Tras ocho años de silencio poético, Anne Carson (Toronto, Canadá, 1950) regresa con Norma enrevesada (Vaso Roto Ediciones, 2025), traducido con rigor por Jeannette L. Clariond, en una edición fiel al complicado original diseñado a mano por la propia Carson.
La autora advierte en la contraportada que eligió el título (Wrong Norma en el original) porque «los textos no se relacionan entre sí». Esta afirmación, que parece una declaración de intenciones, nos adentra en una obra que, a primera vista, se presenta como un conjunto de fragmentos.
La primera impresión, efectivamente, es la de una colección dispersa, con un grado de fragmentación que no llega al de Float, su anterior poemario, donde los textos se presentaban en cuadernillos sueltos, invitando al lector a recomponer el todo a su antojo. En Norma enrevesada los textos saltan de Flaubert a Homero, de la nieve a Guantánamo, de la natación a Conrad, de Virginia Woolf a reflexiones sobre la propia escritura. Sin embargo, quienes conocemos la obra de Carson sabemos que cualquier declaración suya, como la de la contracubierta, forma parte de la obra literaria, y está sujeta a una de sus estrategias más recurrentes: la ironía y el juego como métodos de composición y de comunicación.
En Norma enrevesada encontramos todos los elementos que han caracterizado su poética: la inclusión de personajes de la antigüedad —incluidos los mitológicos—, el uso del collage como principio compositivo, la fusión de planos históricos con asociaciones inesperadas, la traducción como forma de creación, la erudición clásica aplicada a la vida diaria actual y un sentido del humor que actúa como contrapunto crítico. Estos elementos no son meramente formales; constituyen una epistemología y una manera particular de entender cómo se construye el conocimiento y cómo se experimenta la realidad.
Desde Autobiografía en rojo, Carson ha explorado las posibilidades de lo que podríamos llamar una «autobiografía oblicua», donde el yo se construye a través de la mediación de otros textos, voces y épocas. En libros como La belleza del marido, Si no, el invierno o Eros dulce y amargo, la poeta ha abordado temas universales como las relaciones de pareja, el deseo y el dolor, desde una perspectiva esencialmente individual que, en Norma enrevesada, se expande hacia lo colectivo.
Sin embargo, y contra lo que expresa Carson en la contraportada, Norma enrevesada revela una dimensión social que apenas encontramos en sus obras anteriores y que aquí se presenta de forma frontal y sostenida en no pocos poemas. No se trata de una poesía panfletaria —Carson está demasiado alejada de cualquier forma de didactismo— sino de una sensibilidad política que emerge a través de la yuxtaposición y el contraste, métodos que recuerdan tanto a la poética fragmentaria de Pound o Ashbery como a la estética del montaje cinematográfico de Eisenstein. En bastantes textos, la canadiense captura el sufrimiento humano, la injusticia y la explotación. En obras anteriores, los elementos políticos aparecían, pero enmascarados en mitos y alegorías, centrados en el feminismo, la guerra y el poder. Aquí lo hacen de manera directa.
En el primer poema del libro, “1=1”, la experiencia individual de nadar en un lago se transforma en algo más complejo cuando la protagonista recuerda las fotos de un tren atestado de refugiados de guerra en Europa y describe más adelante «una patera improvisada de plástico tan llena que sus ocupantes… se escurren por las bordas». Esta técnica de asociación, que podríamos relacionar con la corriente de conciencia, pero también con la poética de la interrupción benjaminiana, permite que lo político emerja no como discurso sino como experiencia.
La recurrencia de temas políticos la observamos en otros poemas a lo largo del volumen. “Canción de Clive” introduce la figura de un abogado cuyos clientes están condenados en Guantánamo, mientras que en “Conferencia sobre la historia de la escritura aérea” —un poema brillante e inclasificable— encontramos una observación descarnada sobre la guerra contemporánea: «en el siglo XXI un soldado en Nevada puede pulsar un botón e incinerar a cinco personas en Pakistán». La distancia física y la inmediatez tecnológica se conjugan aquí para crear una imagen que condensa toda la perversidad del poder militar moderno evocando las reflexiones de Paul Virilio sobre la velocidad y la guerra. En “Pobreza Remix (Sextina)”, Carson despliega todo su arsenal sarcástico: «Os prohibimos que “en nombre de Dios” pidáis pan». La forma de la sextina se convierte en vehículo para una denuncia social que culmina con esta reflexión: «¿Por qué existe la pobreza? Porque existe la mezquindad». Las últimas líneas del poema alcanzan una precisión brutal en su diagnóstico del presente: «Si una persona visiblemente pobre o sin hogar corriera por la calle, se supondría que ha robado algo y la policía podría dispararle por la espalda».
