Inicio > Blogs > La contrafaja > El arte de perogrullar

El arte de perogrullar

El arte de perogrullar

Cuando me enteré de que Mariano Rajoy había publicado un libro titulado El arte de gobernar, me dio un alegrón porque es uno de mis escritores favoritos. A la literatura rajoyana me aficioné en el mundial de Catar, cuando Rajoy debutó como columnista deportivo en el diario El Debate. En aquella primera columna (más ancha que larga, porque solo tenía dos párrafos), dijo lo que todos ya sabíamos: que España había ganado a Costa Rica por 7 a 0. A continuación añadió: Habrá quien diga «bueno, Costa Rica es Costa Rica». Sí, pero Arabia Saudí y Japón eran Arabia Saudí y Japón y fueron capaces de ganarle a Argentina y a Alemania. Y cerró con esta advertencia: ¡Cuidado! El próximo es Alemania y Alemania es Alemania. Tras el siguiente partido, que se saldó con un empate a uno, Rajoy se vanaglorió de su clarividencia: Hace unos días, en mi comentario, dije que Alemania es Alemania y creo que Alemania me ha dado la razón.

Hay que pensar en el becario de El Debate al que le tocó transcribir las columnas que le enviaba por teléfono Mariano Rajoy, ese becario firme defensor de las 5W del periodismo, de la comprobación de cualquier información sensible con dos fuentes independientes (como quiere el Washington Post), ese becario que soñaba con ser Woodward o Bernstein y destapar el Watergate. Imaginemos a ese becario en el momento exacto en que transcribe: dije que Alemania es Alemania y creo que Alemania me ha dado la razón. Imaginémoslo a continuación echándose a llorar.

Si os ha conmovido esta escena, solo os diré una cosa: ¡que se joda el becario! Las columnas de Mariano Rajoy son una maldita genialidad porque suponen elevar la perogrullada a categoría literaria, y haciéndolo además de forma divertida. Rajoy no practica, como Ionesco, el humor del absurdo, sino el humor de lo evidente. Es una escritura tan inusitada que no deja de causarnos asombro. A mí, con el columnismo de Rajoy me ocurre lo mismo que con la belleza: que me fascina que exista. Me admira también la ligereza con la que Rajoy escribe. Decía Umbral que para escribir una buena columna hay que sacrificar una noticia, un ensayo y un soneto. A Rajoy, el columnismo no le requiere tanto sacrificio. Para escribir una columna, le basta con sacrificar una columna.

En rigor, el arte columnístico de Mariano Rajoy consiste en desandar el camino de las vanguardias y regresar a la verdad original, pura, tautológica. Hace un siglo, Magritte epató al público al mostrarnos en un cuadro una pipa acompañada de la siguiente frase: Esto no es una pipa. Rajoy, por su parte, le enmienda la plana a Magritte y nos produce una perplejidad mayor, ya que apunta a una realidad (Alemania) y, en vez de ceder a la boutade facilona de negar la evidencia (Alemania no es Alemania), lo que hace es confirmarla (Alemania es Alemania), recurriendo además al argumento de autoridad para corroborar su pensamiento (Alemania me ha dado la razón), pero dejando un espacio a la duda, que es la madre de toda filosofía (creo que Alemania me ha dado la razón), y provocando a su vez otra duda en el lector: “¿Qué es lo que nos está queriendo decir Mariano Rajoy cuando dice que Alemania es Alemania?”. Ya os digo yo lo que nos quiere decir: nada. No nos está diciendo nada. Descartada la influencia de Magritte, solo podemos emparentar el columnismo de Rajoy con la pintura de Malévich, en concreto con el cuadro titulado Blanco sobre blanco.

Una cosa hay que reconocerle al columnismo deportivo de Rajoy, y es que tiene más razón que un santo. Tales escritos solo pueden recabar la conformidad unánime de los lectores. De hecho, sorprende que estas perogrulladas, que no permiten el menor debate, se publiquen precisamente en un medio que se llama El Debate. Deberían haberse publicado en La Razón.

Con razón o sin ella, las columnas de Rajoy son tan extraordinarias que, cuando leí la primera, recé para que no se acabasen antes de tiempo. No siento el menor interés por el fútbol, pero desde aquel día me convertí en el mayor hincha de la Selección. Me pinté en la cara la bandera rojigualda, me compré en los chinos una camiseta de la Roja y una vuvuzela que les quedaba del mundial de Sudáfrica y celebré como un poseso cada victoria en el salón de mi casa. No veáis el bajón que me entró cuando caímos eliminados en octavos. Esa derrota la viví por partida tripe porque suponía quedarme sin la columna de cuartos, sin la de semifinales y sin el broche de oro de la final.

Cuando España ganó el mundial de Sudáfrica, un periodista que retransmitía el partido con Camacho le dijo: “Enhorabuena, José Antonio. Perdiste el mundial como jugador y como seleccionador, y hoy por fin lo has ganado como comentarista”. Yo sueño con un mundial que gane Mariano Rajoy como columnista.

A la espera de ese día triunfal para la literatura española, ha sido una gozosa sorpresa que Mariano Rajoy haya publicado un libro y que lo haya llamado además El arte de gobernar, un título que lo emparenta con grandes clásicos como El arte de amar, de Ovidio, o El arte de la guerra, de Sun Tzu. Para que luego digan que en España no tenemos pensadores de primer orden. 

