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Un poco de orden en el caos

Un poco de orden en el caos

¿Hasta cuándo le debemos fidelidad a una persona a la que hemos amado pero que ya está muerta, desaparecida para siempre? ¿Traicionamos su recuerdo cuando decidimos darle una nueva oportunidad a nuestra vida con otra mujer?

La novela que nos presenta Miguel Dalmau lleva consigo la vitola de haber obtenido el Premio Internacional “Ciudad de Barbastro”, con un jurado en el que figuraban, entre otros, los escritores aragoneses Manuel Vilas e Ignacio Martínez de Pisón, lo que supone toda una garantía.

Y no es menos cierto que Dalmau entrega al lector un producto muy depurado, una novela policiaca un tanto particular, que huye de los conocidos clichés del género, en donde hay diversos componentes que contribuyen a darle mayor brillo si cabe.

"Termina fascinado por ese lugar paradisiaco, un poco aislado del resto del mundo, con lo que su percepción de la condición humana cambia por completo"

Su protagonista, Julio Denis, un arquitecto aún joven y atractivo, con pinta de señorito madrileño, viaja hasta el entorno de Doñana con el fin de arrojar las cenizas de Berta, su esposa recién fallecida. Mientras se decide —la presencia constante de la arqueta con las cenizas, así como el retrato de la muerta, parecen vigilar desde el Más Allá todos los actos de Denis— se convierte en testigo de un presunto asesinato, en cuya investigación terminará por implicarse más de lo conveniente al tratarse de una muerta con un apellido ilustre, de mucho abolengo, en la zona: Lucía Venegas de Terry.

Las fases por las que pasa Denis, que se enfrentará a un tosco y resentido comisario de policía a punto de jubilarse, y que terminará por embarcarse en un nuevo romance, sirven para que, poco a poco, acuciado por todo el revuelo que ha provocado la aparición de un cadáver en las tranquilas aguas de la desembocadura del Guadalquivir, se pueda dar cuenta de que, hasta entonces, no ha hecho sino vivir en el interior de una burbuja, limitándose a construir casas lujosas para otros señoritos como él.

La llegada al Sur más profundo, en donde aún es posible distinguir entre las diferentes clases sociales, que van desde las sirvientas, los camareros y los humildes pescadores hasta las marquesas con olor a naftalina, cargadas de joyas y borrachas de nostalgia, transforma profundamente al personaje, que termina fascinado por ese lugar paradisiaco, un poco aislado del resto del mundo, con lo que su percepción de la condición humana cambia por completo.

"Entre algunos de los personajes existe una misteriosa e inesperada relación que, hasta entonces había resultado secreta, lo que sirve para incrementar el interés y la emoción de quienes se acerquen a estas páginas"

El esquema estructural de la novela, es decir, su esqueleto interno, no tiene nada de novedoso: se atiene a unas reglas clásicas que el autor, imbuido en su trabajo —con el que parece haber disfrutado mucho— cumple a rajatabla. No es, desde luego, la mejor novela negra del mundo —¿y qué novela lo es?—, pero el resultado es más que aceptable, incluso brillante en algunas de sus fases. El autor peca, en ocasiones, de ingenuo, como si fuera nuevo en el oficio, cuando, por ejemplo, algunas expresiones en italiano, fácilmente comprensibles y reconocibles, le llevan a plasmar una nota a pie de página: “Ciao/Adiós”, “Amo la vita” /” Amo la vida”; o con la inclusión de frases un tanto facilonas y pueriles —“Las cosas de la vida eran más fáciles, pero también más difíciles”— que podía haberse ahorrado y dejarlas en el limbo del tintero. Pero ya se sabe que hasta el mejor escribano es capaz de hacer algún borrón de vez en cuando.

Hay, en el lado positivo —en el “haber”, que diría mi admirado Santos Sanz Villanueva—, dos elementos que le otorgan una gran fuerza, un enorme vigor y consistencia a la novela: de un lado, esa media docena de personajes muy bien perfilados, y de los luego se hablará, y, por otra parte, ese ambiente, entre agobiante y edénico, del Sur, junto al coto de Doñana y sus alrededores, con pequeños bares y tabernas en donde la gente trata de arreglar el mundo, que adensa la atmósfera en esta incesante búsqueda no tanto de un asesino, cuanto de la verdad que fluye en el fondo de los seres humanos, a los que jamás terminaremos de conocer del todo.

