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Antonio Moresco: «Estamos dominados por las mentiras»

Antonio Moresco: «Estamos dominados por las mentiras»

Más que literatura es un enigma. Su nombre es Antonio Moresco y pertenece a esa tropa de autores que irrumpen en la literatura con el ingenio de una prosa inaudita y el eco de una leyenda propia. Enjuto, de mirada viva, ojos tapizados de un azul claro, el pelo canoso, el escritor se desenvuelve en la serenidad de las vidas que han encontrado calma. La palabra «novelista» es una horma que apenas encaja en las dimensiones de su figura. Ha pasado por aprendizajes extremos. Pasó un seminario, militó en un batallador anarquismo y desembocó, por azar o por destino, en la literatura.

Bien mirado, con apropiada distancia y objetividad, más que una evolución biográfica lo suyo ha sido un recorrido por los distintos discursos que maneja la palabra: la que se usa en la religión, la que se emplea en la militancia y la que se utiliza para contar el mundo. Del silencio de los conventos, al altavoz de la política y al grito contenido de la letra escrita. Eso es su obra, esa es su vida, también. En España arranca su presencia con un primer volumen de una trilogía consagrada a su experiencia vivencial. Un torrente literario que, se advierte para que nadie se llame a equivocaciones, no dejará indiferente a nadie. Unos la amarán, otros quedarán perplejos, habrá algunos que no comprenderán y, por supuesto, habrá quienes la odiarán.

El autor ha desafiado las convenciones populares de la narrativa más extendida para rematar un artefacto de complejas conexiones que tiene más que ver con un artista impresionista que con un novelista decimonónico. Esto es Los comienzos (Impedimenta), una hebra de talento que le ha costado pergeñar treinta años de escritura y multitud de rechazos literarios. Hoy es una estrella en Italia. Para algunos, el mejor escritor italiano. Pero él disiente. Él es un alma de más consecuentes y lógicas modestias.

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—Con estos libros ha pasado de la indiferencia al triunfo.

"Tú puedes intentar romper la pereza de algunos críticos o lectores porque están acostumbrados, pero otros solo reciben autores que usan una manera de escribir clásica"

—En Italia hubo mucho debate y opiniones contrarias alrededor de Los comienzos. Algunos lectores lo han amado y han hablado como si fuera extraordinario, muy importante, casi como si fuera una obra maestra. En cambio, otros lo han criticado, le han pegado duro, le han dedicado palabras tremendas. El libro no describe la apariencia del mundo. Los que lo han criticado es porque no estaban acostumbrados a una escritura que trata de ir más allá del espejo, que intenta ahondar en lo que hay detrás de la superficie, en las profundidades. Muchos no están acostumbrados a este tipo de escritura, que, reconozco, es muy particular y que tiene una perspectiva distinta. Por eso hubo personas que se entusiasmaron y otros que se enfadaron porque no lo entendieron o no pueden llegar a entenderlo. Nosotros estamos acostumbrados a unas maneras. Tú puedes intentar romper la pereza de algunos críticos o lectores porque están acostumbrados, pero otros solo reciben autores que usan una manera de escribir clásica. Y esta es diferente.

—El hombre es conservador.

—Absolutamente. Kafka decía que un libro tiene que ser como un hacha que rompe la mar de hielo que tenemos dentro de nosotros. El arte tiene que hacerte ver el mundo de una forma nueva, no como estás habituado a verla, que te lleve a percibir el mundo como nunca lo habías visto antes.

—Es un subversivo.

—(Risas). Me temo que desde este punto de vista sí, soy algo subversivo.

—Es un libro sobre la palabra.