El arte de gobernar, de Mariano Ovidio Rajoy, se abre con una trilogía prologal. Tenemos un primer prólogo del editor, donde nos advierte de las excepcionales cualidades del autor: Desde la autoridad de la experiencia, la clarividencia de la reflexión, el brillo de la inteligencia y la agudeza de su ingenio, destila perlas lúcidas, concisas y sabias que nos hacen comprender, reflexionar y aprender sobre la imprescindible base humana que cimenta toda ciencia política. Viene después un segundo prólogo de un tal don Benigno Pendás, que tiene nombre de procurador del siglo XIX, y por último hay un prólogo del propio Mariano Rajoy. Al final de este tercer prólogo sucede algo fastidioso, y es que se acaba el fragmento gratuito de Kindle. Te toca entonces comprarte el libro para descubrir las perlas lúcidas, concisas y sabias de Mariano Rajoy sobre el arte de gobernar.

El libro, de tamaño bolsillo, llega con dificultad a las 120 páginas. Teniendo en cuenta que varias de ellas están en blanco, que la letra es bastante grande y que los márgenes se comen casi la mitad, no creo que el texto ocupe más allá de 20 hojas. Han tenido que ponerle tres prólogos para que parezca un libro y no un folleto. Le han puesto también tapa dura para que abulte más y cobrarnos 19,95 eurazos.

Recordemos que Mariano Rajoy (siempre lúcido, conciso y sabio) ha sido diputado autonómico, presidente de la Diputación Provincial de Pontevedra, diputado nacional, ministro de Administraciones Públicas, ministro de Educación y Cultura, ministro de la Presidencia, ministro del Interior, vicepresidente, líder de la oposición y presidente del Gobierno. Ha vivido, por citar solo algunos casos, la lucha antiterrorista, la entrada en el euro, el hundimiento del Prestige, la guerra de Irak, el 11-M, la crisis económica, el procés catalán y el fin del bipartidismo, y ha sido además el único presidente depuesto por una moción de censura. Tras estos 40 años de experiencia política, todo lo que tiene que decirnos Mariano Rajoy sobre el arte de gobernar se reduce a un puñado de paginillas con letra gorda y márgenes gigantescos. Le provocan más locuacidad a Mariano Rajoy los 15 minutos de descanso de un partido de la Selección que toda una legislatura. 

El arte de gobernar se divide en varios apartados, cuyos títulos son: Los aspectos humanos de la política, Requieren nuestra atención, Mirando hacia afuera y Decálogo del buen gobernante. Pensaréis que hay una errata en la frase anterior y que en realidad el primer apartado se titula Los aspectos humanos de la política requieren nuestra atención. Pero no: son dos apartados distintos. Uno es Los aspectos humanos de la política y el otro es Requieren nuestra atención (así, sin más). Luego resulta que los asuntos que requieren nuestra atención son la democracia, el populismo, los partidos políticos, la economía…. Cosas. Líos.

Lo que me gusta de este libro es que se nota que lo ha escrito Mariano Rajoy y no ChatGPT. Ninguna inteligencia artificial titularía un apartado Requieren nuestra atención.

El texto de El arte de gobernar está sin justificar y tampoco se divide ninguna palabra con un guion (para sumar así más líneas). Esto deriva en una longitud irregular de los renglones, lo cual nos sume en la incertidumbre de si las perlas lúcidas, concisas y sabias que componen este libro son fragmentos en prosa o poemas en verso libre (dudo que el propio autor pudiera aclarárnoslo). Estas perlas las escribe Rajoy igual que habla. Al contrario que el burgués gentilhombre de Molière, Rajoy lleva toda la vida hablando en verso libre sin saberlo.

Más allá del aspecto visual del texto, llama la atención la parquedad del estilo. Mariano Rajoy escribe como su maestro Byung-Chul Han: sin conectores. Aquí no aparecen por ningún lado locuciones como sin embargo, por otra parte, en consecuencia, a fin de cuentas… La de Mariano Chul Han es una escritura desnuda, de sujeto y predicado. A veces incluso solo predicado (Requieren nuestra atención).

Veamos a continuación un ejemplo de perla lúcida, concisa y sabia de El arte de gobernar:

No conviene confundir los deseos con los hechos. No suele salir bien.

Espectacular. Veamos otra:

Con los malos, siempre en paralelo. Conviene no coincidir.

Impresionante. Quiero más, por favor.

La corrupción deteriora la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y en sus representantes.

Fénix de los Ingenios. Dame más gasolina.

Las circunstancias en política son demasiado decisivas. No lo olvides ni te disgustes por ello. No tiene solución.

Me estoy poniendo a cien. No pares.

No es verdad que quien calla otorga: quien calla, calla, y nadie puede exigirle que no se calle ni interpretar su silencio.

Y una última perla, que explica por qué este libro es tan corto:

Cuidado con hablar más de la cuenta. 

Tiene tanto cuidado Mariano Rajoy en no hablar más de la cuenta que esta obra nos ilustra sobre los entresijos del poder tanto como sus columnas deportivas sobre la técnica del balompié. Se aprende más de política con una sola página de Juego de tronos que con todo el collar de perlas y los tres prólogos de El arte de gobernar. Bien es verdad que George R. R. Martin es un escritor cojonudo, mientras que Mariano Rajoy es… Bueno, ya os he dicho que Mariano Rajoy es Mariano Rajoy y creo que, con este libro, Mariano Rajoy me ha dado la razón.

4.7/5 (32 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

1 Comentario
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Pirandelliano
Pirandelliano
24 ddís hace

Magnífico!