrez esconde un conocimiento originado en la observación del mundo y su proceso está recogido en este libro. Conjura a través de la palabra las aguas para armonizar un universo en constante fluir, para transformar éste, para, en una modernidad líquida deshumanizante que desvanece los vínculos, otorgarnos la posibilidad de ser más humanos:

“Conjuguemos las aguas           tamicemos sus hebras

nombremos las Palabras

en las que aún creamos

pronunciemos              un conjuro poético

para que el mundo sane

y de las grietas brote el líquido arbolado

del hallazgo que nos restituye

a nuestra casa interna

frente a cualquier quebrantamiento.”

La poesía se compromete a ser navío con que surcar la realidad y los tiempos, un arca de Noé en medio de los accidentes de la historia, y Goya Gutiérrez se muestra sensible a ese mundo en caos: “Hay humanos que peligrosamente juegan / dando vueltas en la rueda del hámster / de la historia  sobre veloces cascadas de agua” o “recordando a los nombres que la Historia hizo números”. El fluir de las aguas nos obliga a evocar a Heráclito, a Jorge Manrique o a Bauman… Aunque ocupan el verso Celan, Adorno, Schopenhauer, y referencias mitológicas a Odiseo, Prometeo, Aracné, las Parcas o Ónfalos… Donde la condición humana se afila en el tiempo y la memoria, donde la vida fluye, se rompe, se narra o se teje en la frontera entre lo efímero y lo inevitable. La tensión entre la disolución y la permanencia es germen y fundamento de la anatomía existencial, cuyo destino conocido exige recorrer un camino que ignoramos y compartimos, así apela a la necesaria humanidad. Reconocer el miedo y volver a la vida es un proceso compasivo que, en no pocas ocasiones, urge de templanza, valentía y prudencia.

"Y aunque sean las aguas las que recorren el poemario y agrieten los versos, a vista de pájaro sobrevolamos este mundo en cambio. Porque este libro está lleno de pájaros y aves"

Si las aguas atraviesan el libro, también agrietan la sintaxis. La textura lingüística se fragmenta. Los espacios en blanco en los versos expanden las interpretaciones y posibles lecturas para otorgar al lector la decisión, no suplen los signos de puntuación omitidos ni son pausas respiratorias. La primera lectura se tropieza con los meandros, sin embargo en las sucesivas el ritmo inquebrantable del río te arrastra. Cuando te sumerges y fluyes, eres capaz de apreciar la lujuria de un lenguaje preciso y a la vez resonante en cuya hondura late la poesía y la vida con medidas figuras retóricas, como sinestesias o personificaciones. Las tres partes se subdividen a su vez en otras, cuasi fragmentarias: “Aguas” en  “El agua y los tiempos” y “El agua interior”, “Contracorriente” en “Centros”, “Escenarios” y “Márgenes” y, por último, “Conjunción de las aguas” en “Conjugar”, de este modo la autora nos adentra y atrae hacia epicentros en los que el lector trata de asir aquello que fútilmente se estremece en el instante:

“Es un misterio cuando las luces de la vida en letargo

eclosionan

e inundan las paredes en sombra

de esa alacena del recuerdo y la memoria

que al fondo de nosotros construimos.”

Y aunque sean las aguas las que recorren el poemario y agrieten los versos, a vista de pájaro sobrevolamos este mundo en cambio. Porque este libro está lleno de pájaros y aves. Desde la lontananza contemplan con detenimiento cuanto en la tierra y las aguas acontece, a la vez que es rescatado su simbolismo de presagio; las aves portadoras de mensajes advierten del paso del tiempo y de la arribada de otra estación, un eterno discurrir que no retorno: “Ser aún feliz por saber leer los colores / que colgados del cielo dejó el último pájaro de otoño”. Tiempo y memoria que son nutridos por aquella naturaleza que acoge el misterio:

“La Naturaleza ni es del todo sabia

ni es del todo armónica

pero como tú               y por encima de ti

tiene memoria              y siente y habla

del enigma que los sabios sondean”

A pesar de recurrir a un símbolo atávico, Goya Gutiérrez glosa sus significados para ahondar en la condición humana y en las acciones morales —alejadas de connotaciones religiosas— en la necesidad del encuentro con el otro para construir un nosotros. Este poemario es una propuesta ética para rozar la vida desde el miedo, aunque también desde la hospitalidad y el amor, ese que al estallar reinventa las sombras. Defenderse y resistir, esa es su propuesta: “hallar consuelo en esa nervadura / sostén de la belleza y de la vida”. Toda una lección de humanidad y vida la de la poeta catalana con esta Conjunción de las aguas, hospedada en la colección Marte, dirigida por Lola Andrés, que apostando por autores y obras al margen de modas y cánones nos regala una poesía de  una calidad incuestionable.

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Autora: Goya Gutiérrez. Título: Conjunción de las aguas. Editorial: Contrabando. Venta: Todos tus libros.

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