"El misterio del que se rodea Larios hace pensar a sus mal pensados paisanos que se trata de un homosexual reservado que no ha terminado de salir del armario"

Entre algunos de los personajes existe una misteriosa e inesperada relación que, hasta entonces había resultado secreta, lo que sirve para incrementar el interés y la emoción de quienes se acerquen a estas páginas. Sobre la marcha vamos descubriendo la verdad que cada uno de ellos esconde, sin que sepamos distinguir del todo quiénes son los buenos y quiénes los malos. La Loli, desde su condición humilde, mujer de un pescador al que cree ahogado, pero que se perdió en su día no entre las olas, sino entre los brazos de otra mujer, es quien más destaca en el lado de los modestos. Y no pasan inadvertidos otros personajes, como el comisario Marchena, admirador del teniente Colombo, atormentado por no haber podido descubrir aún al asesino de su propia hija, y la enigmática fotógrafa italiana Carla Fantoni, “la Maga”, con sus más que probables reminiscencias cortazarianas, que, con sus artes y su atractivo físico, hace que remonte el vuelo Julio Denis.

Sin embargo, el personaje más rutilante de la novela —mucho más que el propio protagonista, Julio Denis— es Larios, el cronista de Sanlúcar, que arrastra, desde su infancia, un profundo trauma que terminará por desvelarse porque es decisivo en la resolución del “caso”. El misterio del que se rodea Larios hace pensar a sus mal pensados paisanos que se trata de un homosexual reservado que no ha terminado de salir del armario. Larios, que conversa a menudo con Denis, al que le transmite sus inquietudes internas y también una especie de don apacible que templa sus nervios, termina por enloquecer ante un amor imposible que tiene como protagonista a una vieja marquesa por la que hubiera su alma y esa vida que ahora ahoga en alcohol, con el consuelo de contemplar las hermosas puestas de sol sobre las aguas. Dalmau sabe mover las piezas que pone sobre el tablero. Sabe mantenerlas en equilibrio para que no desentonen.

"Dalmau conoce a la perfección el espacio por el que se mueven sus personajes. Se aprecia al vuelo que ha pateado esos paisajes, que los ha visto con sus propios ojos, sin que falte una pizca de imaginación"

El espacio en donde transcurre la acción adquiere gran relevancia. Miguel Dalmau, sabedor de esta circunstancia, procura mandar constantes mensajes para que se sepa con claridad que de un paisaje así nadie sale indemne, porque la belleza también puede ser cruel. Es evidente el simbolismo que adquiere el río Guadalquivir, de igual modo que lo fue en su día ese Jarama que describió Sánchez Ferlosio en su excelente novela, que marcó toda una época, aunque ande ahora un poco olvidada. Un río intenso, hondo, repleto de melancolía, que representa “la corriente de la vida, un gran reloj cósmico que marcaba la existencia de su gente desde la mañana a la noche, desde la cuna hasta la muerte”. Aquí nada sucede al azar. Sólo basta que una mano diestra ponga un poco de orden en el caos.

Es obvio que Dalmau conoce a la perfección el espacio por el que se mueven sus personajes. Se aprecia al vuelo que ha pateado esos paisajes, que los ha visto con sus propios ojos, sin que falte una pizca de imaginación. Tanto es así que, de hecho, su novela está firmada en Sanlúcar de Barrameda, entre enero de 2019 y agosto de 2024.

Finalmente, resulta curioso que el autor de este relato haya aprovechado la ocasión para rendir un homenaje al mundo de la cultura —el cine, la pintura y, sobre todo, la literatura— empleando títulos —“El aire de un crimen”, “Tatuaje”, “Volver”, “El grito”, etc.— de conocidas obras al inicio de cada capítulo, y también, deliberadamente, en la novela misma, que nos recuerda al de Las cenizas de Ángela, el libro de Frank McCourt de 1966, con el que este autor irlandés consiguió, además de millones de lectores, el Premio Pulitzer.

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Autor: Miguel Dalmau. Título: Las cenizas de Berta. Editorial: Galaxia Gutenberg. Venta: Todos tus libros.

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