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Los filósofos niegan la existencia del azar

Los filósofos niegan la existencia del azar

Y no es una frase cualquiera, viniendo del autor de El misterio del cisne negro, Tetsuya Ayukawa. Bajo este título encontramos una novela ambientada en Japón que se articula como un ingenioso rompecabezas, ambientado en un país que aún mantiene las sombras del pasado cuando apenas hace unos años que ha salido de la guerra.

Volviendo a Ayukawa, su narrador nos dice que los filósofos “afirman que, aunque existen sucesos que parecen fortuitos, atribuirlos a la fortuna es un error que deriva de una deficiente investigación de sus causas”. Quizás por eso una novela que se articula en torno a la muerte del presidente de una empresa textil comienza con el paseo de dos amigas, durante el cual una le propone matrimonio a otra en nombre de un subsecretario de esa misma empresa. O tal vez por eso, en el siguiente capítulo, vemos cómo el hombre que quería casarse con Atsuko desea la muerte del presidente para evitar que cuente un secreto suyo que conoce. Atsuko es, por supuesto, la amiga a la que propusieron matrimonio e hija de un socio de la empresa textil, pero además tiene su propio secreto y está sufriendo un intento de extorsión. Y, si tenemos en cuenta que todo esto aparece en los tres primeros capítulos, no es extraño que el autor sea considerado un gran maestro del género honkaku, caracterizado por la ausencia de trampas a un lector que debería ser capaz de resolver el misterio a la vez que el inspector protagonista, utilizando solo la lógica.

"Una historia para disfrutar desde el desconocimiento, porque aquí lo verdaderamente mortal sería tener una pista demasiado certera antes de empezar a leerlo"

Con estos mimbres y una investigación estancada, aparece en la novela el inspector Onitsura, que, acompañado por su asistente, recorrerá la geografía del país siguiendo al asesino, y demostrando que la tenacidad y la observación son vitales para ir superando las distintas pruebas que conducirán al lector a un final realmente sorprendente, en el que todo encaja de una forma perfecta cuando uno ya conoce la solución, permitiendo de este modo al lector realizar el camino inverso para, ahora sí, ir recogiendo las pistas.

No me avergüenza decir que soy consciente de que se me han escapado pistas —por favor, si alguien sabe qué uso tienen los horarios y planos, que me lo deje indicado en un comentario, porque yo lo he intentado y hasta hoy aún no he sido capaz de descubrirlo—, sin que eso haya empañado una lectura que me ha permitido disfrutar de una novela de misterio diferente, que va especialmente dirigida a quienes buscan ser, más que espectadores privilegiados, partícipes de un rompecabezas en el que las coartadas sirven para mucho más que para descartar sospechosos. Ayukawa incluye en su historia huelgas, peticiones de libertad religiosa que enlazan con la cultura pasada del país, agentes secretos y complicaciones con cruces personales entre directores y empleados y lo adereza con viajes en tren convertidos en paseos de singular belleza en una novela sin trucos que recuerda a los clásicos del misterio. Una historia para disfrutar desde el desconocimiento, porque aquí lo verdaderamente mortal sería tener una pista demasiado certera antes de empezar a leerlo.

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Autor: Tetsuya Ayukawa. Título: El misterio del Cisne Negro. Traducción: Víctor Illera Kanaya. Editorial: Destino. Venta: Todos tus libros.

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