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Antonio Prieto: «Los años dan sabiduría, sobre todo si uno se ha cultivado leyendo y estudiando»

Antonio Prieto: «Los años dan sabiduría, sobre todo si uno se ha cultivado leyendo y estudiando»

Me reciben el escritor y profesor Antonio Prieto y su mujer, Pilar Palomo, también catedrática de Literatura Española, en su casa de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Es un matrimonio de sabios, lleno de vitalidad, que consigue que el tiempo pase, como acostumbra, pero que lo haga apasionante y enriquecedor, sin sentirlo.

Pilar Palomo, que hace no mucho publicó un muy interesante Unamuno, ante el silencio de Dios, en la Fundación Gerardo Diego, me contará no pocos detalles de la vida y la obra de su marido, que tiene ya más de 90 años, pero que sigue experimentando, viviendo íntimamente, como diría él, el pálpito de la palabra, la emoción de la literatura. Y lo hace de tal modo, lo ha hecho siempre de tal manera, que esa forma de vivir la literatura ha resultado de lo más transferible para un gran número de estudiantes y lectores.

Prieto fue catedrático en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid durante muchos años.

Su última obra publicada es Los persas (Tragedia), Premio Internacional “Esquilo” de Teatro 2019 (Sial Pigmalión y Fundación Universitaria Española), que paradójicamente lo escribió al principio de su carrera, en 1955, el mismo año en que publicó Tres pisadas de hombre, su primera novela y Premio Planeta.

Pienso que todos los que se sientan atraídos por las letras de Antonio Prieto tienen que asomarse a esta tragedia, porque contiene claves importantes del autor que entonces empezaba, como en un embrión. A mí me enseñaron en su casa el mecanoscrito, pasado a máquina por el propio escritor, que sabía mecanografía.

En 2017 la Fundación Universitaria Española publicó su novela La fractura de un mito, que recuerda a otros libros suyos por su buena prosa y por la utilización de la cultura, de la literatura y de la Historia para realizar una nueva creación literaria.

Prieto me da un ejemplar de la tesis doctoral de Lourdes Bravo Sánchez, La novela histórica de Antonio Prieto, publicada también por la Fundación Universitaria Española, un libro que sé que los lectores y admiradores de Prieto disfrutarán grandemente.

Para realizar esta entrevista, para documentarme, hablé con María Ángeles Coloma, que fue secretaria de Antonio Prieto mucho tiempo, y con J. Ignacio Díez Fernández, a quien le dirigió su tesis doctoral Prieto y que hoy es catedrático de Literatura Española. María Ángeles Coloma llamó la atención sobre cómo los manuscritos de Prieto se publicaban prácticamente sin correcciones, según salían de su puño y letra. El profesor J. Ignacio Díez señaló cómo a su juicio la novela El embajador, sobre la vida del poeta Diego Hurtado de Mendoza, fue un hito en la obra literaria de Prieto.

Les estoy muy agradecido a estas dos personas, así como a Pilar Palomo por sus comentarios.

Después de esta entrada, y en un despacho rodeado de libros antiguos y modernos, muchos de ellos joyas bibliográficas, comenzamos la conversación.

*****

—¿Los años dan sabiduría?

—Sí, sobre todo si uno se ha cultivado leyendo y estudiando.

—¿Qué aporta la vejez?

—Aporta serenidad, pero también da frustración, al comprobar que no puedes hacer cosas que antes podías hacer.

—¿Qué le recomendaría a un joven que quisiera ser escritor?

—Que leyera.

—Estuvo trabajando 55 años en la editorial Planeta.

"Yo tenía que leer un libro diario para recomendar o no su publicación"

—Sí, y no me debería haber jubilado de ella, porque estaba muy a gusto allí. Yo tenía que leer un libro diario para recomendar o no su publicación.

—También formó parte del jurado del Premio Planeta durante unos 40 años. ¿Era difícil encontrar buenas novelas?

—No era fácil. Lo que más me fastidiaba de ello es que había mucha gente que se molestaba porque creía que no les había votado, cuando no podían saberlo porque las votaciones eran secretas.

—Umberto Eco decía que en su opinión la escritura mejoraba con la práctica. ¿Está de acuerdo?

—Sí, yo también lo creo. También depende de las lecturas.

—Usted escribió mucho ensayo académico, además de sus novelas. ¿Qué le gustaba más?

—Lo disfrutaba por igual.

—¿Cree que el escribir estudios literarios le hacía ser mejor novelista?

—Yo creo que sí.

—¿Cuál es su novela favorita? De las escritas por usted.

—El ciego de Quíos.

Esta novela, que trata de Homero, fue traducida al italiano hace poco, traducción con la que Prieto está muy satisfecho. El escritor y profesor se doctoró en su día en Filología Italiana, y su tesis doctoral se publicó luego con el título de Morfología de la novela, profundo ensayo, para leerlo despacio e interiorizarlo.

Antes Prieto estuvo impartiendo clases en Italia, invitado por el gobierno italiano, en Pisa, y publicó la antología Maestros italianos, con estudios propios, en la editorial Planeta.

—Usted tiene una teoría muy elaborada que aparece plasmada también en muchas de sus novelas: la “fusión mítica”. ¿Qué me puede decir de ella?

—Que a mí me permitía conocer a los autores con los que me fusionaba.

En la “fusión mítica”, explicada en su Ensayo semiológico de sistemas literarios, el escritor se traslada a un personaje mítico, un autor o personaje histórico, y crece con él, alcanzando la atemporalidad mítica. Esto lo consigue en obras como Secretum, El embajador, el citado El ciego de Quíos o La sombra de Horacio, entre otras.

¿Usted nunca sintió que ser profesor le perjudicara como escritor?

—No. Es más, yo he disfrutado mucho siempre con mis alumnos y con la vida universitaria en general.

—¿Cómo empezó a escribir?

"José Manuel Lara Hernández era muy buena persona, y no se vendía por nada ni a nadie"

—Yo creo que empecé porque me gustaba mucho leer. Me acuerdo de que cuando era chico escribí en el colegio una redacción titulada “El Quijote es necesario”, y les gustó mucho a los frailes, pero durante bastante tiempo creyeron que no lo había escrito yo.

Pilar Palomo me cuenta que su marido escribió Tres pisadas de hombre en una cafetería con ella al lado, mientras ella estudiaba. Sólo podían tomarse un café, uno para los dos, porque no tenían dinero, y así hacían tiempo. La novela, cuenta también Pilar Palomo, es toda una fantasía, pero en ella se percibe que Prieto era muy lector de novela hispanoamericana.

—¿Qué recuerdos tiene de José Manuel Lara Hernández, el fundador de Planeta?

—Que era muy buena persona, y que no se vendía por nada ni a nadie. A mí me contrataron en la editorial por algo muy ajeno: fui a cenar con él y con su mujer, Teresa Bosch, y a ella le gustó cómo lo hacía yo, cómo comía, cómo manejaba los cubiertos, la educación. Y por eso me contrataron.

—¿Qué recuerdos tiene del día que ganó el Premio Planeta?

—Que yo pensaba que no me lo iban a dar, pero había recibido un aviso para que fuera al acto, y allí me presenté.

Prieto acudió al fallo del premio con unos amigos, y estaban tan despistados que fueron todos con esmoquin, los únicos en vestir así.

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