La clave de esta ampliación de la sensibilidad carsoniana —del dolor individual hacia el dolor colectivo y social— puede encontrarse en el poema “Eddy”, donde leemos: «Entonces dame el método Eddy. ¿Para sonetos? No hay sonetos en mí. No sonetos, me refiero al mundo, a la maldad, a tu trabajo diario, a la sangre en las paredes, a la gente devastada, ¿cómo te las arreglas con eso?». Esta interrogación conecta con un problema central de la poesía contemporánea: ¿cómo escribir después de Auschwitz, después de Hiroshima, después de Guantánamo? La respuesta de Carson no pasa por el abandono de la forma —como podría sugerir la negación del soneto— sino por la búsqueda de nuevas articulaciones formales capaces de contener la complejidad del horror contemporáneo.
El movimiento hacia lo colectivo se acompaña de una reflexión sobre los límites del yo poético: «lo sublime es perforado por el egoísmo, por el pico pequeño, duro y embelesado de mi yo que exige ser yo». Esta autocrítica del solipsismo poético halla su resolución en una afirmación ética fundamental: «Nadie puede contar una historia sin creer en la realidad de los demás». Se trata de una poética de la alteridad con ecos de Emmanuel Levinas.
Por supuesto, Carson es una escritora extraordinariamente rica, y Norma enrevesada trata otros temas, entre los que destaca la escritura misma, como en “Una velada con Joseph Conrad”. En “Flaubert de nuevo” explora el sueño imposible de todo escritor: crear un nuevo tipo de novela, que rompa con las convenciones heredadas. Las claves que nos ofrece resultan programáticas: «tendría que cortar, cortar varias cosas —la trama, la secuencia, el placer que el lector obtiene de respuestas ocultas, la premeditación de éstas. Abolirlas, no sólo renunciar a ellas». Esta poética de la sustracción se explora en Nieve, donde se reflexiona sobre la naturaleza indomable del lenguaje: «las palabras pueden escurrirse oblicuas, mudas y locas; piensas que son herramientas, o juguetes, o domesticables, y de pronto calcinan tu ropa…». En “Thret” encontramos reflexiones más directas sobre el proceso creativo: «Muy grave, hospital, debe proceder de inmediato. ¿Él? ¿Tú? No hay, hasta el momento, escaleras que suban cuando percibes la segunda persona separada de la tercera dentro de ti…». La fragmentación de la voz poética en múltiples personas refleja no solo una técnica compositiva sino una concepción del sujeto como entidad múltiple y dispersa.
Otro de los temas con los que Carson juega es la idea de equivocación, wrong, presente en el título. En el poema “Una velada con Joseph Conrad” el protagonista dice que «sólo podemos llamar historia a aquello que ha salido mal». El uso continuado de esta palabra se da a lo largo de todo el volumen y no siempre tiene una connotación negativa, sino más bien de bisagra, de algo que permite una apertura.
Además de los poemas en prosa que constituyen el cuerpo principal del volumen, Carson intercala pequeñas notas mecanografiadas, muchas de las cuales aparecen difuminadas en un estilo facsímil que subraya la materialidad del proceso de escritura. Hacia el final, estas notas aparecen dentro de ilustraciones realizadas por la propia autora, convirtiendo el libro en un objeto híbrido, en la línea de los libros-arte de Johanna Drucker. Algunos textos se repiten a modo de leitmotiv: «¿cómo mantienes la moral durante un proyecto largo?», «¿cuál es tu filosofía del tiempo?». Las respuestas, presentadas en formato de collage, van desde lo profundo hasta lo trivial, estableciendo un contrapunto irónico característico del humor de la autora.
Norma enrevesada funciona como una especie de arte poética dispersa, un manual de instrucciones para una escritura que se niega a ser domesticada. En él, Carson sintetiza lo mejor de su estilo —esa capacidad única para hacer dialogar la erudición clásica con la experiencia contemporánea, la reflexión filosófica con la observación cotidiana— mientras explora nuevos territorios temáticos.
El libro vuelve a confirmar a Carson como una de las voces más singulares de la poesía contemporánea, capaz de crear un lenguaje propio que trasciende las fronteras nacionales y genéricas. Su Norma enrevesada no es tanto una ausencia de norma como una norma diferente, basada en la asociación, el montaje conceptual y la constante interrogación de los límites entre lo individual y lo colectivo.
En un momento en que la poesía se debate entre el refugio en lo privado y el compromiso directo con lo político, Carson propone una vía alternativa: una poesía que es política precisamente porque se niega a serlo de manera plana, que alcanza lo universal a través de lo particular y colectivo. Norma enrevesada es, en última instancia, un libro sobre las posibilidades del lenguaje poético en el siglo XXI y sobre su capacidad para dar cuenta de un mundo fragmentado sin renunciar a la búsqueda de sentido.
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Autor: Anne Carson. Traducción: Jeannette L. Clariond. Título: Norma enrevesada. Editorial: Vaso Roto. Venta: Todos tus libros.


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