Petros Márkaris, apóstol de la novela negra en Grecia y en la Europa ilustrada, creó al escéptico comisario ateniense Kostas Járitos en 1995. Desde entonces ha conquistado el alma de millones de lectores que beben sus aventuras como maná de plenitud. Éste, a fin de despejar su mente y tenerla continuamente engrasada, aparte de saborear las delicias que le preparan su esposa Adrianí o su amigo, el comunista Zisis, lee el Dimitrakos, el gran diccionario de referencia en lengua griega. Las definiciones recogidas en tan magna obra, que atesora un registro completo del léxico heleno desde Homero, ayudan al comisario a ver en perspectiva las complejas situaciones que afronta.
Personalmente, siguiendo la estela del perspicaz Járitos, el diccionario se ha convertido en mi refugio a la hora de deglutir el asfixiante albañal político y social en el que hozamos. Observo la constante sucesión de plagas que nos asuelan (epidemia del COVID, erupciones volcánicas, danas, incendios de voracidad nunca vista, …) y la manera en la que las afrontan los así dichos gestores de lo común: no me queda otra que llegar a la conclusión de que una ciudadanía idiotizada ha decidido encomendarse a una panda de ineptos (Del lat. ineptus. adj. No apto ni a propósito para algo. Sin.: incapaz, incompetente, nulo. / adj. Necio o incapaz. U. t. c. s. / Sin.: inútil, inhábil, torpe). Incompetentes a diestra, siniestra y cabestra.
Al ver cómo actúa el presunto mentecato al cual los ciudadanos de la otrora tierra de la luz y del azahar confiaron sus vidas y haciendas, con el apoyo de unos talibanes ibéricos de los de pandereta y montera, uno piensa que, amén de ineptos, son infames.
El diccionario me da la razón: Del lat. infāmis. adj. Que carece de honra, crédito y estimación. U. t. c. s. / Sin.: indigno, innoble, bajo, despreciable. / adj. Muy malo y vil en su especie. / Sin.: malvado, perverso, abyecto, depravado, vil, ruin, miserable, inicuo, méndigo. Todas las acepciones dan la sensación de retratarlos, a él y a quienes lo han puesto y mantienen ahí. No les sobra ni uno de los sinónimos.
Que tu región sea devastada por unos temporales de los cuales te habían avisado por activa, media y pasiva sin que hubieras tomado las medidas precisas para defender a tus conciudadanos. Que mientras 227 de tus vecinos, algunos incluso votantes tuyos, mueren ahogados y otros miles pierden absolutamente todo, tú andes, por lo que se dice, de farra en un ventorro te retrata como infame per saecula saeculorum. Que te niegues a asumir responsabilidades y, ni siquiera, a pedir perdón y dar explicaciones te sitúa en el octavo círculo del Infierno descrito por Dante, acompañado por rufianes, seductores, simoníacos, hipócritas, corruptos y ladrones. Y creo que junto al susodicho hay que situar a muchos de sus conmilitones en la jungla política, de todos y cada uno de los partidos que sufrimos.
Si no fuera por la tragedia que devastó la tierra de la luz, lo de este personaje con la dana sería digno de un esperpento (m. Persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias) de Valle-Inclán. Tal vez ésa sea otra de nuestras maldiciones: estar representados por sujetos esperpénticos por doquier.
Si nos centramos en los inmisericordes incendios que han yermado gran parte de nuestro terruño, clama al infierno la actitud de los caciquillos de las comunidades afectadas, de la misma cuerda del ventorrillero: todos se han lavado las manos de la nefasta gestión y previsión de los mismos y han tirado balones fuera culpando, ¿cómo no?, a Perro Sánxez, a quien ya podemos cargar también el ser quien clavara al madero las manos de Cristo. Es meridiano que Sánchez ha hecho méritos para tomar asiento en el mencionado octavo círculo infernal, pero de ahí a usarlo de chivo expiatorio a fin de diluir las negligencias de los gerifaltes de diestra y cabestra media un abismo.
Estos tarugos quieren irse de rositas recriminando todo al Gobierno Central, incluso su ineptitud y desidia: algunos estaban desaparecidos al inicio de la tragedia. Si constataron que el ventorrillero no ha pagado el estar de jarana mientras se anegaba su región, ¿por qué iban a dejar ellos calentarse sus mojitos? Con azuzar el odio, de nuevo, contra Sánchez y demás zurdos sus responsabilidades quedan eclipsadas.
La desesperante situación política y social, cainita, fundamentalista, nos vuelve a colocar en el cuadro de Goya Duelo a garrotazos, en el que las dos Españas se rompen el alma a bastonazos, mientras que los que las han alentado vomitando bilis negra por sus infectas bocas se corren juergas pantagruélicas, revolcándose como cochinos en cochiquera.
Tengo más que claro que esta sociedad inane merece los políticos que la representan, pues salen de ella, son un calco de sus entrañas. Han delegado lo público en partidos que funcionan como una oligarquía, en los que no se tienen en cuenta los méritos de cada quien, méritos alcanzados antes de entrar en política, sino que descuellan quienes estén dispuestos a ser mamporreros (De mamporro y -ero. m. y f. Persona que dirige el miembro del caballo en el acto de la cópula. / m. y f. despect. Persona que amaña algo en beneficio de otra), lameculos (m. y f. malson. Persona aduladora y servil) y sanguijuelas (De sanguja. f. coloq. Persona que va poco a poco sacando a alguien el dinero, alhajas y otras cosas). Que parasitan de la caja común vendiendo su dignidad porque no tienen donde ir fuera del partido ni valen para ganarse el sustento como el común de la gente. No es que no valgan, sino que no quieren hincar el lomo.