"Este es un libro sobre la experiencia de la vida. No es exactamente una autobiografía porque he reinventado muchos hechos"

—Este es un libro sobre la experiencia de la vida. No es exactamente una autobiografía, porque he reinventado muchos hechos, pero sí es cierto que contiene parte de una vida y de su transcurso por ella, de mis propias experiencias. En realidad se cuenta esto como si fueran tres vidas diferentes, aunque sean de una misma persona, pero no explico cómo y por qué este mismo personaje pasa de ser seminarista a activista político y luego escritor. Lo he eliminado. Comprendo que para cualquier otro escritor este es el tema central. En lo que se concentraría. Aquí, no. Siempre he pensado que si hubiera dado esta explicación, en estos tres pasajes, que son como tres fases diferentes, la historia se habría venido abajo y enmarcado dentro de esa explicación, y no quería eso. Mire, nosotros mismos, todos, usted, yo, los demás, muchas veces no sabemos por qué hacemos determinas cosas. Pasamos por lugares diferentes y fases distintas, pero sin conocer por qué o qué fuerza nos ha arrastrado. Nadie que me viera como seminarista diría que en un tiempo sería militante político. Pensaría: «Estás loco, no es posible, no lo veo». Sin embargo, pasó. Es un misterio y lo he querido dejar tal cual en el libro.

—¿Y la palabra?

—En la primera parte el protagonista no habla. Todo está dentro. Es un silencio. En la primera parte no habla hasta el final. Es una sección que es muy interior. La voz del protagonista está muy dentro de él. No hay dialogo a través el mundo. El mundo está descrito a través de la mirada, no a través de los diálogos. En la segunda parte, en cambio, habla mucho. Hace discursos. En la tercera hay un equilibro entre los opuestos. Pero en la segunda parte cuento cómo sube a un palco para hablar, cómo usa cola para pegar los carteles, explica las acciones que hace y cómo se dirige a la gente en las plazas, pero no dice nunca el contenido de los discursos, porque me parece banal, un lugar común. Solo se detiene en lo que ocurre cuando describe esas acciones. La escritura en las tres partes se amolda a ellas. En la primera es muy larga, en la segunda más ágil y dinámica, y en la tercera más reflexiva. En realidad son tres novelas dentro de una, y cada una tiene un comienzo diferente, pero acaban fundiéndose en una sola.

—Militancia política…

"El asunto era romper este espejo, ir detrás de la realidad a través de la palabra y la escritura"

—El protagonista se ha lanzado a esta aventura porque tenía muchos sueños e ilusiones de cambiar o mejorar el mundo. O los tenía. Pensaba que quizá habría sido posible con un trabajo de ingeniería social, aunque ese cambio, se da cuenta, solo afectaría a la punta del iceberg. Si cambias la punta del iceberg, bien, puedes hacerlo, pero por debajo queda lo demás. La base. Y eso es imposible de modificar. Sabes que vas a una derrota. La realidad es que no se puede cambiar el mundo, solo la superficie… No podía hacer lo que quería hacer, y me di cuenta entonces de que mi camino era otro. El asunto era romper este espejo, ir detrás de la realidad a través de la palabra y la escritura.

—¿Cómo ve hoy el mundo?

—A lo mejor ahora no están estas ilusiones y los deseos de cambiar algo en el mundo, porque todo está aplastado por una única visión de las cosas. Ya no nos queda la ilusión de modificar las cosas. Es muy grave, porque la especie humana nos enfrentamos a varios riesgos. De frente, por mencionar un asunto, a la propia supervivencia de nuestra especie por el cambio climático, pero también podemos fijarnos en los temas sociales. Ahora, justamente, es más necesario que antes volver a pensar las cosas y recobrar las ilusiones, pero no las veo. Es muy peligrosa esta falta de ilusión para mejorar la sociedad. Es muy peligroso porque la apatía de esta época nuestra la presenciamos con anterioridad en la historia, con el nazismo, antes de la Segunda Guerra Mundial. Entonces tampoco hubo muchas ganas de enfrentarse a esa época. Es algo cíclico.

—Los viejos fantasmas del continente han vuelto a resurgir.