La culpa de esta situación degradante la tiene, insisto, una ciudadanía en su mayor parte fanatizada, aborregada (adj. Dicho de una persona: Que reúne características atribuidas al borrego, como la mansedumbre o el gregarismo) e indolente (Del lat. indŏlens, -entis ‘insensible’. adj. Que no se afecta o conmueve. Sin.: apático, abúlico, conchudo. / adj. flojo. Sin.: perezoso, vago, haragán, gandul, flojo, acostadote, huevazos, descuidado, negligente, dejado, abandonado, desidioso. / adj. Insensible, que no siente el dolor. Sin.: insensible, impasible, inconmovible, frío).
Una sociedad que se ha perdido el respeto a sí misma, que menosprecia que es de recibo exigir a los que quieran dedicarse a lo público un acervo de honestidad, ejemplaridad, compromiso en lo común y cierto bagaje cultural y laboral. Una nación que ha de ser acérrimamente intolerante con el nepotismo y cualquier otro tipo de corrupción. Porque de lo contrario sufrimos lo que padecemos: una clase dirigente que es, en realidad, una rehala de ineptos, infames, mamporreros, lameculos, sanguijuelas y otra fauna del albañal.


Don Arístides, suelo leer sus artículos y usted suele diagnosticar muy bien la situación de la enseñanza, además con conocimiento de causa.
En esta ocasión el diagnóstico es más global. Estoy, en general, de acuerdo con usted pero disiento en algún punto concreto.
Sí que hay una parte poblacional que vota con las meninges o con el esfinter anal y que no analiza la biografía de los mindungos y mindungas candidatos tal como es preceptivo en las democracias verdaderas (aunque últimamente parece que también adolecen de falta de orientación). Dejando aparte a quienes votan solamente por que el candidato/ta es guapo (¡apañados estamos!).
Quizás se ha dejado usted la etimología latina del término “dimitir”. Palabra en desuso total, tendente, por tal motivo, a desaparecer de nuestro diccionario. No sé si queda alguien en la sociedad española actual que conozca el significado de esta palabra. Latín: “dimittere”. Enviar lejos o despachar son algunas de sus acepciones. En las democracias sanas se dimite. Por vergüenza, por lealtad a sus ideas, por un error cometido, tanto voluntario como involuntario, por ser pillado en falta, por incumplir las promesas hechas, etc.
Pero quizás no haya tanta culpa en la ciudadanía ya que toda ella no es indolente. En este remedo de democracia faltan mecanismos que no se tuvieron en cuenta en la transición. Por ejemplo, si un cacique (no se les puede llamar de otra manera) de comunidad autónoma es votado por descerebrados y mantiene mayorías artificiales, nadie puede echarlo. No hay una entidad superior que tenga las atribuciones de destituirlo. Sí que el partido al que pertenece puede hacer que abandone el poder. Pero hay que darse cuenta que su propio partido, me refiero a todos los casos, lo ha elegido, por connnivencias, chalaneos, caciquismos, enchufismo, nepotismo, etc. no por preparación o valores humanos. El mal parte de las estructuras de los partidos, no del pueblo. A su mindungo lo mantiene un inane, un Pasmado 2.
Lo mismo pasa a nivel general con el gobierno de la Nación. El Jefe del Estado tampoco tiene atribuciones de destitución y se pueden perpetuar en el poder cual democracia bananera. En esto no estoy de acuerdo con usted. Siento decirle que no hay nadie que se salve excepto la Corona.
Porque, la otra palabra que usted se ha olvidado es “destituir”: dejar de sostener, privar de un cargo o posición. También proviene del latín.
Respecto a Dante, si hoy hubiera un “Dante” hispano que escribiera una nueva Divina Comedia, respecto al infierno llenaría 100 tomos sobre todo con políticos, empresarietes, influencers, futbolistas, mindungas, famosetes y famosetas, periodistas, directores y directoras de empresas públicas o semi-públicas (se olvida usted del gran apagón). Todos ellos distribuidos por los siete círculos.
“Dimitir”. “Destituir”. dos verbos ya olvidados.
Saludos.
Tiene usted toda la razón. Reconozco que dimitir y destituir son señales de una democracia sana.
Creí estar leyendo una radiografía política, social y moral de la República Bananera de Costromo, hoy bajo el yugo del tiranuelo Ramón Correlón, Presidente Perpetuo, Eterno y Vitalicio, Generalísimo de Los Macheteros para desgracia de la patria y regocijo de todo canalla de rabo y pezuña.
He leído hace poco el “Ensayo sobre la lucidez” de Saramago: una ciudad entera, capital del Estado, espontáneamente y son ponerse de acuerdo, vota en blanco por abrumadora mayoría. Es una distopia, ciertamente -y digo distopia porque la cosa no acaba bien-, pero en estos momentos a mi se me presenta como una maravillosa utopía. Nos dejan otra opción a los ciudadanos pacíficos y sensatos? Hay un solo individuo en la clase política que haya demostrado que su interés primordial es el bien común? No sería fantástico que la mayoría silenciosa tuviéramos es golpe de lucidez?
Buenas tardes:
Así, en general, yo diría que sí.
Luego, entrando a los matices, citaría a dos personajes de una historia de esas que cuentan Les Luthiers, concretamente a Bernardo y Porfirio cuando coinciden rondando a la misma chamaquita. En Serenata Mariachi uno de ellos, Porfirio, creo, dice aquello de “Pos fíjate que sí pero fíjate que no”.
Y así me quedo yo, sí pero no. Mientras el brochazo gordo, bien. Cuando se va al detalle, y se rasca un poco, no.
Saludos.