—Pero pasado muy poco tiempo. ¿Cómo es posible que este demonio tan grave haya regresado? La realidad es que está volviendo y uno se queda casi sin palabras, porque es algo que no se explica, debido al pequeño margen de tiempo que ha transcurrido. Los últimos testigos de lo que ocurrió durante la Shoa y los campos de concentración todavía están vivos. La pregunta que me hago es qué pasará cuando estas personas mueran. Porque ya solo quedan los últimos testigos de este acontecimiento… Hay que preguntarse por ese momento, cuando no nos queden estos últimos testigos.

—¿Pesimista?

"Ahora hay miedo a la libertad y también existe una necesidad de esclavitud, Muchas personas necesitan ser esclavas de algo"

—Lo único que ya cuenta en la vida es la riqueza. Lo demás no importa. Solo la riqueza, y además, y esto es relevante, no importa cómo te has hecho rico. Con que lo seas, ya está. Eso es lo fundamental. Ahora hay miedo a la libertad y también existe una necesidad de esclavitud, Muchas personas necesitan ser esclavas de algo. Es entendible, porque es más sencillo. Ser libre es muy complicado, pero tiene que pasar algo para que esta dinámica cambie. Por eso creo que la única fisura, el único territorio no controlado es el arte, es la escritura, porque muchos piensan que no cuenta mucho, que no tiene peso… y no lo controlan. La escritura puede romper esa dinámica. Este es el acto revolucionario que todavía nos queda.

—Confía en la palabra.

—Hoy estamos dominados por las mentiras, porque las palabras también pueden ser usadas de otro modo, no solo para decir la verdad, sino también la mentira. Hoy vivimos en esa situación, pero si leemos a los escritores clásicos del pasado, todavía siguen diciéndonos la verdad. Con las palabras se puede decir. Pero hay que escucharlas. Yo trato de contar lo que sé con las mías.

—¿Se sufre con la escritura?

"Se sufre mucho escribiendo, sobre todo cuando eres rechazado por muchos editores"

—Se sufre mucho escribiendo, sobre todo cuando eres rechazado por muchos editores. Pero cuando estás luchando, aunque sufras, también existe cierta felicidad, porque continúas en la batalla, porque sientes que sigues vivo. No podía imaginar que mis obras fueran a ser publicadas y que tendrían tanto éxito como han tenido, pero evidentemente siempre hubo una fuerza en mi interior, siempre he tenido esa potencia de la ilusión que no ha cejado, aunque me rompiera la cabeza contra un muro. Siempre he peleado. Constantemente.

—Se siente vivo luchando.

—Soy un luchador. Soy un combatiente. Ahora un luchador de la literatura, un combatiente de la palabra escrita.

—Ha pasado de ser rechazado a ser considerado un genio.

—(Risas). Pero me da igual. Soy muy solitario. No soy demasiado mundano. No tengo apenas amistades en el mundo cultural y editorial italiano, pero cuando voy a los festivales de literatura y hablo de mis obras, los lectores lo agradecen y leen mis libros. La verdad, me deslumbra, porque no estoy en contacto con tanta gente. Me parece un regalo maravilloso. Yo estoy tan acostumbrado a vivir bajo la tierra para intentar ser escritor que me fascina que los lectores agradezcan mi obra. Es muy bonito y siempre les doy las gracias. Aunque tenga cierta edad no me he pasado, y esto me indica que todavía tengo más flechas para mi arco, que todavía tengo mucho que decir.

—Sobre todo ahora que, como indica antes, estamos en un momento crítico.

"Si estás con la espalda contra la pared, si no puedes retroceder ni ir hacia atrás, solo te queda ir hacia adelante"

—A los treinta años, después de todas mis luchas políticas por toda Italia, volví a Milán. Estaba malísimo. A nivel mental. Era como una persona rota. Dos personas. Ya no veía nada enfrente. Las ilusiones habían muerto en mí. Estaba en el momento más oscuro de mi vida, pero pude ver la luz, un recorrido, que fue la escritura. Esto me enseñó una cosa. Si estás con la espalda contra la pared, si no puedes retroceder ni ir hacia atrás, solo te queda ir hacia adelante. Cuando no tienes elecciones, la mejor condición para un escritor es dar todo lo que tiene y hacer lo que tiene que hacer.

—Mereció la pena la política.

—Leopardi lo comentó: los hombres no pueden vivir sin ilusiones. Esa es la respuesta.

—Hay que cambiar la literatura para poder contar este mundo.

—Cuando las palabras se han desgastado se han usado siempre con la misma voz y el mismo tono, y nuestra obligación es encontrar un punto de ruptura para llegar de nuevo al corazón y la mente de los lectores. Quizá convenga de vez en cuando quitar a los lectores la tierra que tiene debajo de los pies, para que sientan de nuevo, porque en ocasiones algunos ya no sienten nada y ya no escuchan.

—No se escucha hoy.

—Por eso el protagonista decide no hablar. Hay mucho ruido. Por eso este personaje toma la determinación de no hablar más. Queda en silencio. Luego verá una luz, pero si él no hubiera sido estado en esta oscuridad absoluta de la palabra, no habría podido verla, como no vemos las estrellas, porque las ciudades están demasiado iluminadas. La oscuridad y el silencio, al contrario de lo que se diga, son dos elementos muy buenos, y a veces hay momentos en la vida en que deberíamos quedarnos en silencio o entrar en la oscuridad para escuchar y ver.

—Silencio y oscuridad. Esto no es muy popular, la verdad.

"Kafka, Cervantes u Homero. Estos autores han escrito hace muchos años, pero sus voces me siguen interpelando y perturbando"

—En mi momento de silencio y oscuridad he encontrado a mis escritores, los que son mis hermanos. Muchos de estos escritores son de siglos anteriores, pero siempre me he sentido muy cerca de ellos. Esta la fuerza de la literatura que va más allá del tiempo y el espacio. Me han llegado palabras de autores que superan esas dimensiones para alcanzarme. Kafka, Cervantes u Homero. Estos autores han escrito hace muchos años, pero sus voces me siguen interpelando y perturbando. La literatura, se dice, es la más pobre de las artes, porque si eres un pintor necesitas un lienzo, pero para escribir lo puedes hacer en un baño y con cualquier papel. Un boli. Con poco una persona escribe. Esto hace que también sea un arte que no se pueda sujetar o dominar o controlar. Me parece fascinante que hayan existido personas que no hayan tenido que pedir permiso a nadie para escribir. Y de esa manera puedes alcanzar la cima más alta. Si quiero escribir, me siento y puedo escribir contra todo el mundo. Y sin la autorización de nadie. Simplemente, lo puedes hacer o no. Para mí eso es increíble. Es libertad.

—¿Debemos intentar recuperar este papel disruptivo de la literatura, hoy casi un mero entretenimiento, en el mundo?

—La literatura no tiene por qué ser solo un juego terminal, un ejercicio de autocanibalismo, puro entretenimiento a la espera de la muerte, sino que también puede ser aventura, prefiguración, invención, profecía. Actualmente, a menudo se les dice a los escritores: «Volad bajo, porque si no, los lectores no os seguirán, porque los lectores también quieren volar bajo». Yo no sé si será verdad. A lo mejor a los lectores también les apetecería volar alto, a lo mejor necesitan que se mantenga abierta la posibilidad de volar alto, de que alguien los arrolle, los rapte y los alce en vuelo.

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Ricarrob
Ricarrob
10 meses hace

Quizás los hombres siempre, han tenido la necesidad de ser esclavos de algo o de alguien. Lo único que hoy cambia es que es la época donde más se habla de libertad. La palabrita está permanentemente en la boca de mucha gente. ¡Libertad, libertad!, gritan, mirando inmediatamente al móvil…

Curiosa entrevista, muy interesante en la que cuesta catalogar a este escritor. Quizás es un buen observador itinerante. Buscaré el libro. En las palabras escritas se vuelca mejor la personalidad.